MUSICA › SUSANA RINALDI Y LEOPOLDO FEDERICO PUBLICARON VOS Y YO
Además de haberse cruzado una vez más en un disco flamante, que presentarán hoy en Clásica y Moderna, ambos coinciden en su labor en defensa de los intérpretes desde la AADI. Y también en los reclamos para que haya más lugar para el tango en los medios.
› Por Cristian Vitale
En 1980, Susana Rinaldi había dejado de lado hacía tiempo el sueño de ser cantante de cámara. Primero, por ese intenso devenir como actriz que le había consumido horas y días, en teatro, cine y TV, durante buena parte de la década del ’70. Después, y tal vez más definitivamente, por el sutil paso a la música popular que la hizo grabar una catarata de discos, que se combinaba, salpicadamente, con sus haceres actorales: La mujer del tango y Antígona Vélez, A Homero y El jardín de los cerezos, Cátulo Castillo y Orfeo descendiendo. En ese péndulo de actos artísticos, Rinaldi había dejado a un lado la ilusión inicial. Leopoldo Federico, ocho años mayor que ella, ya contaba en su haber, tras los fogueos de su fueye en las orquestas de Alberto Marino, Mariano Mores, Héctor Stamponi, Carlos Di Sarli y Astor Piazzolla, con una de las orquestas más significativas del período: la suya propia. En 1980, ella tenía 45 años y él 53. “Por supuesto que ya nos conocíamos desde antes. Yo sabía todo de ella en lo que se refiere al canto y a la música, y Susana, calculo, todo de mí”, se ríe el maestro Federico, con sus 84 años muy bien llevados. “Yo también, maestro, claro que sí”, despeja Rinaldi, cómodamente arrojada sobre un sillón de pana, y mirándolo ojo a ojo. Pero fue en ese año, entonces, cuando terminaron de unirse. “Yo estaba trabajando con la orquesta con José Colángelo, en un local de San Telmo, y nos llegó la propuesta de acompañarla en una presentación en el Olympia de París”, evoca el bandoneonista.
Bien puede aquel hito, que al cabo se consumó con la presentación en trío (Federico-Rinaldi-Colángelo) y provocó un buen impacto en la crítica francesa, operar como un antecedente casi directo de Vos y yo, el disco producido por Alfredo Piro que ambos acaban de editar, a 31 años del encuentro, con reversiones “legitimadas por sí” de “El día que me quieras”, “Malena”, “Cada vez que me recuerdes”, “Naranjo en flor” y “Che, bandoneón”, y que presentarán esta noche en Clásica y Moderna (Callao 892), acompañados por Nicolás Ledesma en piano y Horacio Cabarcos en contrabajo. “Hubo una instancia intermedia que fue el disco De otros tiempos... Lo defendí tanto, tanto, que hasta dejé la compañía porque consideré que no lo había defendido como tenía que hacerlo. Fue un gesto de libertad de mi parte y una forma de marcar la impronta de Leopoldo como músico y arreglador en mi vida”, relata la cantante, haciendo base en el mojón que achicó distancias entre las actuaciones en el Olympia, y Vos y yo, definido por ambos como un encuentro “íntimo, vital y antológico”. “La verdad es que con el maestro nos une algo que va mucho más allá de la música... Sí, es la magia de sus dedos, algo inexplicable, que no fuerza para nada sino que le facilita todo a mi voz, pero mucho más es esa cosa humana, química, que va más allá”, elogia la Tana.
–¿Qué otra razón explica esta alquimia humana y musical?
Susana Rinaldi: –La de estar acá defendiendo los derechos de los intérpretes argentinos.
La charla con Página/12, que transcurre en el tercer piso de la Asociación Argentina de Intérpretes (AADI), pega un giro. Federico y Rinaldi, el maestro y la Tana, pasan de hablar de sus músicas y su historia dual, a la cotidiana actividad que los involucra hoy. El como presidente y ella como vicepresidente segunda de la Asociación. “Un aspecto de la lucha que estamos dando hoy, más allá de lo puntual que significa recaudar para reconocer los derechos de los intérpretes, es por los espacios que nos niegan a los músicos. Voy a decir algo de lo que me hago cargo solita: la música, durante toda la historia, fue considerada como entretenedora y punto. Recién cuando empezamos a pelear los derechos de intérprete, a meternos en la propiedad intelectual, vimos hasta qué punto se puede denostar la música y quitarte lo tuyo, tu propia música, y tener que esperar siempre la relevancia que te da el extranjero, si te la da, respecto a qué vale la pena y qué no”, plantea Rinaldi.
