Tabaré Cardozo, tan uruguayo como lo indica su nombre, viene a actuar en Buenos Aires, esta vez no como parte de Agarrate Catalina, la murga que representa como compositor, sino con el proyecto que lidera con su populosa banda de 16 integrantes. Mostrará su último disco, El zoológico de mi cabeza, en el que suena el denominador común del sonido murguero, pero también influencias del rock, blues, ska, rumba, funk, candombe y tango, todo bien mezclado con un coro de murga, por supuesto. “Por eso se llama ‘El zoológico’, porque cada canción es como un animal de una especie distinta”, advierte el músico en diálogo con Página/12. La invitación está hecha para hoy a las 21 en el teatro Sha (Sarmiento 2255).

Bajo, batería, percusión, guitarra, teclado, trompeta, violín y un coro de ocho cantores de murga suenan en esta música de marca bien popular y a la vez urbana, la de “un músico esquinero, de barrio, que un día inevitablemente creció”, según se lo ha definido a Cardozo, un compositor que echa mano de un amor compartido entre la murga y el rock, sumando también otros sonidos de América latina. “Es una parte espiritual y una parte animal, es la conexión entre esos dos mundos”, dice él sobre su trabajo, avisando que todos son “animales sin jaula”.

El uruguayo ha participado como autor, compositor y arreglador de murgas como Contrafarsa o Curtidores de Hongos, aunque es Agarrate Catalina la que lleva su sello más directo y continuado. El proyecto en paralelo que ha emprendido con su banda ya lleva cuatro discos editados (Poética murguera, Pobres poderosos y El murguero oriental, además de El zoológico...), que serán convenientemente repasados en esta presentación.

–¿Cuáles serían los “animales sin jaula” del “zoológico” de su cabeza?

–Básicamente está poblado por el animal humano, que al parecer es el más peligroso de todos. La música como lenguaje universal y evento comunicacional podría catalogarse como la expresión más elevada y sublime del alma; sin embargo, no deja de ser una expresión esencialmente primitiva y desconocida, lo que nos refiere y conecta con nuestro animal latente.

–Sin dejar de sonar murguera, su música reconoce otras influencias, de procedencias múltiples. ¿Fue una mixtura buscada o apareció de forma natural?

–Cuando nace una canción le sigo el curso sin importar a qué género musical pertenece. Vivimos en una aldea global musical y todo está mezclado con todo, la música ya no tiene etiquetas. Cada autor hace su proceso personal y en mi caso la mixtura de géneros musicales se podría explicar porque el género murguero contempla un diverso abanico musical y un espectro muy amplio tanto del punto de vista armónico como melódico, rítmico, arreglístico y literario.

–Recientemente Agarrate Catalina estuvo aquí celebrando un aniversario importante. ¿Qué significa esta murga en su vida?

–Agarrate Catalina es mi casa, una casa que construimos junto con mis hermanos y mis amigos. Han pasado diez años en los que he podido articular los dos proyectos en forma paralela, Agarrate Catalina y mi banda. Nos ha ido bien: entre las dos agrupaciones tenemos más de diez discos de oro y cuatro de platino; hemos hecho una gran cantidad de giras recorriendo el mundo. Este año he decidido dedicarlo a la banda, pues los compromisos han comenzado a superponerse en fechas. De cualquier manera, continúo participando como libretista y compositor en la murga.

–La actual cercanía política de la Argentina y Uruguay es evidente. ¿Cree que esa cercanía se puede reflejar también en la música?

–Por supuesto, hay una buena frecuencia entre los países del Cono Sur y la música no está ajena a esta realidad. Está bueno que los vecinos se lleven bien.