MUSICA › NOTABLE PRESENTACIóN DE MARTIRIO EN EL TEATRO GRAN REX
Lejos de ser un simple “repaso” por la carrera de la cantante española, al concierto 25 años en directo le alcanzó con la voz, piano y guitarra para convertir la sala en un caldero de emociones espoleadas por una interpretación siempre vibrante.
› Por Karina Micheletto
Hay anuncios que predisponen al prejuicio al mal pensado. El de un concierto que se presenta como “repaso” de una carrera es uno de ellos. Hay otro: el del espectáculo “íntimo”, “despojado”. Al mal pensado –viejo y trajinado son atributos que aquí bien pueden sumarse– ambos le resultan posibles invitaciones al concierto facilongo, brindado de taquito, con pocos recursos. Aunque piense que si el artista tiene una carrera lo suficientemente digna para ser “repasada”, tal condición puede abrir un manto de piedad –y de disfrute– sobre alguna posible vagancia inherente al repaso. Ambos anuncios venían con este concierto de María Isabel Quiñones Gutiérrez, Martirio: 25 años en directo proponía un repaso por diferentes momentos de esa carrera, con la sola compañía de guitarra y piano. Lejos de caer en la clasificación aviesa del mal pensado, lo que ofreció esta artista sorprendente resultó un poderoso descubrimiento sobre lo ya conocido.
Martirio trae la voz impecable, el decir exquisito. Trae un repertorio trabajado en cada detalle, y no está sola: el talentoso Raúl Rodríguez –hijo de la cantante, y además su productor– desde una contundente guitarra flamenca, Jesús Lavilla al mando de un piano que despliega swing, confluyen en la búsqueda de cada arreglo, cada oportunidad de lucimiento solista, cada juego compartido. Sin dejar de ser la estrella absoluta, lo que propone Martirio es un trío compacto que recupera lo pasado para tocarlo de nuevo, iluminando nuevos rincones en cada canción. Mucho más que la imagen de las peinetas y los anteojos y los vestidos de brillos que es su marca y que multiplicó en su esencia pop Almodóvar, mucho más que una forma cristalizada de sofisticado dramatismo, lo que trae Martirio es el arte de la interpretación.
En esa clave personal transcurren las formas que ha ido buscando esta “arqueóloga musical”, como ella misma se define, entre el jazz flamenco, la copla y el fandango más tradicional, el fado, el bolero o el tango, o una sevillana cuadrada, pero a la vez rapeada. El repaso incluye mucho humor, como el de los temas de su primer disco –Estoy mala, de los ’80, producido por Kiko Veneno– “El productor” y “Madurito interesante” (“el retrato de un hombre que prolifera mucho en España, y aquí también”, presenta Martirio a su descripción de “ese elegantemente descuidado, madurito interesante, con el corazón helado”). Alcanza su punto más alto en versiones como el “valsecito por bulería” “Quisiera amarte menos”, dedicado a Chavela Vargas, “una mujer que sana cantando, una chamana del cante”, o aquella versión de “Canción de las simples cosas”, de Armando Tejada Gómez y César Isella, que grabó en el disco A flor de piel. Y reclama mayores puntos de resolución en el tema que elige para abrir el concierto –“Yo vengo a ofrecer mi corazón” pasado por su tamiz– y en la propuesta de “Naranjo en flor”. Los únicos dos casos cuya “apropiación” termina sin resolverse del todo, como si faltara una vuelta más en el desafío abierto por la interpretación.
Las versiones de “Volver” y “En esta tarde gris”, en cambio, resultan reveladoras. Martirio capta estos tangos a su manera, que obviamente no es la del tango, y en esta nueva clave aparecen líneas melódicas y poéticas iluminadas –y reiluminadas, en estas versiones que son diferentes a las que ya grabó–. Si el cruce de la estirpe flamenca de la guitarra y el swingueo jazzero del piano suena durante todo el concierto, luce especialmente en esta nueva versión de “Ojos verdes”, un clásico del repertorio en el que la española cumplió con su también clásico gesto de sacarse sus eternos anteojos, presentando sus ojos al público.
Está también Miguel de Molina y “La bien pagá”, con la letra asumiendo la primera persona femenina, el también clásico “Compuesta y sin novio”, un homenaje a Carlos Cano con “María la portuguesa”. Y, ya en los bises, un atento pedido: “Con vuestro permiso, unos cantes de mi tierra, unos fandangos de Huelva”. “En el aroma de lo desnudo existe lo primordial a flor de piel”, invita Martirio al describir el formato de este concierto. La invitación se cumple estrictamente.
10-25 AÑOS EN DIRECTO
Recital de Martirio.
Músicos: Raúl Rodríguez en guitarra, Jesús Lavilla en piano.
Duración: 110 minutos.
Público: 2000 personas.
Teatro Gran Rex, martes 7 de junio.
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