Domingo, 29 de mayo de 2011 | Hoy
MUSICA › ENRIQUE BUNBURY HABLA DE GRAN REX, SU DISCO GRABADO EN VIVO EN BUENOS AIRES
El zaragozano repasó viejas páginas con nuevos arreglos durante sus conciertos porteños para presentar Las consecuencias y decidió dejarlas registradas en un doble CD en directo.
Por Julia González
La constante búsqueda del cantautor Enrique Bunbury lo llevó a editar Gran Rex, un disco grabado en vivo durante sus presentaciones del año pasado en ese teatro porteño. En aquel show, el español jugó una vez más su carta de dandy, además de usar la de su excelencia musical. Porque aunque haya tenido muchas caras a lo largo de su carrera, es la de seductor la faceta que nunca abandona el zaragozano. Energía, hits, performance teatral, buen sonido y un público encendido fueron determinantes en la grabación de este disco doble que además incluye tres vinilos en su edición de lujo. Son doce canciones por disco y hay cuatro por lado en cada vinilo. “Lo hemos prensado en 180 gramos y hemos respetado no llegar a los veinte minutos por cara, para conseguir el máximo de calidad. Si tenéis un buen giradiscos, un buen amplificador y unos buenos altavoces, notaréis una grandísima diferencia en el sonido respecto del CD. Para los que hemos hecho de nuestro oído una profesión, esto es algo realmente importante”, dice el músico.
–¿Por qué decidió sacar un disco en vivo?
–Para la gira de Las consecuencias preparamos mucho material, para poder variar los conciertos. Así teníamos realmente de dónde elegir. Las canciones más antiguas pasaron por los arreglos de la nueva banda y cobraron una nueva vida. Me pareció que la nueva y buena forma en la que se encontraban las canciones merecía, de por sí, una grabación, para registrar la evolución. Además, con Los Santos Inocentes ya habíamos grabado dos discos, Hellville De Luxe y Las consecuencias, y parecía un buen momento para recapacitar sobre los avances y pensar con claridad cómo debemos encarar el futuro.
–¿Y por qué en Buenos Aires?
–Para mí es una ecuación que sólo puede dar una respuesta rotundamente afirmativa: tres días seguidos en el Teatro Gran Rex, en Buenos Aires, con el público argentino que tan bien nos trató, con cariño y respeto, desde hace tantos años. Por supuesto que es el lugar y el momento adecuado. De hecho, la pregunta debería ser por qué no lo hicimos antes.
Estrella de rock y poeta maldito en Héroes del Silencio, a mediados de los ’80, chaval electrónico en su primer trabajo solista Radical sonora, boxeador en Flamingos, cabaretero en el disco Pequeño y luego en el grabado en vivo Pequeño cabaret ambulante, circense en Freak show, enfermo de amor en El tiempo de las cerezas (grabado junto a Nacho Vegas) y hombre maduro y reflexivo en Las consecuencias, su último disco de estudio: el camino recorrido por este buen bunburysta demuestra un constante cambio de piel, como las serpientes de los desiertos que aparecían en los videos de su vieja banda. Tal vez haya sido un buen presagio el de adoptar el concepto de bunburysta, de La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde. Este personaje teatral se esconde detrás de la figura de alguien que no existe, pero en el caso de Bunbury, se resignifica y llega a una transformación.
–¿Cómo convive con todas esas personalidades que adoptó en sus discos?
–Son distintas etapas de una misma persona, en constante evolución. Mencionas los distintos intereses, temáticas y arreglos que han aparecido en mis canciones, pero también hay un sustrato que, a mi parecer, ha permanecido en toda mi carrera. Creo que soy el mismo músico, en diferentes edades.
–¿En cuál de esos momento se sintió más cómodo o mejor representado?
–Desde el primer disco de Héroes han pasado ya casi 25 años. Suficiente tiempo para, si no has pertenecido a los Ramones, haber evolucionado un poco. Me he sentido muy cómodo en todos esos momentos, porque me adentré con convicción y honestidad. En algunos casos lo hice con mayor fortuna que en otros, pero la ilusión y la seriedad eran las mismas.
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