MUSICA › LA COMPAñíA AL TOQUE FLAMENCO DARá HOY UN CONCIERTO PARA LOS LECTORES DE PáGINA/12
La agrupación es un exponente del crecimiento del género en el país. Sus integrantes coinciden en que “el flamenco cautiva, no importa en qué rincón del mundo estés parado”.
› Por Karina Micheletto
Dicen que no pueden hablar de un movimiento de “flamenco latino”, ni de “flamenco argentino”, pero sí de flamenco hecho en la Argentina: cada vez más, de mayor calidad y con mayor producción. Los guitarristas Luciano De Franceschini y Sebastián Espeche forman parte de esa legión en extensión de argentinos apasionados por un ritmo que no es estrictamente el del lugar en que han nacido, pero que guarda lazos identitarios en común. Esa pasión los ha llevado no sólo a perfeccionarse en la guitarra flamenca –al punto de trabajar junto a referentes como David Amaya– sino a dar un paso más: el de la producción de un espectáculo como el que ahora preestrenarán en forma exclusiva para los lectores de Página/12. La compañía Al Toque Flamenco hará su primera presentación pública importante con Flor de lino, un ciclo de seis conciertos en el Teatro El Cubo (Zelaya 3053), todos los sábados a las 19, desde este 4 de junio y hasta el 9 de julio. Hoy a las 21, los lectores de este diario podrán asistir al preestreno en forma gratuita, retirando las entradas desde las 11 en la redacción (Solís 1525).
Junto a De Franceschini y Espeche, autores de todo el repertorio completan el espectáculo un nutrido grupo de profesionales del cante y la danza sevillanos. Están los cantaores Montse Ruano –nacida en España y radicada en la Argentina desde 2000–, Adrián Barrionuevo Díaz –discípulo de David Amaya– y Eugenio Romero –gitano de familia radicada en Buenos Aires, hijo de Amador Romero, uno de los fundadores de Los Tarantos–. También los percusionistas Germán Gigena y Martín Morales, ambos de vasto recorrido por tablados y teatros. Y el bailaor Adrián Vergés, Daniel Lifschitz en flauta traversa y Daniel López en bajo eléctrico. El trabajo de Espeche y De Franceschini, los creadores de Al Toque Flamenco, implica un conocimiento y un recorrido en las formas del flamenco, pero la mirada de la que parten –no podría ser de otra manera– tiene una identidad de origen que abarca otras influencias.
“Desde luego, tenemos otras influencias además del flamenco, y el tango y el jazz inevitablemente suenan en lo que hacemos, aunque sin el afán de montarnos en esa onda de mezclar todo”, advierte Espeche en diálogo con Página/12. Entre esas influencias, las adaptaciones del vals que da nombre al espectáculo o de Chico Buarque son las más explícitas, pero en este trabajo también suenan los diferentes “palos” puros del flamenco, “teniendo como modelo el flamenco más moderno, que no tiene que ver con lo for export o con esas mezclas pop, ésa no es nuestra búsqueda”, definen. Aunque con algo de baile y algo de cante, Flor de lino basa su estructura en el desarrollo guitarrístico de sus creadores. De Franceschini ha pasado por experiencias ligadas al rock; el recorrido de Espeche fue más cercano al tango, pero también fue instrumentista, compositor y productor del disco David Amaya y gitanos de Buenos Aires (2006), un trabajo que marca el reconocimiento obtenido en el último tiempo por el flamenco local.
–¿Por qué este interés en el desarrollo de un género que representa otra cultura?
Sebastián Espeche: –En mi casa se escuchaba flamenco desde que yo era chico, no como música central, ni con un conocimiento exhaustivo del género, pero en algún lugar de mi memoria afectiva esta música estaba. Ya más grande, el atractivo fue el de la guitarra flamenca. Y una vez que te metés en el mundo del flamenco, te das cuenta de que tiene reglas que trascienden lo guitarrístico, empezás a meterte en esa cultura. Inevitablemente, uno pone lo que trae en la forma de tocar flamenco, y a la inversa; en la otra música que toco hay algo de la impronta flamenca que termina apareciendo.
Luciano De Franceschini: –Yo fui a la Escuela de Música de Avellaneda, y ahí tenía la opción de seguir tango o folklore. Estudiaba un poco de cada una, pero ninguna me atraía completamente. Así que en mi caso el enganche empezó por una cuestión musical, y después de a poco me fui empapando de todo el mundo flamenco. Hay algo que es evidente: la guitarra flamenca es diferente a todas, te pega de una manera muy especial.
–¿Por qué creen que en la Argentina existe esta avidez por el flamenco, al punto que ya empieza a gestarse una movida local?
S.E.: –El flamenco cautiva, genera un interés especial, no importa en qué rincón del mundo estés parado. Realmente es una música muy poderosa. Y nosotros tenemos una vinculación cultural obvia, pero además, para los guitarristas, la guitarra flamenca es una escuela en sí misma, que ha logrado transmitirse más allá de la dificultad de que no exista un método formal para aprender.
L.D.F.: –Pensemos que en Retiro había una plaza de toros, o la cantidad de espectáculos de flamenco que han venido al Teatro Avenida, incluidas todas las grandes figuras. Todo eso ha impregnado esta ciudad.
–¿Es posible hablar de un flamenco latino, o un flamenco rioplatense? ¿Identifican alguna característica distintiva?
S.E.: –No por ahora, no creo que haya algo que tenga una identidad propia. Creo que acá hay flamenco que se hace más o menos, bien y muy bien; pero, de generarse alguna identidad, está en formación. Eso no quita que haya una cantidad de gente que se prepara y trabaja para conseguir buen nivel, para pensar un espectáculo con la mayor seriedad, cariño y calidad posible.
L.D.F.: –Ni flamenco latino, ni del Río de la Plata: es lo que nos sale componer. Tiene una sonoridad flamenca, pero también pinceladas de músicas de la región. Es nuestra música.
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