Jue 14.07.2011
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MUSICA › DIVINA VALERIA, UNA VIDA DEDICADA A LAS CANCIONES

“Con dignidad, el miedo muere”

En los cabarets de Río de Janeiro demostró que lo suyo eran las plumas y no el fútbol; desde entonces, travesti y con pinta de mujer fatal, la cantante recorrió el mundo sin descanso. En los ’60, la dictadura de Onganía le impidió actuar aquí.

› Por Facundo García

Es una de esas hembras que encajarían perfectamente en un melodrama latino. Travesti y fatal, Divina Valeria juega con las volutas de su cigarrillo mientras espera en una mesa de bar. Es temprano, pero está ahí para cantar hasta que las velas no ardan. Con coordinación de Antonio Gasalla, la artista se está presentando todos los miércoles y jueves a las 22, acompañada por Gerardo Spano en el piano. Viene de recorrer escenarios de Europa y Asia; y aunque nunca pudo hacer pie en Argentina –en su momento, la dictadura le prohibió actuar–, asegura que todavía le quedan cosas para decir y a lo mejor también un amor por encontrar.

El show de la carioca se llama Divina Valeria... una artista del mundo, y reúne una selección de temas que armó el propio Gasalla para repasar musicalmente la trayectoria de su amiga. “Hay una parte dedicada a los maestros del bolero, como Bola de Nieve y Elvira Ríos –cuenta ella–. De ahí pasamos a París, donde voy a hacer un homenaje a Edith Piaf, y luego a un dream team de los embajadores de la música brasileña: Jobim, Caetano, Roberto Carlos y varios genios más.” Entre cada bloque, la cantora desgrana anécdotas que cosechó en cuatro décadas que la han llevado de gira por casi sesenta países.

–¿Alguna vez se sintió atada por el “qué dirán”?

–Jamás de los jamases. Porque si alguien me quiere ofender, a mí me queda muy claro que esa agresión proviene del desequilibrio. De última, yo he hecho mi vida felizmente, sin que nada ni nadie consiguiera impedírmelo. No hay agresión que pueda quitarme eso. Cuando vivís con dignidad y conseguís una personalidad que se impone, el miedo muere.

La mamá de esta dama alta y estudiadamente elegante no adivinaba lo que le depararía el futuro cuando creyó estar criando a un varoncito que sin embargo estaba más entusiasmado por las plumas que por el fútbol. Ya más grande, “el nene” fue transformándose en una joven que dejaría su marca en los cabarets de Río: “Desde chiquilina yo ya era una estrella de Copacabana. Tenía diez o doce años y organizaba espectáculos de variedades, me iba a las radios y participaba en los concursos, me ponía en una esquina y juntaba gente. Era ‘la distinta’”.

El verano de 1964 la encontró actuando en Les Girls, un grupo germinal para el Arte Travesti Sudamericano. Más tarde se codeó con la high class en Punta del Este y a fines de los sesenta quiso debutar en Buenos Aires, pero la dictadura amenazó con machucarla a palazos. “Me gusta estar en esta Argentina con tanta democracia y diversidad. Yo actué en Brasil, Uruguay y Chile bajo la dictadura. Era mi forma de ir resistiendo, y cada vez que vuelvo y percibo esta libertad –tan necesaria para todos– me emociono de alma.”

Sí, Divina Valeria contra los milicos locos. A fines de los sesenta, emigró sola a la España de Franco. Y le permitieron cantar, pero vestida de hombre, en lo que ella definió como “la única vez que practiqué travestismo”. En 1968 le llegó la consagración cuando la convocaron para estar en El Carrousel de París, templo sacrosanto de la cultura trans. En alas de su talento voló a Bangkok, Teherán, Beirut, diversas ciudades del Japón y por supuesto las capitales de Europa. Medios como Le Figaro, Le Monde y Paris Match hablaron de sus actuaciones, e hizo cine, teatro y televisión en Brasil y en Francia. Ella jura que de vez en cuando la contratan para actuar en fiestas privadas, donde ha cantado para celebridades como el sha de Persia o Aristóteles Onassis. “Hay tantas cosas que comentar... siempre me pedían que escribiera mi autobiografía y la estoy preparando. Va a tener muchísimas páginas; noches de locura y desenfreno. Porque yo he querido mucho, eh. Mucho. Y en los sitios por los que pasé nunca estuve ‘de paso’. Los viví”.

–¿Una se inspira más cuando está enamorada?

–Absolutamente. Y si está enamorada de uno de los músicos que te acompañan, mucho mejor. Sentís las notas en la piel, y te lo digo porque me pasó, eh. Una se entrega mucho más. Al interpretar, yo me acuerdo de los hombres que conocí, como quien mira un álbum. ¡Mi mente es un laboratorio de emociones! Por otra parte, invoco el espíritu de todas estas ídolas que amo: Lola Flores, Tina Turner, Judy Garland...

Explorar el universo de la entrevistada se parece a leer viñetas de El Corto Maltés, si la criatura de Pratt hubiera sido diva en lugar de marinero. Valeria viajó muchísimo, y en el circuito que su corazón va trazando se anudan historias románticas y de las otras, con mil melodías arrabaleras sonando de fondo. Culebrones dignos de una película de Ripstein y amistades cosmopolitas se alternan para componer una velada que convierte al tiempo en poco más que una superstición para gente triste. “La madurez te hace crecer. Aprendés a poner una historia detrás de los temas”, explica ella muy alegre, como buena mujer sabia.

* Divina Valeria se presenta todos los miércoles a las 22 en el bar Lele de Toya (Costa Rica y Thames) y los jueves a la misma hora en el Café Rivas (Estados Unidos y Balcarce).

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