MUSICA › LA BRUJA SALGUERO PRESENTARA HOY SU DISCO CAJA DE LUNA, EN EL TEATRO SHA
Amparada en la idea de que “el folklore, como toda cultura, tiene que evolucionar”, la cantante riojana decidió “jugar con los límites de la tradición y ver qué pasaba”. El álbum funciona como una forma concreta de acercar plumas y acordes nodales de su provincia.
› Por Cristian Vitale
Todo lo que dice, canta o piensa María de los Angeles Salguero hay que entenderlo con un pie puesto en La Rioja y otro en el porteñísimo Belgrano. En aquella provincia nació amparada en soles fuertes, ramos de albahaca al viento y esa fiesta que cubre los febreros de vidalas chayeras y enchastres harineros. Allí se crió bajo el mandato inevitable de la tradición y los caudillos. Del retumbo de la caja y las prédicas del padre Angelelli. Allí editó sus primeros cuatro discos independientes y se transformó en una especie de esponja receptora –en tanto intérprete– de viejos y nuevos, conocidos y desconocidos, compositores de patilla y chaya. En el barrio porteño anidó hace unos años. Editó dos discos más (Flor de retama y el flamante Caja de Luna) y le agregó a su impronta provinciana el codeo con lo universal. A la austeridad folklórica de origen le sumó la tecnología sonora de los estudios ION, las miradas “heterodoxas” de Daniel Homer y Ernesto Snajer (productores de sus discos “porteños”) y los contactos con Juan Carlos Baglietto, Víctor Heredia, Franco Luciani y Liliana Herrero, y el resultado fue lo que buscaba: equilibrar tradición y modernidad, adobar el alimento de sus pagos con picante cosmopolita. “Sentí la necesidad de ser más osada, de jugar con el límite de la tradición y ver qué pasaba. El folklore, como toda cultura, tiene que evolucionar, pero siempre el río va a estar ahí, subterráneo”, pinta ella, que hoy presentará su nuevo disco en el Teatro Sha (Sarmiento 2255).
Caja de Luna representa, en efecto, una forma concreta de acercar plumas y acordes nodales de su rioja natal (Ramiro González, Ramón Navarro, Naya Ledesma, Pancho Cabral o Juan Arabel) al territorio urbano. La Bruja Salguero, entonces, emerge como catalizadora y portavoz –vaya voz– de una riojanidad a menudo oculta para el ser urbano. “Mi provincia es hormiguero de artistas. Hay un músico mejor que el otro, un pintor mejor que el otro y un bailarín mejor que el otro, pero tienen un público acotado y pocos espacios para mostrarse. La Rioja necesita salir hacia afuera para dar a conocer su carga artística, y yo trato de hacer mi aporte. Pienso que sigue funcionando esa cuestión del unitarismo. De hecho, mi propuesta se está dando a conocer en el país desde que vivo en Buenos Aires.”
–Problema endémico...
–Que espero que cambie con la nueva ley de medios. Creo que esto va a modificar la promoción cultural de cada provincia, y tengo la esperanza de que el gobierno nacional tenga la misma intención. Retirar el desfile militar en el aniversario de nuestra patria para traer artistas de cada provincia ha sido un paso histórico, porque hubo cantores chileciteños que vinieron por primera vez a Buenos Aires, y no por un trámite personal, sino a mostrar su arte.
–Algo parecido a lo que quisieron transmitir el Pica Juárez y Ramiro González cuando trajeron Padrecito de los pobres, la obra sobre Chacho Peñaloza, a La Trastienda, con usted como cantante.
–Va por ahí porque, viéndolo en perspectiva histórica, nuestros caudillos riojanos sostuvieron una lucha constante por abrir el juego. Son nuestros próceres y aún representan lo que varios intentamos desde las provincias, donde la gente tiene pocas expectativas de crecimiento individual. Como dije, hay artistas impresionantes que de repente están trabajando en un taxi y que muy de vez en cuando tienen la posibilidad de plasmar su obra. Creo que todavía seguimos en esa cuestión relacionada con lo no federal. Por suerte somos varios los que intentamos abrir el juego.
Esta singular Bruja, que desconoce el origen de su apodo –se lo pusieron en la secundaria–, viene intentándolo no sólo a partir de su obra discográfica personal: también recreó La cantata riojana, de David Gatica y Ramón Navarro; participó de la obra conceptual en homenaje al Padre Angelelli, homenajeó (junto a Verónica Condomí, Paola Bernal y Laura Albarracín) a María Elena Walsh durante el 50º aniversario del Festival de Cosquín, grabó en el proyecto audiovisual Folklore en el Podestá (junto a Raúl Carnota, Aca Seca y Liliana Herrero) e integró el espectáculo musical Cantoras del Alto Sol, con Angela Irene y Mónica Abraham. “Creo que lo central en el trabajo de los intérpretes debería ser dar a conocer compositores nuevos. Y respetarlos, porque la cuestión del folklore se desvirtuó allá por la década del ’90, pero desde el 2000 hay una camada de jóvenes que viene haciendo un trabajo de investigación importante. Se fueron a buscar las raíces de grandes compositores del pasado y le incorporaron las fusiones actuales que pueden entrar por el jazz o el rock. Esto muestra cómo ha ido creciendo la universalidad de la música en el folklore”, opina.
–La búsqueda del equilibrio de la que usted habla siempre...
–He mamado el folklore desde chica en una provincia que tiene muchas cosas para contar. He crecido con esa carga de tradición y me siento identificada con esas raíces fuertes que, en el caso de la música, tienen que ver con el ritmo básico de un estilo, con la métrica de la copla o con la cuestión percusiva de la caja chayera. Cada artista elige el rumbo que quiere tomar, pero el equilibrio del que yo hablo tiene que ver con resguardar la raíz sin evitar la mezcla con lo nuevo.
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