MUSICA › BETO CALETTI PUBLICó BYE BYE BRASIL
El músico es argentino, pero descubrió en su música estilos que se adaptaron a su capacidad de expresión. Lo elogian Iván Lins y Roberto Menescal, uno de los creadores de la bossa nova.
› Por Cristian Vitale
Sagaz y jugado, como en la música, Iván Lins dijo de él que es un músico extraordinario, un compositor ecléctico y de muy buen gusto. Que se hizo “fan suyo” y que, cuando camina por sus influencias brasileñas, parece un brasileño “mejor que muchos brasileños famosos”. Roberto Menescal, otro peso pesado de la MPB, tampoco le escatimó elogios: “Transita por la música brasileña con más desenvoltura y calidad que la mayoría de mis coterráneos, sin ninguna duda...”. Semejante “munición pesada” bien podría suscitar recelos entre sus colegas cariocas, pero el argentino Beto Caletti se ríe y descomprime la situación. A punto de presentar Bye Bye Brasil este viernes en Notorious (Callao 966), toma con cariño las expresiones que vertieron sobre su persona el clave y prolífico compositor de Copacabana (Lins) y uno de los creadores de la bossa nova (Menescal), pero las corre hacia un marco relajado. “Cuando estás tocando, todo termina en la música. Las otras cuestiones son secundarias y hasta graciosas. Se trata de músicos que hacemos música, nomás”, despeja, como aquel jugador de fútbol que dice que “todo queda adentro de la cancha”.
Lo que a Caletti le importa es remarcar su autonomía. Cierto: tal como lo muestran sus siete discos a la fecha, su admiración incondicional por Noel Rosa, Jobim o el mismo Lins, o los dos libros que escribió sobre técnicas guitarrísticas de samba, choro y bossa nova, su ser estético lo asemeja a una especie de trasplantado musical. A un argentino que adoptó, investigó y se abrigó en una identidad transfronteriza que a veces parece tan impenetrable como la selva amazónica, pero con un plus: es él mismo. “Sé que puede resultar llamativo que cante en portugués o que toque canciones que tienen que ver con estilos brasileños, pero lo que hago es tomar un estilo como vehículo para expresarme, porque uno finalmente hace su propia música, ¿no? Tengo un lenguaje propio que trabajo disco tras disco, y lo brasileño me funciona como un molde”, explica él, sobrevolando el coto de estilo.
Escuchar Bye Bye Brasil es otra forma de entender el lugar de Caletti en el mundo. Excepto “Alvorada”, de Cartola, Cachaca y Carvalho; el tema que da nombre al disco, de Chico Buarque y el propio Menescal (que tocará con el ex Police Andy Summers el 16 de agosto en el Gran Rex); y “Luiza”, de Jobim, son todas composiciones suyas. Y salvo “Mi ángel dormido”, están cantadas en portugués. “Casé a mi voz con el idioma portugués, pero eso no quiere decir que esté siempre atado a eso. De hecho, escribí muchas canciones en español, y las sigo escribiendo, aunque siempre me resultó necesario que un samba o una bossa tuvieran la letra en portugués, porque es el idioma con el que nacieron. Es como cantar una zamba o un tango: tenés que hacerlo en español. Digamos que el idioma acompaña a cada estilo musical desde su nacimiento”, sentencia.
–¿Es la única razón que lo lleva a privilegiar el portugués en sus canciones?
–No la única, porque se puede sumar que es un idioma muy rico para ser cantado y, en particular, tiene mucho que ver con mi voz. Me resultó natural el casamiento de mi voz con el portugués, pero no estoy cerrado a eso.
–¿Este concepto de barrera idiomática, en su visión, es también aplicable al rock en inglés, al fado en portugués y así?
–Sí. Aunque no digas nada, el rock en inglés suena de un modo. Todos los que hemos cantado canciones de Los Beatles de chicos, incluso sin saber lo que querían decir, encontrábamos una sonoridad particular en ellas. Por algún motivo nació una música con un idioma. Eso no quiere decir que no se pueda mezclar, pero a mí me gusta así, que la ópera sea en italiano y la bossa en portugués.
Caletti define lo suyo como música de raíz brasileña. Ubica a la canción, novedosa y sencilla, en el centro, y prioriza su sonoridad armónica. A veces se presenta solo con su guitarra y a veces en formato de trío (esta vez lo hará con Marcos Archetti en bajo y Diego Alejandro en batería). Nunca vivió en Brasil y minimiza la situación argumentando que su conexión con ese país es a través de los discos. “La intimidad que tengo viene de ahí, de estar en contacto con los músicos de Brasil, más que con Brasil. Creo que escuchándolos encontré un grupo de estilos que se adaptaron con naturalidad a mi capacidad de expresión. Cuando empecé tocaba folklore, guitarra clásica, jazz, rock, un montón de opciones entre las cuales la música brasileña era una más. Después seguí profundizando, investigando, escribiendo, y me definí. Mi atracción por la música de Brasil tiene que ver con que no tiene prejuicios, tiene la negritud muy presente y a la vez se pueden trabajar la melodía y la armonía con mucha libertad, incluyendo estilos que van más allá: la música clásica, el pop... En suma, la música de Brasil se convirtió en especial para mí por ser permeable a utilizar otros elementos y mezclarlos, al mestizaje.”
–Parte de la obra de Lins ancla en la misma postura, pero al revés: focalizada en Brasil...
–A Lins siempre le interesó la cosa latinoamericana, como a casi todos los músicos brasileños. Piense que Brasil es como una isla en América latina y ellos, por motivos musicales, como en el caso de Lins, o comerciales, como en el caso de muchos otros músicos, les interesa la relación con el habla hispana.
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