–A propósito de lo que acaba de sostener, ocurre que, a causa de las desprolijidades e irregularidades a las que han estado sometidos los músicos históricamente, han surgido en los últimos años asociaciones de músicos cuyo fin es organizarse para informar, averiguar y guiar a sus pares en sus derechos: la UMI, Camuvi, Músicos Autoconvocados... ¿Qué tipo de relación mantienen con ellas?
Leopoldo Federico: –Bueno, las conocemos a todas. No nos podemos olvidar de que son todos socios nuestros y que los apreciamos. No es que eluda una respuesta, pero en lo personal no quiero mezclar lo gremial con los derechos nuestros, porque veo que toda esa lucha que están haciendo tiene más que ver con la necesidad y la falta de trabajo que hay para tanta gente. Hoy me mandaron una circular del Sadem que está pretendiendo que se termine con eso de que el artista tenga que pagar para actuar... Realmente éste es el tema central. Durante mi larga carrera en la música, y Susana no me va a dejar mentir, creo que éste es el momento más duro que hubo para la actividad musical.
–¿Qué lugar, ya que es el género que más les compete como músicos, ocuparía el tango en este estado de la cuestión?
S. R.: –Creo que es la música más castigada en este sentido, porque siempre hay algo que interviene como para que el género sea menoscabado. En todo caso, el tango está bien visto desde la danza o desde algunos ítems como el del maestro, en lo instrumental, pero la canción jamás: la canción pasa a último término. Y ésta es, te guste o no te guste, la que cuenta la historia. Aun así, sabemos que ha habido momentos en la ciudad de Buenos Aires en los que esta música tuvo más posibilidad de proyectarse desde pequeños lugares, pero hoy la gente joven no tiene dónde expresarse. O tiene que pagar, o dejar de cobrar, que es lo mismo, para poder dar a conocer su música. Eso es terrible y habla de la pobreza de espíritu de quienes dirigen toda la parte cultural en la ciudad. No tenemos por qué esperar de gente bien intencionada que de repente diga “voy a poner mi plata en este espacio” para que venga tal grupo o tal otro.
–El típico mecenas que pocas veces alcanza a resolver una situación colectiva...
S. R.: –Verdad, algo se está rescatando en ese sentido. Pero no se hace desde la televisión argentina, no sé por qué. La TV es un desastre... El hecho de que no se pueda aprovechar dignamente de la música argentina para promoverla, desarrollarla aunque sea para que sea la misma música la que pueda demostrar que no sirve o no va...
–¿Se refiere a la totalidad del ámbito televisivo?
S. R.: –A todo... Al privado, al estatal, todo. Te lo dice alguien que hace mucho tiempo que se promueve sola y que de repente dice “me gustaría tener un espacio en la televisión argentina”. ¡Nunca lo vas a tener!
–¿Cuál es la explicación de los productores?
S. R.: –Que la música argentina no da rating. ¿Qué quiere decir eso? Es un disparate enorme. ¿Cómo es posible que nuestra música sea redituable desde el hecho de que la gente pague lo que no tiene para escucharte y la TV no lo vea? Yo me formé en los ’70, una época en que la TV argentina hacía unos recitales maravillosos y te pagaban por eso. ¿Dónde empecé a mostrarme yo? ¿Por qué la gente supo si valía la pena escucharme o no? Fue gracias a la TV argentina, algo que ya no pasa.
–¿Traslada el mismo concepto al espectro radial?
S. R.: –Sí. ¿A mí qué me hace que haya una sola radio dirigida al tango? ¿Por qué una y no todas, en algún momento, así como todas pasan música extranjera? ¿No hay nadie que lo plantee?
–Bueno, cuando finalmente opere La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sobre este estado de cosas se supone que va a haber un cambio más radical que gradual, en este sentido.
S. R.: –Bueno, la ley le ha dado el 2 por ciento a la música... Es un disparate. Por suerte también se ha nombrado la Ley de Música para seguir peleando y discutiendo sobre estos temas.
–La LSCA también habla de agrandar el espacio para la difusión de música argentina, pero la referencia iba más bien dirigida hacia el lado de la amplitud y el pluralismo de ofertas mediáticas que le ley propone como espíritu.
