Sáb 10.09.2011
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MUSICA › ALAN PLACHTA Y LA EXPERIENCIA DEL COLECTIVO ARGENTINO URUGUAYO

“Resignificar un repertorio es revelar aquello escondido”

“Es una de esas experiencias que uno les cuenta a sus nietos”, comenta el joven músico y arreglador, que se alejó de las elecciones obvias para arribar a una serie de versiones estremecedoras. Los músicos que se sumaron al proyecto coinciden con él.

› Por Cristian Vitale

Ocurrió por un ensamble de causas, voluntades y azares. Alan Plachta, que es un músico fino, medio loco, un talento que disfruta de ir por los bordes, fue delineando la idea de armar un colectivo argentino-uruguayo con destino de disco. Tenía esa intuición primera, fuerte, mientras las demás iban llegando: principalmente, que el repertorio fuera de perlas escondidas (esos bordes preciosos) y que, en el caso de las uruguayas –mayoría en el disco– el acento no recayera con su peso en murgas y candombes, sino en la canción y su tradición traducida en presente. Porque, claro, la tradición de la canción, en Uruguay, es gruesa y bella. Jaime Roos, Fernando Cabrera, Eduardo Mateo, Urbano Moraes o El Príncipe (Gustavo Pena), por nombrar un puñado de estetas emocionales, han sabido ponerla en un pedestal. Limarla, barnizarla y mimarla. Plachta fue ahí. A ese núcleo vital, casi puro. Y tiró la idea. “Vino Urbano a mi casa sin saber con qué se iba a encontrar y yo le mostré una canción. Fue todo magia”, traza el hacedor, en breve fuga hacia atrás. La canción era “Me enenés”?, del mismo Moraes y Horacio Buscaglia. Un remanso melanco, cuyo clímax dibuja la pesadumbre que suele contornear los ánimos montevideanos en algún crepúsculo de otoño. “Se la mostré: estaban todos los instrumentos grabados, estaba la mezcla, pero faltaba la voz. Y él, emocionado, la completó. Terminó cantando su propio tema sobre otra versión”, se vuelve a sorprender Plachta.

Urbano se subió al colectivo y devolvió la gentileza tocando el bajo en “Encuentro”, tema del ideólogo. También se subió Liliana Herrero. Ella nunca había grabado un tema de Zitarrosa y su voz la llamó: terminó, feliz e intensa (ver aparte) recreando “Recordándote”, en dos tomas. Se subió Guillermo Klein elevando una vieja y casi desconocida canción de Jaime Roos al cenit. “Duérmase la mamá”, track 3 del segundo disco del hombre del bigote a lo Sgt. Pepper (Para espantar el sueño, 1978), quedó hecho un hechizo pasado por el tamiz de la trompeta de Klein, los saxos de Gustavo Musso y Damián Fogiel, el clarinete de Martín Partyrer, el contrabajo de Carlos Alvarez, la batería de Pipi Piazzolla y la guitarra acústica de Plachta. Se subió, también, Cecilia Zabala y su voz de hada lisérgica, para rescatar una de esas maravillas tristes y circulares que Eduardo Mateo solía dejar en los lindes del mundo –e irse– (“Ficción solar”). Y se subió Hugo Fattoruso, como interpretado (“Dos orillas”) y como intérprete, poniéndole piano a “Marchanta”, de Richard Nant. Cruces, todos, que dan como resultado Colectivo Argentino Uruguayo, un bondi lleno de música y músicos que Plachta identifica como una cadena vital entre intérpretes e interpretados. “Es una experiencia que me suena a que se la voy a contar a mis nietos”, remarca él. Y ríe.

–Más allá del tratamiento de las versiones, o de los cruces entre músicos importantes que ha logrado, el foco central del disco parece estar en redescubrir, poner en la superficie, el legado de la canción uruguaya que a veces parece oculto tras la “rimbombancia”, la representatividad propia de la murga y el candombe.

–Sí... Yo creo que los uruguayos, como los brasileños, tienen un cancionero de música popular significativo. Yo noto que acá ese cancionero está más disociado, ¿no?: el rock argentino, el tango y las diferentes expresiones folklóricas, si bien hay músicos representativos de la canción argentina como León Gieco, parecen ir por su propio carril, aunque a veces se fundan.

–La diversidad regional pesa...

