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Miércoles, 29 de febrero de 2012

MUSICA › LA ORQUESTA RASCASUELOS, UNA POTENTE PROPUESTA DE TANGO CONTEMPORáNEO

“Hay que generar aires nuevos”

Limón García y Tripa Bonfiglio definen el espíritu de la agrupación, integrada por “músicos con una trayectoria dentro del tango que pasaron toda su adolescencia escuchando rock”. También integran Rascacielos, orquesta típica que recrea tangos tradicionales.

 Por Cristian Vitale

Tripa y Limón son dos personajes del under porteño vía tango. Tripa –Patricio Bonfiglio– da clases y toca el bandoneón. Arrastra una historia de lucha y resistencia, primero como parte de la Fernández Fierro y, después, de la Orquesta Típica Astillero, dos de las agrupaciones que le abrieron caminos en la selva a la nueva generación. Limón –Héctor García– canta. Es pelado y le arde la voz. Tiene un pasado de 20 años ligado al rock de Vía Varela, su banda suburbana, y cierto paso por Bersuit Vergarabat, en los tiempos de Libertinaje. A ambos los ensambló el destino y, mientras Vía Varela sellaba su fin con Si hay (2009) y Bonfiglio sumaba trabajo tras trabajo, apareció un cable a tierra: Rascasuelos. “Un grupo situado dentro del lenguaje del tango, que es el folklore de la Buenos Aires de hoy y que no es masivo, pero sí popular, porque es genuino”, sentencia y define el bandoneonista. Pasado en limpio, Rascasuelos es una orquesta de tango potente, actual, que propone composiciones propias y completa su base humana con Fulvio Giraudo, también pianista del Sexteto Mayor; Nicolás Tabbush, violín de la Filarmónica de Buenos Aires; Pablo Clavijo en violín y viola, Cristian Basto en contrabajo y el violencellista Matías Estigarribia. Una orquesta de siete que tiene un disco por grabar, otro grabado, y una gira fresca por Bélgica y Holanda, que los paseó por Amberes, Utrecht, De Doelen y Amsterdam. “Nos sirvió para cerrar el ciclo de arranque: primer disco, primera gira y consolidación: el grupo quedó fundado”, certifica Bonfiglio.

–¿Se pudrió del rock, Limón?

–Estoy un poco cansado, porque pareciera ser que hay cosas en el rock que tienden a desaparecer: la poética y la mirada social. El rock empezó a ir para otro lado y yo creo que es una cuestión lógica ¿no?... Acaba de cumplir 60 años; los mayores siguen estando y entonces se hace difícil, cuando los papás siguen marcando el camino, generar aires nuevos.

–Pero el tango es bastante más viejo...

Limón García: –Pero cumplió su ciclo. Yo, años atrás, dejé el folklore y me volqué al rock porque tenía mi mismo idioma. Necesité del rock para comunicarme con los jóvenes de mi generación... Lo popular siempre se cuela por algún lado.

Tripa Bonfiglio: –De hecho, el rock entró por la grieta que había dejado el tango ¿no?, y el tango se zambulló dentro del rock, y a la vez mi generación rockera tuvo que ir al tango, porque el rock se estaba muriendo. Lo encontramos agotado y nos apareció la necesidad de mirar la cultura propia y poder transmitir los mismos conceptos en otro lenguaje, que en definitiva es un detalle, porque el arte está por encima de un lenguaje específico. Yo no encuentro mucha diferencia de fondo entre Camarón de la Isla, Coltrane y Pugliese.

Cuesta poco detectar el olor actual en el disco debut. La placa (que volverán a mostrar el 12 de marzo en el Auditorio Kraft, Florida 681) abre con el sintomático “Hoy” y las historias restantes, moduladas por la voz áspera de Limón, trascienden crudas, ríspidas, hedonistas pero oscuras. “Siempre me pregunto qué tango estaría haciendo Troilo hoy, ¿el de aquella época en que todo era lento, se caminaba despacio, se hablaba distinto, se jugaba al fútbol a dos por hora y la mujer vivía en la casa, o el del ruido de hoy?..., digo, si vos no cambiás, y mostrás sólo el tango muerto, los pibes de 20 años salen corriendo, porque se aburren. Es como cuando se peleaban la vieja guardia con la nueva”, polemiza Limón.

–¿Qué es el tango muerto?

T. B.: –El for export.

–Ah, no el de Troilo y Pugliese...

T. B.: –Depende. Ellos también hacían tango de hoy, en su momento.

La Orquesta no subestima la historia y tiene, por tanto, otra identidad. Se llama Rascacielos y la integran los mismos músicos más un plus de fueyes y cuerdas para alcanzar status de Típica. Es la que anima hace un año la milonga Orsay de San Telmo y recrea tangos tradicionales para milongueros, covers lisos y llanos de Pugliese, D’Arienzo, Troilo y Di Sarli, entre otros. “Es el concepto opuesto a Rascasuelos. Es algo bipolar: con Rascacielos podemos hacer un laburo antropológico, seguir poniendo los pies sobre la tierra chupándole la sangre al tango muerto y mantener la milonga viva. Y además nos divierte mucho, nos cambia el aire y nos hace agarrar con más convicción nuestra música”, sostiene el Tripa y tercia Limón: “Mata porque para poder generar algo nuevo tenés que conocer bien lo viejo, ¿si no por dónde rompés?... Y esto es lo que tiene Rascasuelos: músicos con una trayectoria dentro del tango que pasaron toda su adolescencia escuchando rock. Por algún lado se tiene que filtrar eso, porque el rock y el tango tienen similitudes, ¿no?: son marginales, urbanos y perseguidos. Por mi parte, hago lo mismo que hice en todas las bandas de rock, pero con otro lenguaje. Es una necesidad física de poder expresar y decir lo que uno es y lo que sucede en tu sociedad, en tu barrio, en el amor”.

–Todo el riesgo que asume Rascasuelos se evapora en Rascacielos, sería la lectura...

T. B.: –Y no cabe otra, porque la gente que baila por lo general no tiene mucha predisposición para bailar música nueva, e incluso para bailar tangos viejos que no conoce: son clásicos, ortodoxos y talibanes (risas).

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Rascasuelos se presentará el 12 de marzo en el Auditorio Kraft.
 
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