S. R.: –Totalmente de acuerdo.
L. F.: –Sí, en ese sentido sí. Igual, quería que se haga referencia no solamente al tango. Claro, tanto a Susana como a mí, cuando decimos música lo que nos sale de adentro es el tango, pero ambos pensamos en toda la música nacional, sea el género que fuere. Lo que decía ella es cierto: hace años, yo actuaba con mis distintos conjuntos –con la orquesta, con Roberto Grela, con el cuarteto– en todos los canales de aire. Grandes valores, Séptimo piso, La botica del ángel... Y ahora lo único que quedó es el programa de Soldán, que lo pasan a la 1 de la mañana por el Canal 26.
–No por quitarle legitimidad al reclamo, pero la división música nacional vs música extranjera a la que hacía alusión Susana hace ruido en el sentido de que una apuesta por la música nacional en bloque estaría quitándoles espacios a bellísimas expresiones universales. Para decirlo en bruto: si Cacho Castaña le va a quitar espacios a Pink Floyd, hay un problema. Eso se discutió mucho cuando se quiso –y de hecho se hizo– “monopolizar” el espacio de los medios para la música argentina.
S. R.: –No, eso es fascismo puro, claro. Lo que digo es “ni tanto ni tan poco”. ¿Por qué no poder escuchar a Horacio Salgán tocando “Flores negras” en algún momento? Esas cosas no ocurren precisamente por falta de espacios. Hay zambas, hay chacareras que son verdaderas obritas de arte. Ahora, ¿por qué uno sale de acá y puede presentarlas en cualquier lugar del mundo, con buena cantidad de público, y acá no? ¿Qué pasó? Pasó que alguien con poder algún día dijo “esto no sirve”, y a partir de entonces quedó el “esto no sirve”, cuando en cultura sirve todo, y todo tiene que tener su espacio para ser mostrado.
L. F.: –A diferencia de hace 30 o 40 años cuando, de tanto trabajo que había, te podías dar el lujo de elegir a qué baile ir o no, ahora hay una inmensa cantidad de músicos jóvenes que no existían en aquel momento, y que no tienen trabajo. Están dejando la vida para continuar con el legado del tango y no tienen medios para poder subsistir.
–Es algo muy nítido con el tango en la ciudad de Buenos Aires y también con el folklore en las provincias, donde proliferan grupos de música de raíz que son impresionantes y que, a menudo, pasan inadvertidos para los medios. Basta con observar la efervescencia musical que hay en Santiago del Estero, en La Rioja, en Córdoba, y lo poco que se conoce de ella...
S. R.: –Es cierto. Bueno, a casi todos les pasa que se sorprenden cuando digo que tengo 41 discos. Se sabe de los homenajes a Cátulo Castillo o a Homero Manzi, pero se desconoce el resto de mi obra. Está bien, durante muchos años me “tomé licencia” acá, pero más allá de eso no hay difusión y nosotros nos damos cuenta porque AADI-Capif es la recaudadora de la difusión de la música.
–Otro problema, la recaudación, ¿no?
L. F.: –De a poco estamos avanzando, pero es cierto que muchos medios no pasan las planillas. En fin, retomando lo que dice Susana, yo recorro mucho el dial para escuchar lo que se pasa en las radios argentinas, y hay poco de lo nuestro. Ya sabemos que existe la 2X4, y que Héctor Larrea en Nacional o Víctor Hugo Morales pasan cosas, pero en general los programas que emiten tango van en horarios marginales. Y si agarrás algo, son grabaciones del tiempo del jopo.
–Radio Nacional tiene una programación casi enteramente dedicada a la música argentina, al folklore y al tango.
L. F.: –Sí, pero la pongo en el auto viniendo de Haedo para acá y la señal sale sucia, mal. Termina cansándome.
S. R.: –Es un tema para revisar, ¿no? No puede ser que Radio Nacional tenga esos problemas con la señal, con lo importante que es la radio para nuestra cultura. Cuando yo era chica, la radio era central.
L. F.: –Cuando tenía los números en vivo, al artista no le importaba que la compañía se ocupara o no de la difusión. La discusión que había con las compañías pasaba por eso de que pagaban para difundir a los artistas que les interesaban a ellos, y es algo que hoy sigue pasando.
S. R.: –Igual, hay un giro en estos tiempos, hay una experiencia y hay otros dirigentes que la escuchan. También hay que decirlo, porque, si bien hay problemas estructurales, hay mucha más gente dispuesta a enfrentar las problemáticas, cada uno desde su lugar. El otro día escuché a Aníbal Fernández diciendo una frase del tango “Pan”, y me encantó, porque yo siempre sostuve la validez del tango como vehículo de denuncia social, y muchos me cayeron encima por eso.
–El ministro también es fanático de los Redonditos de Ricota...
S. R.: –¿Ah, sí? ¡Me parece perfecto!
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux