MUSICA › MIGUEL CANTILO PRESENTARá SU DISCO CANTILENAS, ESTA NOCHE EN EL ND/ATENEO
En un contexto tan politizado como el actual, el autor de “La marcha de la bronca” eligió “una temática más humanista” y sin la “típica crítica protestona de otros álbumes”. En el show lo acompañará la banda pyme, en la que tocan dos de sus hijos.
› Por Cristian Vitale
Miguel Cantilo supone a su flamante disco como un retorno a sus fuentes folk. Habla de un tratamiento “dylaniano” en las letras, de la presencia de la poesía como eje central y de la guitarra acústica como médula del trabajo instrumental. A los 61 años, lee a Cantilenas como sosegado, tranquilo, “para escuchar y relajarse”, apartado de la tensión y la crítica que conllevan muchos de sus discos anteriores. Que son 22 hasta la fecha, incluyendo la producción total de Pedro y Pablo y los que hizo junto a Punch. “Es menos ecléctico y más accesible a la vez. Está muy relacionado con los viajes que hice últimamente y la temática que abordo puede ser de cualquier país, de cualquier sociedad. No tiene la típica crítica protestona de otros discos, sino que se enfoca en una temática humanista en general”, define, en una primera aproximación al trabajo que presentará esta noche en el ND/Ateneo (Paraguay 918), en forma de Extended Play. Lo hará junto a la banda pyme, “juvenil” y familiar que integran dos de sus hijos (Sufián y Anael), Federico Pernigotti y Pablo Maturana, más una tríada de invitados fieles a su historia: Jorge Durietz, Mono Izarrualde y Kubero Díaz. Este entrelazado afectivo, humano y familiar le permitió –y le permite– a este viejo batallador del rock argentino hacer pie en aguas que no siempre, más bien nunca, fueron mansas. “Los ’90 casi nos matan. El menemato fue algo hostil que privilegió la cosa mediocre y el abandono en los medios fue letal, pero eso nos ayudó a intentar nuevas formas de trabajo para sobrevivir: hoy tenemos nuestro sello grabador, nuestra oficina de representación, manejamos el proyecto artístico y comercial, controlamos todo en familia... y todavía no tuvimos que pedir ningún crédito”, se ríe. “No nos hemos hecho ricos, pero ahí estamos.”
–Resulta cuanto menos paradójico que en un contexto tan politizado como el que se vive hoy en la Argentina, usted, un cantautor siempre comprometido con aspectos sociales y políticos, dispare su pluma hacia otro lado. ¿Cuál es la razón?
–Precisamente ésa: cuestionar la realidad obsesivamente política que se vive hoy. Hay temas como la soledad, las relaciones humanas, y esas cosas que muchas veces se soslayan por darle demasiada importancia a la realidad sociopolítica. Entonces, en un momento en que el país está sumergido en un debate político casi obsesivo, ultrapolarizado, donde se juegan rumbos sociales muy importantes, justamente mi intención es sacar un poco al que escucha los temas de esa obsesión con el fin de llevarlo a otra visión de la realidad que es la del ser humano, el amor de pareja, el erotismo, la soledad o el entorno, pero desde un ángulo menos mediático. Digo, salir de lo que está en los medios permanentemente y buscar lo que está adentro. Creo que es algo urgente, porque si no nos transformamos en seres sobrecargados de información política y casi nos olvidamos de que somos, precisamente, seres humanos.
–Le tocó estar en 678 justo el día que habló el flamante candidato a vicepresidente por el Frente para la Victoria, Amado Boudou. ¿Cómo enlaza su presencia allí con lo que sostiene acerca de esta especie de desoxigenación política que muestran sus últimas canciones?
–Bueno, lo que hice fue armonizar con el contexto del programa en el que se debaten situaciones políticas, pero canté una canción que está relacionada con lo que vengo diciendo, que se llama “Valores”... Habla exactamente de los valores humanos y del cuestionamiento de la realidad. Y cuando me tocó hablar hice hincapié en la ley de la música, algo que es fundamental para nosotros en este momento. La ley está en el Senado buscando sanción, es algo fundamental para los músicos de este país, donde la situación, sobre todo para los jóvenes, está cada vez más difícil. Y bueno, sentí que Boudou es del palo, está cerca.
–¿Usted se siente afín al Gobierno?
–En algunas cosas, sí: en la ley de medios y en la revisión de las causas por abusos contra los derechos humanos, pero en otras no estoy tan sintonizado, sobre todo en la parte que concierne al cuidado ambiental, a los negocios con las empresas que explotan la minería, las papeleras... No me cierra mucho la manera en que se manejan esas políticas. El problema de las minerías y los glaciares es bravo, es muy urticante, y no está tratado inteligentemente, como tampoco lo estuvo el de las papeleras, porque remitirse al juicio de La Haya fue tirar la pelota para el campo de ellos: ahí están sus amigos, ¿no? Hay mucho trabajo por hacer en ese campo. Pero, en resumidas cuentas, apoyo el proyecto del Gobierno y creo que en muchos otros ámbitos está manejando las cosas muy bien, mejor de lo que podría hacerlo la oposición.
–¿Qué sustancia adquieren, en este contexto, sus canciones más politizadas como “La marcha de la bronca”, “Padre Francisco” o “Apremios ilegales”?
–Bueno, algunas tienen una cierta vigencia y hay una cosa de nostalgia también, pero lo que he tratado de hacer son versiones actualizadas de temas viejos. Por ejemplo, “Yo vivo en una ciudad” con una letra actualizada, hablando de la Buenos Aires de hoy, porque hay veces que me da cosa cantar sobre la Buenos Aires de hace cuarenta años y darme cuenta de que camino por calles ensordecedoras, caóticas y con una histeria colectiva que no se condice con aquella versión.
–¿Podría relacionarse el espíritu de Cantilenas con el de Contracrisis, aquel disco que grabó con Pedro y Pablo cuando el regreso de la democracia, en el sentido de proponer “bajar un cambio”?
–Bueno, la primavera alfonsinista era una época muy particular, pero sí se puede emparentar como un regreso a la canción como género, acústica, sin darles tanta importancia a la instrumentación, a la tecnología. En ambos discos se privilegian la canción, la búsqueda de un sonido. En esto sí se parecen: siempre queda un registro en la memoria.
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