Malosetti y Goldman actuarán a las 22 en el Auditorio de la Cooperativa del Hotel Bauen.
Imagen: Pablo Piovano.

Cuenta Rolando Goldman que un día le cayó Raúl Malosetti con una linda melodía. Y que le sugirió un paseo por el césped, un domingo de sol. “Directamente asocié: ¡16 de octubre del 2006!”, dispara el charanguista, certero, con la fecha impregnada en la memoria. Fue el día que su equipo, Estudiantes de la Plata, fulminó a Gimnasia 7 a 0 y que él festejó entrando a la cancha y robándose un pedazo de pasto. “Claramente fue un paseo por el césped, un domingo de sol, es algo objetivo”, insiste este pincha confeso y rabioso, entrándole por una parte al todo que implica Dúo Malosetti-Goldman, el tercer disco dentro de los 15 años que lleva la fusión humana-musical entre ambos. “7 a 0”, entonces, se llama el cuarto track de un trabajo que se disputa palmo a palmo versiones propias y ajenas, mediadas por la intervención, a veces solista, a veces de ensamble, de los instrumentos que los constituyen: el charango y la guitarra.

–El tema lleva la firma de Malosetti. ¿También es de Estudiantes?

Raúl Malosetti: –No. Yo soy de River.

–Va a quedar pegado, entonces...

(Risas) –Y bueno, tuve que darle el gusto.

Chiste al margen, la alquimia R&R mostrará los once temas del disco esta noche a las 22 en el Auditorio de la Cooperativa del Hotel Bauen (Callao 360), con el aporte de varios invitados: Javier Malosetti en bajo, Rubén Lobo en percusión, Julián Goldman, Cecilia Cedio y Laura Beltramini en charango y la pareja de danza integrada por Ernesto Oribe y Bettina Quinta, que Goldman conoció cuando piloteaba la Dirección de Artes de la Secretaría de Cultura de la Nación. “Los conocí por un conflicto gremial que habían tenido, uno siempre anda en esas cosas... Es más, la idea de presentarlo en el Bauen tiene que ver con la difícil situación que están atravesando, una vez más, sus trabajadores por un fallo que vino adverso. Es una forma de expresar nuestra solidaridad con ellos”, sostiene Goldman.

La charla, chancera y relajada, transcurre en un bar de Caballito, cortado con azúcar de por medio. El guitarrista, hijo del luthier Pedro Malosetti, sobrino de Walter y primo de Javier, cuenta que se conocieron en el hall del Centro Cultural San Martín y que fueron interrelacionando “al toque” amigos, viajes, ensayos y familias. “Son 15 años pero parecen 15 días”, resume. Goldman retiene la juntada entre 122 charanguistas que organizaron en el 50º aniversario del Festival de Cosquín, dice que a veces reúne una parte del combo para situaciones de lucha (“Fuimos a tocar al Parque Indoamericano cuando fue la revuelta”) y suma la inquietud estética que lo unió con Malosetti. “Coincidió con que yo quería darle al charango un perfil más solista y Raúl seguir en un dúo, pero que no fuera a dos guitarras, como había tenido hasta entonces. Es cierto que en muchos temas unimos los instrumentos, pero cada uno conserva su papel ‘protagónico’, diría.”

–De todos modos, la simbiosis entre instrumentos no deja de ser pareja, simétrica y, por lo tanto, atípica.

R. G.: –Hay algunos casos de dúos como este en Bolivia pero sí, son de guitarristas que acompañan a charanguistas, y en general con la mirada puesta en la música tradicional. Esto es otra cosa, porque Raúl empezó a componer pensando en estos registros, en este formato, y han aumentado los espacios de improvisación de mi parte. Era algo que, antes de formar el dúo, yo no hacía como músico. No es que busquemos esto para diferenciarnos de o para ser novedosos. Es lo que hacemos nosotros.

R. M.: –Y desde los timbres es perfecto: el charango tiende a tener una tesitura aguda, mientras que la guitarra tiene un rango más grave, se funden bien.

–Seis temas son de Malosetti y el resto, versiones. ¿Por qué Goldman no compone?

R. G.: –¡¡¡Uh!!!, la primera vez que me hicieron una pregunta así salí perdiendo. Me hicieron una nota cuando estaba en el grupo Viracocha y la pregunta fue “¿por qué no cantás?” y yo respondí “porque toco charango...” A los tres días vi el diario y decía “Goldman reconoce que toca el charango porque no puede cantar” (risas). Qué sé yo, no compongo y no siento que tenga que estar justificando algo o pidiendo disculpas por eso.

–No compone, pero adapta. ¿Por qué el Himno Nacional?

R. G.: –Una explicación es familiar. Mi mujer siempre pide en las reuniones: “Hagan una que sepamos todos” y qué más conocido que el Himno. Lo hicimos con un alumno del Da Falla (Ricardo Reches) y a mí me hizo un ruidito porque siempre tuve y tengo admiración por las ideas anarquistas y, bueno, es un poco contradictorio. Puede ser un retroceso ideológico (risas), pero la verdad es que no puedo negar que me emociona cuando soy parte de una multitud que lo está cantando...

–¿Por qué se toman su tiempo para grabar?

R. G.: –Porque no hacemos lo tradicional, que es preparar material, grabarlo y salir a tocarlo eternamente hasta el otro disco. Nosotros maduramos los temas y, cuando vemos que están como para grabar, lo hacemos. La música que hacemos, además, no es para este verano o para el otoño (risas). Se puede escuchar a través del tiempo. Nunca tenemos apuro.