MUSICA › NéSTOR BASURTO Y RECALADA, SU SEGUNDO DISCO SOLISTA
Autodidacta y obsesivo, el guitarrista se revela como un notable vocalista en el CD tanguero que grabó junto a decenas de músicos invitados. “Tocar de oído fue una suerte porque la formación académica muchas veces te limita”, señala.
› Por Carlos Bevilacqua
“Nunca dejé de cantar”, aclara Néstor Basurto una y otra vez cuando se le consulta por el berretín que tan bien despunta. Es que su nombre suena más asociado a la guitarra, instrumento con el que se ganó la vida durante los últimos 28 años, ya sea acompañando a decenas de celebridades o integrando formaciones exquisitas como Los Andariegos y el Quinteto Ventarrón. Sin embargo, siempre se las ingenió para entonar algún que otro verso de tango o folklore, ya sea en una peña o, más profesionalmente, durante las presentaciones de sus grupos. Hasta llegó a grabar un disco solista en 1994. El segundo, editado hace pocas semanas, lo confirma como un cantorazo de esos que combinan caudal, afinación y expresividad. Se trata de Recalada, una producción propia que contó con aportes de 42 artistas, gente como Oscar Alem, Tato Finocchi, Daniel Maza, Pablo Mainetti, César Angeleri, Roberto Calvo y Daniel Falasca.
“Estoy muy contento con el resultado final –evalúa–. Sobre todo por cómo se fue armando: a cada uno de los amigos que admiro le encargué un arreglo, después decidí quién tocaría en cada tema y recién al final fuimos grabando lentamente en mi estudio.” Y eso que no es hombre de satisfacción fácil, menos ante lo suyo. “Soy muy autoexigente. De las tres primeras tomas de ‘Fuimos’ no podía determinar cuál era peor de todas (risas). Me encanta estar en el estudio pero grabando cosas de otros”, confiesa. Lo cual también explica por qué pasaron 17 años entre un disco y otro: “Tuve siempre mucho laburo como músico sesionista y arreglador de discos ajenos. Además, como me comprometo mucho con lo que hago, se me pasó la mitad de la vida casi sin darme cuenta”.
Entre los invitados de lujo que incluye Recalada hay tres que ya fallecieron: el poeta Hamlet Lima Quintana, el pianista Emilio de la Peña y el gran Rubén Juárez, a quien Basurto dedica el disco. “El Negro es mi máximo referente, tanto en lo musical como en lo humano. Una semana después de haberme conocido, me cedió todo su público del Café Homero presentándome como un amigo. Después de eso, empecé a visitarlo cada vez más. Una vez, con él y con Luis Salinas estuvimos tocando desde las 2 de la madrugada hasta las 11 de la mañana. Terminamos haciendo pasodobles, rancheras, cualquier cosa”, evoca. Aquellas largas noches en el local de Palermo Viejo, conocidas en el ambiente como “recaladas”, inspirarían luego el tema que da nombre al CD y que cuenta con la participación de Juárez en voz y bandoneón. “Esa fue su última grabación”, asegura Néstor emocionado.
Apenas cuatro de los dieciocho temas del disco son clásicos del repertorio tanguero. El resto mantiene una estética romántica y evocativa pero en forma de novedades. El barrio, omnipresente en los modos del entrevistado, aparece también en las metáforas de Alejandro Szwarcman, letrista de la mitad de las piezas grabadas en el disco, todas con música de Néstor. “Admiro mucho la tremenda capacidad de síntesis que tiene el Ruso –lo elogia–. Para mí es el mejor de los letristas actuales del tango. Tiene ternura, nostalgia, actualidad... Es mi Cadícamo.”
Si bien aceptó ceder casi del todo las guitarras y los arreglos, en Recalada Basurto no sólo compone y canta, sino que también asume las tareas de producción, operación de sonido, mezcla y masterización. “Yo podría delegar, pero soy un terco. Para que te des una idea, vendí mi auto para comprar esta consola. Yo disfruto de levantarme cada mañana sabiendo que tengo mi estudio a quince pasos de la cama”, cuenta respecto del lugar donde transcurre la charla, una antigua casa de Flores que respira tango por todos lados: en el patio con escalera, en las paredes con fotos de artistas y banderines de Independiente, en el gusto del anfitrión por las anécdotas y hasta en el sodero que interrumpe de un timbrazo la sesión de fotos.
A los 15 años, Basurto ya tocaba la guitarra en el grupo de folklore cuyano Los Maruchos. Cuecas, gatos y tonadas alimentaron su pasión inicial también en Los Duendes del Diapasón y en Las Voces del Sur, ya bajo sus propios arreglos y dirección. Tras acompañar al cantante de boleros Rosamel Araya, empezó a ser cada vez más convocado para vivos o discos. Con Enrique Llopis, Alfredo Abalos y Lima Quintana fue con quienes más tiempo trabajó. Lo más curioso del caso es que nunca estudió metódicamente. “Siempre digo que tocar de oído fue una suerte porque la formación académica muchas veces te limita. Tocar bien la viola no es tocar muchas notas, sino saber qué es oportuno en cada momento. Yo fui aprendiendo sobre la marcha, lo teórico sobre todo gracias a Agustín Gómez, de Los Andariegos, y a mi amigo el guitarrista Roberto Calvo. Hoy me siento orgulloso de poder escribir para quinteto de tango siendo un autodidacta. Tengo que revisar mucho, porque a primera vista no leo ni el diario. Pero siento que no tengo tiempo para estudiar, me corre la vida.”
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