MUSICA › GUILLO ESPEL, ENTRE HOJAS DE HIERBA Y A OTRO LUGAR
El compositor y guitarrista está presentando dos discos: uno con música sinfónica y de cámara; el otro, junto a su notable cuarteto. Como su maestro Manolo Juárez, Espel maneja un doble perfil, como creador “clásico” y “popular”.
› Por Diego Fischerman
Publicar un disco, en la Argentina, no es fácil. Editar dos al mismo tiempo es casi imposible. Y que cada uno de ellos explore una faceta diferenciada de la actividad de un músico es altamente improbable. Guillo Espel, compositor y guitarrista, factótum del recordado trío La Posta, acaba de hacer exactamente eso. Por un lado sacó a la venta Hojas de hierba, con música sinfónica y de cámara, y por el otro A otro lugar, junto a su cuarteto, con Alejandro Guerschberg en bandoneón, Oscar Albrieu Roca en vibráfono y Alfredo Zuccarelli en cello. Los viene presentando en vivo, con compañeros que van desde la Sinfónica de la UBA (con la que tocó como invitado), a la cantante Guadalupe Farías Gómez o un quinteto de cuerdas. Y este jueves a las 19, en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, y el próximo martes 15 a las 20.30, en el Teatro Alvear, volverá a hacerlo. Y si sus discos son distintos entre sí, también lo serán sus actuaciones.
“Abordar diferentes formas e instrumentaciones tiene que ver con plantearme un desafío interno”, explica Espel, que en el concierto de esta semana se ceñirá al formato más acústico y restringido del cuarteto y en la presentación siguiente ampliará la gama de posibilidades con numerosos invitados: un quinteto de cuerdas integrado por Leandro Sandroni y Emilia Tisera en violines, Marina Torres en viola, Florencia Genera en cello y Pablo Bruni en contrabajo, con arreglos originales para la ocasión, los cantantes Abel Pintos, Agustina Galdeano y Guadalupe Farías Gómez, el cellista Federico Sarudiansky y el percusionista Germán Gómez. “No se trata sólo de expresarme –dice Espel–, sino de encontrar distintas posibilidades expresivas y de resolver problemas de composición.” La conformación del cuarteto, en ese sentido, ya es un buen punto de partida. Hay allí un bandoneón (que, claro, no toca tango), una guitarra, un vibráfono y un cello. No es un instrumental frecuente y, sin embargo, suena con absoluta naturalidad. “Son cuatro instrumentos que comparten un registro y una extensión, de los medios a los graves, y eso obliga a pensarles una identidad a cada uno y a cada una de las combinaciones posibles entre ellos. De todas maneras el timbre no es lo central. No es eso lo que determina a la música sino lo contrario. La instrumentación está para dejar que a través de ella se escuche la música. Los instrumentos nunca son una masa, una sumatoria, sino un abanico de detalles posibles. Mi modelo, sin duda, es George Martin.”
Discípulo de Manolo Juárez, Espel es posiblemente quien más ha hecho en la senda comenzada por su maestro, donde ciertos materiales musicales de las tradiciones rurales argentinas encuentran un desarrollo y una complejidad emotiva nuevos. Pero la relación, en este caso, va mucho más allá de los meros protocolos de la enseñanza e incluso de la elección de una búsqueda estética. Espel, como Juárez, maneja un doble perfil, como compositor “clásico” y “popular”. Como él, mantiene ambos campos con una relativa independencia y, no obstante, en cada uno de ellos se notan los saberes adquiridos en el otro. “Tanto en uno como en otro caso, la música está escrita casi por completo. No se trata tanto de diferencias de procedimientos interpretativos como de cosas puestas en juego en el momento de la composición. No es que con el cuarteto se improvise más y en las obras de cámara o sinfónicas menos. En rigor no hay improvisación en ninguno de los dos lados. Ambas músicas comparten la recurrencia a ciertos ritmos y ciertos elementos del folklore y además, supongo, habrá cosas mías que aparecen en ambas partes. Pero son músicas distintas. Es posible que se enriquezcan entre sí y hasta que sin unas no existieran las otras. Pero son diferentes.”
Más allá del lugar dado a la escritura –y a la figura del compositor–, Espel reivindica el papel de los integrantes de su cuarteto y del trabajo grupal. “Siempre aparecen maneras, fraseos nuevos, que no son los que yo había imaginado, pero surgen de allí y agregan algo que a mí jamás podría habérseme ocurrido sin la creatividad de mis compañeros.” En Hojas de hierba participan, entre otros, el grupo Paralelo 33, haciendo “Luz que mece un grillo y la luna”, la pianista Fernanda Morello (que toca Tres nocturnos) y la Compañía Oblicua, que dirige Marcelo Delgado, interpretando “Ella vistió bermellón sin rimmel”, un título de clara raigambre spinettiana. En A otro lugar se incluyen, además de composiciones de Espel, temas tradicionales y algunas piezas de otros integrantes del grupo. En varias de esas composiciones el instrumental se amplía con voces (de Guadalupe Farías Gómez y Abel Pintos), cellos y trombones, cuatro o percusión. Y en el disco aparecen, también, dos pistas multimedia en las que el cuarteto actúa junto a la Orquesta Sinfónica Provincial de Bahía Blanca. Espel, que a sus amores por Luis Alberto Spinetta, George Martin, Los Beatles en general y Paul McCartney en particular, suma la devoción por Jobim, resume su mirada sobre la música con apenas dos palabras: “Es forma”.
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