MUSICA › MILONGAS EN LA BOCA, UN CICLO CULTURAL GRATUITO
El encuentro tuvo su puntapié inicial el sábado, con un notable Jairo como broche de oro, y continuó ayer con la presentación de los tangueros Alberto Podestá y Juan Carlos Godoy, siempre al aire libre, en Vuelta de Rocha.
› Por Sergio Sánchez
“Soy de una tierra hermosa de América del Sur/en mezcla gaucha de indio con español/De piel y voz morochas”, cantó Jairo, con el ímpetu de quien está convencido de lo que dice. Esos versos de “Milonga de un trovador”, una pieza que le compusieron y le dedicaron Astor Piazzolla y Horacio Ferrer, no revivieron en cualquier sitio. El paisaje de fondo fue nada más y nada menos que la hermosa Vuelta de Rocha, frente al mítico Caminito, en el barrio porteño de La Boca. La escena formó parte del encuentro Milongas en La Boca, que dio su puntapié inicial el sábado con Jairo como broche de oro y continuó ayer con la presentación de los tangueros Alberto Podestá y Juan Carlos Godoy, siempre al aire libre y con entrada gratuita.
Sin embargo, el encuentro no comenzó con el concierto de Jairo. A media tarde, los ganadores del Mundial de Tango 2008 en la categoría Tango Salón, Cristina Sosa y Daniel Nacuccio, compartieron sus saberes y enseñaron cómo dar los primeros pasos en esta danza. Al principio, unos pocos se animaron a participar de la clase abierta, pero pronto la pista se llenó de parejas de todas las edades y hasta de nacionalidades diversas. Como es sabido, Caminito es uno de los principales centros turísticos de la ciudad y uno de los espacios más importantes de la identidad porteña. Así, vecinos y turistas –los había de Europa y Sudamérica– se mezclaron y conformaron una interesante postal mundana. “¿Alguien sabe cómo se llama este tango?”, preguntó el bailarín Nacuccio, mientras le corregía un paso a un ocasional alumno. “El choclo” y “La cumparsita”, piezas populares si las hay, fueron las elegidas para darle vida a la danza. Más tarde, sobre el escenario, los campeones dieron una verdadera muestra de lo que mejor saben hacer. Nacuccio y Sosa bailaron un tango y una milonga ante el asombro y la ovación del público.
Los encuentros, enmarcados en el ciclo cultural gratuito Verano en la Ciudad, que organiza el Ministerio de Cultura porteño, continuarán con las presentaciones de glorias del tango como María Graña (sábado 11), Amelita Baltar (domingo 12) y Adriana Varela (sábado 18). Todas las jornadas –que comienzan a las 18.30, puntual– contarán con clases y exhibiciones a cargo de campeones de las diferentes ediciones del Mundial de Tango. “La idea es favorecer los cruces generacionales, apostar a la diversidad y generar espacios de encuentro, como éste, en un lugar tan emblemático de La Boca”, le explicó a Página/12 Gustavo Mozzi, director del Festival de Tango y el Mundial de Baile del Gobierno porteño. “Nos interesa reflejar modos nuevos de abordar el tango, extendiendo las fronteras y con cierta descontractura, propio de una generación nueva que toma al género como algo cotidiano”, completa la idea.
Ahora sí. Todo estaba listo para que el protagonista de la jornada se subiera al escenario: Jairo. Vestido con un impecable traje arrabalero y con un gran sentido del humor, el trovador basó su concierto en tangos propios, clásicos y un repertorio de anécdotas de su infancia y con referencia a grandes personalidades (Carlos Gardel, Astor Piazzolla, Jorge Luis Borges, Edmundo Rivero y Atahualpa Yupanqui cobraron vida en su voz). “Debo confesar que me gusta mucho cantar tango”, se sinceró el músico antes de colgarse la guitarra criolla para interpretar las dos primeras, junto a sus músicos, “Audacia” (Hugo La Rocca y Celedonio Flores) y “La desatada” (compuesta junto a Horacio Ferrer).
Entonces, llegó la primera referencia de la noche. “Una vez, en Mar del Plata, lo encontré a Edmundo Rivero y me di el gusto de cantar esta canción suya.” Se refería a “Serafín”, una pieza que conjuga lo mejor del tango: el lunfardo y el humor. Luego entregó una conmovedora versión de “Los inmigrantes”, en la que sacó su registro de voz más sentido. La ovación no tardó en llegar. Lo mismo sucedió cuando se descolgó la criolla y con la mira puesta en la bella Vuelta de Rocha cantó el clásico “Naranjo en flor”. A esa altura, Jairo ya había dado una gran muestra de cultura popular.
Pero aún faltaba más. El bandoneón se encendió en “Jacinto Chiclana” y en la canción romántica en “Los enamorados”. Y vino una rareza: una versión tanguera de la milonga criolla “Los hermanos”, de Yupanqui. Entre anécdotas, contó que su padre trabajaba en los ferrocarriles (le dedicó “El ferroviario”) y que era fanático de Gardel (se lució con “Cuesta abajo”), y recordó un encuentro histórico entre Piazzolla y Borges. Una perlita: Jairo interrumpió el tema “El ferroviario” porque los fuegos artificiales que salían de la despedida de Martín Palermo en la cancha de Boca no dejaban oír bien. “¿Eso es todo? ¿Para eso paré el tema? ¿Más de 200 goles para eso?”, bromeó el músico.
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