MUSICA › DANIEL VIGLIETTI HOMENAJEARA A MARIO BENEDETTI CON A DOS VOCES
El espectáculo que el cantor y guitarrista uruguayo presentará hoy en el Teatro Sha será una resignificación del que compartía con el poeta, ahora bajo la ayuda de imágenes provistas por el cineasta Jorge Denti. Luego, en Maipú, cerrará el ciclo Música del Alma.
› Por Cristian Vitale
Por enésima vez en 72 años, Daniel Viglietti vuelve a cruzar el charco. El fin es doble: homenajear a su otro yo sin guitarra (Mario Benedetti) este viernes a las 21 en el Teatro Sha (Sarmiento 2255) y luego correrse 300 kilómetros al sur para cerrar el ciclo Música del Alma, que hace tres años se desarrolla en la ciudad bonaerense de Maipú. “Me han hablado maravillas de ese ciclo. Sé que pasaron muy buenos músicos por allí, que sus organizadores lo hacen con mucho esfuerzo, y me entusiasma porque ambos recitales relanzan un poco mi trabajo en la Argentina que, por diferentes factores, estaba un poco quieto”, es lo primero que se le ocurre decir a través del teléfono a Página/12. El doble fin tiene también una doble intención. Lo que viene a mostrar el jugado trovador de los ’70 al teatro reabierto de Once es un mensaje de amor al poeta con quien ha compartido varias décadas de su hacer cultural, como parte del espectáculo A dos voces. “Es una especie de recital único en mi camino, porque nunca me había topado con esta circunstancia de perder un amigo, un cómplice de recitales, y tener que resignificar lo que hacíamos juntos. Es algo raro, único y necesario, creo yo. En Maipú, en cambio, si bien habrá alguna referencia a Mario, la idea es exponer lo mío de puño y guitarra”, prevé, sobre el parcial contraste de contenidos.
–¿Cómo es eso de tocar “con” Benedetti sin Benedetti?
–Se trata de evocarlo sin nostalgia, aunque la haya; sin extrañarlo, aunque lo extrañe, pero tratando de extraer esa energía que siempre había en lo que escribía, vivía y apoyaba. Porque fue un hombre que supo jugarse por sus ideas y corrió riesgos por ellas, riesgos que también abarcaron su parte argentina. Recordemos que fue amenazado por la Triple A y se tuvo que ir a Perú. ¿Cómo transmitir toda esa energía en un recital? Bueno, es un recorrido en zigzag, un poco como los tejedores, y acercando un elemento diferente, que es el de las imágenes.
Viglietti agrega en sus alforjas de viaje un plus a su voz y su guitarra. Son imágenes sobre pasajes intensos de la vida del poeta recopiladas y elaboradas por el cineasta argentino Jorge Denti, que acompañarán cada texto, cada canción. Extractos de testimonios, lecturas de poemas o recitales compartidos por ambos como parte del A dos voces que recorrió muchos escenarios del Globo, incorporando música y poesía en un solo latir y que se verán por primera vez en la Argentina, a casi un año y medio de la muerte del poeta. “Lo recuerdo en el sentido de aquella frase que decía: ‘Recuerda el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando cómo se pasa la vida, como se viene la muerte’ (del poeta medieval español Jorge Manrique). Hemos quedado huérfanos de este ser humano y creador excepcional, y por eso he decidido recordarlo de modo vital y virtual, para que siga virtualmente entre nosotros”, enmarca el uruguayo, dominado por la emoción.
Bajo el nombre Daniel Viglietti recuerda a Mario Benedetti y el rótulo de concierto-abrazo, el autor de “A desalambrar” estrenó el concierto en la Sala Nezahualcóytl de Ciudad de México, el mismo lugar donde ambos –escritor y músico– debutaron con A dos voces en 1978. Y ya lo recorrió por la Universidad de Alicante, España, donde funciona el Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti; la Universidad de Chile y el Estudio Auditorio del Sodre, en Montevideo. “Fue un problema para mí ponerle un nombre al concierto, porque no es un espectáculo, es un recital sólo en parte y por eso me terminé definiendo por la idea de concierto-abrazo, porque en medio de este abrazo aparecen imágenes que están muy en el nacimiento de la idea”, informa.
–¿Cuándo y dónde surgió?
–En México. Estando allí de gira, me encontré con Jorge Denti, cineasta argentino que ya le había dedicado un documento a Mario en vida (País verde y herido) y nos pasamos noches en vela en México haciendo una selección de imágenes, de contrapuntos con las canciones y de lo que yo hacía con Mario. De ahí pasé a otra cosa, que era una mezcla de cosas, era una especie de “a dos lenguajes”, el de la canción y la literatura unidas, con el de las imágenes. Es, a su vez, una especie de voz única que no quiere ser un unísono, un eco, porque yo respeto mucho el poema de Mario cuando me toca decirlo. No quiero declamar, sino transmitirlo con ternura.
Pese a que pasó a la historia de la música popular latinoamericana como el trovador comprometido que aceleró su paso al exilio (fugaz en la Argentina, largo en Francia) a través de canciones propias, unívocas y de fuerte contenido social asociadas a las luchas de los ’70, Viglietti cuenta también con un amplio acervo de haceres como docente, periodista y locutor de radio. Y con antecedentes musicales que, en paralelo a su prolífica producción solista (Canciones chuecas, Hombres de nuestra tierra, Esdrújulo o Canto libre, por nombrar algunas), lo cuentan como guitarra funcional a las letras de otros. “Es una simbiosis que comencé casi al mismo tiempo de grabar mi primer disco (Hombres...) con Juan Capagorry y después seguí con Galeano, antes de que me encontrara con Mario en el exilio. Digamos que antes de fundar A dos voces ya tenía una gimnasia en esto de fundir mi música con textos de otros o de musicalizar poesías de César Vallejo, Rafael Alberti, Lorca o Nicolás Guillén. Pero con Benedetti todo fue más extenso y más intenso”, dice.
–¿El repertorio del concierto-abrazo es similar al que proponía con Benedetti en vida?
–No. Hay combinaciones nuevas entre poemas suyos y canciones mías, y la guitarra está activa todo el recital, cosa que no pasaba antes. Incluso hay momentos en que yo estoy cantando una canción y las imágenes no tienen que ver con Mario, sino con esa canción. Sobre el final hay un tema que se encarga de la actualidad, porque muestra gente que ha atravesado toda la injusticia sufrida en las cárceles uruguayas. Hay señales en el recital de nuestra ferviente lucha contra la impunidad, que también era la de Mario, porque siempre pidió trabajar por la literatura, la cultura, los jóvenes y los derechos humanos.
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