–En Uruguay también la hay, ojo, pero en menor escala. No sé, esa diversidad uruguaya tal vez pueda ser una buena excusa para un Volumen II. Hay un trabajo de investigación sobre música folklórica uruguaya de distintas regiones que es impresionante. Esta hecha con un grabador antiguo registrando cantores de los pueblos, algo como lo que hizo Leda Valladares acá... muy bueno, pero ahora nos centramos en Montevideo.

Plachta, guitarrista, compositor, arreglador y director musical, lleva tres discos a la fecha, todos englobados bajo un concepto resignificador y original de la música popular de estos lares: De Todas las Tardes (2005), Lúdico (2007) y La Fábrica de Música (2010). Nació en Buenos Aires hace 30 años y ha sido suma y parte del Ensamble Real Book Argentina, Escalandrum, el Damián Fogiel Quinteto, La Bomba de Tiempo, Andando Descalzo, Bacquerock, y de Raras Partituras, el disco en vivo sobre músicas de Alberto Ginastera que encaró el grupo Argentos. Un cruzado, en suma, que, elegante y singular, ha incursionado en varios géneros y geografías culturales. “La idea me surgió después de haber tenido varias experiencias como arreglador y compositor. En un momento paré y dije ‘me gusta este repertorio, siento que puedo hacer algo como arreglador, con temas que no están versionados, de autores rioplatenses que admiro...’ y me puse a pensar qué podía aportar yo en un disco que reúna toda esa música”, sostiene.

Pasaron dos años entre el principio motor y sus devenires. Fue un lento proceso de convocar, grabar, hacer que las agendas de los músicos confluyan, arreglar y definir un repertorio que, si se quiere ir más, choca con ausencias ilustres. “¿Por qué no hay canciones de Cabrera o Aníbal Sampayo? No sé. Con Cabrera pasó que me gusta tanto su música que no encontré un tema que pudiese transformar novedosamente. Por otra parte, me costaba más pensar en un intérprete para él que no fuese él mismo. Sobre Sampayo estuve por hacer una guarania instrumental y terminé por desistir porque ya había tres instrumentales en el disco. Tampoco están Leo Maslíah ni Jorge Lazaroff, dos grandes, pero bueno, dejar tantas cosas buenas afuera tiene como beneficio un potencial. No está mal que hayan quedado cosas en el tintero. En general, la elección de los temas tuvo una justificación: pensar si yo tenía algo que aportarles. Si hubiese hecho un arreglo a un tema como ‘Colombina’, bueno, hubiese sentido que no tengo nada que agregarle, porque la original es casi perfecta.”

–Entonces optó por “Duérmase la mamá”, un temazo, casi un Lado C en el mundo de Jaime Roos.

–Sí, un tema muy viejo que me llama mucho la atención por las métricas que usa, que son muy complejas y fluidas a la vez. Yo me imaginaba que eso mismo, en mi versión, podía tener un contexto más grande, con un lugar más importante a la improvisación. Tenía una duda sobre ese tema: si era algo que Jaime había tocado naturalmente o si lo había escrito. La verdad es que hoy por hoy no lo sé, pero sí encontré un patrón de combinación de compases que usa en el tema, por ejemplo. Ese laburo de investigación estuvo muy bueno, porque fui descubriendo cosas dentro de composiciones que yo pensé que tenía incorporadas y después noté que no... fue un buen comienzo para profundizar.

–El caso de “Duérmase la mamá” se da en los demás temas. En general, si se dice Eduardo Mateo no se piensa en “Ficción solar”, sino en “Hoy te vi”; si se dice Daniel Viglietti se piensa más en “A desalambrar” que en “El vals de la duna”, la canción que eligió para abrir el disco. Claramente, no es un trabajo para satisfacer deseos obvios.

–Al hacer un disco de versiones me pareció que parte de lo lindo de resignificar un repertorio tiene que ver con buscar qué quedó escondido o relegado, porque de alguna manera que “A desalambrar” sea más conocido que “El Vals de la Duna” tiene más que ver con un contexto histórico político especial, porque como composición musical es tan bella como el vals.

–“El Boyero” de Beto Satragni tal vez sea un contraejemplo: es una de sus piezas más difundidas.

–Bueno, él es un músico que hizo una gran carrera en Argentina, pero no es fácil pensar en un tema suyo como sí podés pensar en “Adiós Juventud” de Roos... Desde ese lugar, sí, “Boyero” quizás podía haber sido un tema más conocido. Pero en lo global, tal vez este trabajo ayude a alguien que no escuchó mucha música uruguaya a que pueda encontrarse con canciones que no conocía en versiones espero que bien logradas. Fue algo hecho de forma auténtica, para nada forzada.

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