Vie 03.06.2011
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MUSICA › EL CONTRABAJISTA PABLO ASLAN PRESENTA EN NOTORIOUS SU DISCO TANGO GRILL

“Tangos que son parte del lenguaje”

Es argentino y reside en Nueva York, pero su estadía aquí no se limita a mostrar un disco que busca honrar la libertad musical. Además, está grabando un álbum con material “raro” de Astor Piazzolla: “Allá no encuentro músicos adecuados”, dice.

› Por Diego Fischerman

Dice, casi en broma, que “todo lo demás ya estaba hecho”. Vive en Nueva York, tocó en el Lincoln Center con Paquito D’Rivera, hoy presenta en Buenos Aires su último disco, nominado al Grammy y a su versión latina, y está grabando aquí, con músicos argentinos (“otra cosa sería imposible”, dice) el repertorio más desprestigiado de Piazzolla, el que el propio bandoneonista se ocupó de desprestigiar cada vez que pudo: sus grabaciones neoyorquinas de 1959. Pablo Aslán, contrabajista, arreglador y uno de los músicos más prestigiosos en la escena actual, explica: “Por un lado es cierto que con ‘Oblivion’ o ‘Milonga del ángel’ es difícil hacer algo nuevo. Pero, hablando un poco más en serio, me resultaban sumamente atractivas esas grabaciones de las que Piazzolla renegó pero que son, sin duda, el eslabón inevitable antes del quinteto que forma en 1960, al regresar de Nueva York. Había, también, una especie de identificación. Me lo imaginaba en esa ciudad donde yo vivo, con mi mujer y mis hijos, a pocas cuadras, con los suyos, unos cincuenta años antes pero con las mismas sensaciones y, también, teniendo que tocar con músicos que no entendían los acentos, el gesto, de la música de acá”.

El disco que Piazzolla grabó en Nueva York se llamaba Take Me Dancing. Había allí bandoneón, desde ya, piano, vibráfono, contrabajo y guitarra eléctrica. El repertorio incluía tangos, temas propios como “Triunfal” y standards del jazz como “Laura” o “April in Paris”. El bandoneonista se refirió a ese proyecto, años más tarde, como “JT”, las iniciales de jazz y tango. Pero decía que cada una de las letras tenía que ser pronunciada como en el país de origen de cada uno de esos géneros, o sea “yei-te”. “Era un chiste de Piazzolla”, dice Aslán. “Y en el contexto de su obra y de lo que significaba lo latino en esa época, tal vez tuviera razón. Pero eran temazos y los arreglos eran excelentes.” Como gesto “de justicia poética”, afirma, el aspecto más discutido de aquellas grabaciones, los bongós y el güiro que las “disfrazaban” de latinas, esta vez son reemplazadas por la percusión del que Aslán define como “el baterista más talentoso en estas músicas”, ni más ni menos que el nieto del bandoneonista, Daniel “Pipi” Piazzolla. Ellos dos, junto a Abel Rogantini en teclados, Gustavo Bergalli en trompeta y Nicolás Enrich en bandoneón serán también los que, hoy a las 21, toquen en Notorious (Callao 966) la música de Tango Grill, un disco que ya en su título (tocar “a la parrilla”, al fin y al cabo) hace referencia a un clima de soltura y libertad para acercarse a clásicos tan clásicos como “Viejo Smoking”, “El Amanecer”, “El Marne”, “La Trampera”, “Dandy” o “Divina”.

Aslán, fundador de aquel Avantango que incluyó a Ethan Iverson en piano, habitual compañero de ruta de Pablo Ziegler y D’Rivera, participante en sesiones junto a Wynton Marsalis o Joe Lovano y hasta acompañante de Shakira, habla de la “frustración de no contar con los músicos indicados para la música que quiero hacer; por eso grabo en Buenos Aires”. En Tango Grill, además de su grupo estable, participaron como invitados Néstor Marconi, Nicolás Ledesma y Ramiro Gallo. “Para mí fue apasionante buscar y encontrar las maneras para que músicos de tango se acercaran a su repertorio de siempre desde otra perspectiva”, relata. “Cada género tiene sus protocolos; en el tango se escribe todo; los arreglos, generalmente, están pautados al detalle. En el jazz lo más importante es el individuo, que alguien, a través de su manera propia e intransferible de tocar algo, exprese su individualidad. No es que el músico de tango no tenga individualidad, desde ya, pero la expresa de una manera muy distinta. El arreglador de jazz trata de poner lo menos posible, para dejar la máxima posibilidad de expresión a los músicos. Y, en este caso, yo intenté hacer lo mismo. Hubo algo de revelación, en ese sentido, cuando tocamos con Paquito en el Lincoln Center. Hicimos ‘Verano porteño’ y lo tomamos como una gran zapada.”

El contrabajista afirma que lo que decidió hacer fue “tener confianza en los que saben”. Tango Grill se planteó entonces como un trabajo casi sin partitura. “¿Ensayar ‘El amanecer’?”, se pregunta Aslán. “Son temas que forman parte del vocabulario del músico de tango. Algunos temas, como ‘Dandy’, tal vez sean un poco menos conocidos que otros, pero todos son parte del lenguaje que el músico de tango habla todos los días. De lo que se trataba era de eso; de dejar que fluyera todo eso que constituye la lengua, que se nota en los guiños entre unos músicos y otros, en el reconocimiento de un motivo, o una manera de frasear, que remite a Demare o a Maffia o a Salgán, en las sonrisas y las miradas de complicidad. El jazz no fue, entonces, el injerto de una armonía o de cierta rítmica, sino la incorporación de cierto espíritu, de una actitud a la hora de tocar.”

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