Con menos despliegue de producción que otras ediciones, aunque con el privilegio de una sede central más amplia que la del año pasado, se lanzó el martes oficialmente el Festival y Mundial de Tango. Como viene ocurriendo en los últimos cuatro años, dos fechas que antes eran autónomas en el calendario de eventos de la ciudad –la del Festival, que estaba dedicado exclusivamente a la música del tango, y la del Mundial, centrado en la danza– volvieron a economizarse en una, que este año se extenderá hasta el próximo 30 de agosto. Así, para el lanzamiento del Festival y Mundial de Tango cantaron en el Centro de Exposiciones Horacio Molina y Amelita Baltar, acompañado por un guitarrista el primero y por un dúo la segunda. Luego María Nieves mostró cómo baila y Los Reyes del Tango animaron la llamada “Milonga de apertura”.

“Yo quiero agradecer a la gente por tanto cariño. Créanme que eso es lo que me hace seguir bailando”, sonreía después de su actuación María Nieves, radiante portadora de unas piernas y una cintura envidiables. Su actuación había sido vivamente aplaudida. Bailó con “tres muchachos” a la vez, a paso rápido y sin perder la elegancia. Cuando bajó del escenario pidió disculpas: “¿Sabés lo que pasa? Ya no es como antes, yo ahora ensayo una hora y media y ya empiezo a sentir el cansancio”. Enseguida rumbeó para la milonga que ya se había instalado a la entrada del predio, y siguió con lo suyo a pura sonrisa. A la pista le pusieron su nombre, y es probable que sea la forma más preciada de homenaje. María Nieves tiene el humor siempre en pie, una energía contagiosa y 77 años. También eso es admirable en esta figura mítica de la danza del tango.

Antes, Horacio Molina cantó con la compañía de Jorge Giuliano en guitarra. “Nunca sé muy bien con qué voy a empezar ni con qué voy a terminar mis recitales. Así que ustedes pidan”, propuso. Entre los clásicos que incluyó estuvieron “Qué me van a hablar de amor”, “Gricel”, “Niebla del riachuelo”, “Naranjo en flor”. Con la elegancia que lo caracteriza, le dio el pase a Baltar y la cantante arrancó con “Preludio para el año 3001 (Renaceré)”, de Piazzolla y Ferrer, para seguir con algunos tangos de su propia autoría, revelando que habían surgido de las clases que tomó con Homero Expósito. “Y con su perro, porque con Homero, si no te gustaban los perros, no podías estar.” El final de su actuación fue con “Balada para un loco”, el tema que nunca deja de calzarle. Se sumó luego Molina para hacer la anunciada actuación conjunta, que consistió en un tema, “Chiquilín de Bachín”.

La feria de productos montada alrededor de los escenarios mostraba, mientras tanto, todos los artículos que necesita el bailarín para ejercer su oficio (comenzando por zapatos, claro, hasta llegar a toda clase de sombreros y sombreritos). También discos, libros, partituras y subsidiarios tangueros como cartelitos con fileteado porteño, remeras, delantales de cocina. Para hoy, el festival incluye un par de producciones destacadas en el escenario de Figueroa Alcorta y Pueyrredón. A las 20 actuará Jairo con la Camerata Argentina, dirigida por el violinista Pablo Agri. Tras trabajos conceptuales como los que hizo sobre la obra de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer, el cantante de Cruz del Eje estrenará un repertorio que evoca la figura de Carlos Gardel como compositor. Lo hará acompañado por un proyecto didáctico-musical como la Camerata Argentina, que surgió a partir del trabajo docente que lleva adelante Agri en distintas provincias.

A las 21, mientras tanto, está previsto un homenaje al pianista y arreglador Osmar Maderna, a 60 años de su fallecimiento. El especial estará a cargo de la Orquesta Típica Sans Souci, una formación que desde 1999 rescata el sonido Maderna valiéndose de un arduo y paciente trabajo de escucha y transcripción de las grabaciones originales. En este concierto participarán especialmente el cantor Héctor De Rosas, que debutó con Maderna en 1949, y Alberto Podestá, que tendrá su homenaje más adelante en este festival (el próximo jueves 25, en el Teatro 25 de Mayo).