MUSICA › RUDI Y NINI FLORES ARRANCAN UN CICLO DE CONCIERTOS EN EL CAFF
La música típica del Litoral adquiere un vuelo especial en la guitarra y el acordeón de estos dos correntinos radicados desde hace 17 años en Francia. En esta entrevista cuentan cómo es trabajar entre hermanos y tan lejos del pago.
› Por Carlos Bevilacqua
”En la concepción tradicional del chamamé, la guitarra siempre tuvo un papel secundario, de acompañamiento, y la parte ‘cantada’ la llevaba sólo el acordeón. No-sotros buscamos repartir el protagonismo melódico entre los dos instrumentos”, explica el guitarrista Dardo Flores, más conocido como Rudi. “Cuando a principios de los ’80 se acabó el trabajo en los bailes y empezamos a tocar en teatros y bares, fuimos metiéndole algunas variantes al repertorio que veníamos haciendo como para poder mantener la atención de la gente”, historia su hermano Avelino, acordeonista, y más conocido como Nini. Así ven la singular música que producen, popular y a la vez sutil. Esa particular alquimia entre tradición y experimento estará a disposición del público porteño en el CAFF (Sánchez de Bustamante 764) todos los jueves de febrero, desde las 22, cuando los hermanos se presenten con diferentes artistas invitados cada vez.
“Para nosotros este ciclo es muy importante porque no tenemos muchas posibilidades de presentarnos en Buenos Aires”, explica Rudi. Nini, por su parte, acota: “Estamos muy motivados también por la energía del lugar, por el tipo de espectador atento que va al CAFF. Y, sobre todo, por los invitados, con los que siempre es un placer tocar”. Se refiere a figuras diversas: el guitarrista Juan Falú (esta noche), su colega Mateo Villalba (el 9), el violinista Ramiro Gallo (el 16) y el acordeonista brasileño Luiz Carlos Borges (el 23). “Los elegimos porque nos une una amistad personal y musical”, justifica Rudi.
En cuanto a repertorio, los hermanos no piensan innovar demasiado. “Va a haber algunas cositas nuevas que estamos preparando para dos futuros discos –anuncia el guitarrista–, pero en general vamos a tocar lo que venimos tocando desde hace varios años y que está grabado en nuestros últimos tres discos editados en la Argentina.” Esos CD son Por cielos lejanos, Refugio de soñadores (ambos editados por EPSA) y Canto a mi terruño (del sello Pretal), donde conviven temas propios con clásicos litoraleños arreglados al gusto del dúo.
Hijos del destacado bandoneonista chamamecero Avelino Flores, Rudi y Nini se criaron en un ambiente muy musical y empezaron a tocar juntos desde niños en Corrientes Capital. “Hay una complicidad natural entre nosotros –asegura Rudi–. Sin embargo, aunque nos conocemos de memoria, a la hora de arreglar un tema cada uno trae ideas distintas, lo cual enriquece mucho el resultado final.” “Ser hermanos para nosotros es una ventaja –avala Nini–, porque ponerse de acuerdo con otro músico no es nada fácil. Creo que nuestro proyecto creció gracias a que los dos le dedicamos mucho tiempo, mucha pasión y mucha energía.” Tras una pausa, agrega: “La única desventaja es que nos vemos muy seguido (risas)”.
La historia del dúo está marcada por las distancias. Porque así como aquellas primeras experiencias en ámbitos no bailables tuvieron como epicentro el eje Paraná-Santa Fe (al amparo del movimiento Alternativa Musical Argentina), en 1988 se radicaron en Buenos Aires siguiendo algunas ofertas laborales y ya en 1991 concretaron una primera actuación en París, ciudad que sería clave para la carrera de los hermanos. “Luego de varios viajes, como vimos que la cosa podía funcionar, en el ’95 decidimos instalarnos allá. Estamos muy contentos, porque en Francia hay un buen espacio para las músicas folklóricas del exterior, lo que ellos llaman world musique (músicas del mundo). Además, tuvimos la suerte de poder grabar nuestro primer disco francés incluso antes de radicarnos, a través de un sello de la radio pública francesa llamado Ocora. Vinieron a grabarnos a la Argentina y al año siguiente editaron el disco allá”, narra Rudi.
En poco tiempo lograron multiplicar la discografía europea y tocar no sólo en París, sino también en el interior de Francia y en varios países vecinos, gracias a la favorable repercusión de cada concierto. En Holanda hasta llegaron a grabar un CD con papá Avelino y algunos colegas correntinos que, en principio, habían ido sólo a tocar en vivo. “Son países que están acostumbrados a recibir propuestas musicales exóticas. El chamamé para ellos es una música exótica, aunque con instrumentos conocidos. El acordeón, en particular, es algo así como el instrumento nacional para los franceses y algo parecido se da en Italia y en algunos países de Europa del Este”, apunta el guitarrista.
Llevados a evaluar el panorama actual del chamamé, coinciden en diagnosticar que hay una gran camada de músicos jóvenes y notan las repetidas dificultades para la difusión. Así lo ve Nini: “Estamos en una época de gran desarrollo. Tenemos un semillero de mucha gente de entre 12 y 25 años con grandes condiciones. Ojalá consigan el espacio que seguramente van a merecer. Hasta hoy, lamentablemente, se conoce más un tipo de chamamé ligero, vulgar, cuando no cómico, que el de los grandes creadores. En buena medida, se da por el sistema de difusión que hay en la Argentina. En Francia, en cambio, los medios difunden mucha música comercial pero, casi en la misma cantidad, también mucha música no comercial”.
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