Sábado, 3 de marzo de 2012 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA CON JOAN MANUEL SERRAT Y JOAQUIN SABINA
A punto de iniciar una gira de dos meses por la Argentina, los cantautores saben ponerse serios, hablar de política y medios. Pero el Nano no puede con su genio al definir su relación con Joaquín: “Es como Charly con Palito. ¡Soy el Palito Ortega de Sabina!”.
Por Karina Micheletto
Dos pájaros contraatacan se llama la gira que ha lanzado nuevamente al ruedo a Joan Manuel Serrat y a Joaquín Sabina por América latina y España, en un periplo de más de 60 conciertos que comenzará el lunes próximo en Salta y que incluirá una seguidilla de 18 Luna Parks entre marzo y abril. La orquesta del Titanic se llama el disco que los españoles hicieron “a cuatro manos”, un nombre que encontraron justo como una metáfora de la crisis que sacude a Europa: “El mundo se hunde y nosotros seguimos cantando”, dicen los cantautores, en medio de la amenaza. Cantan, componen, cruzan bromas y ríen juntos –sobre todo esto último, mucho, tanto en los shows como en las entrevistas– como si fuera el paso más natural del mundo; dos cantautores que podrían competir por el mismo público y que, sin embargo, han decidido compartirlo armoniosamente.
La continuación de Dos pájaros de un tiro, aquella gira que los unió en 2007 y de la que resultó un primer disco compartido, es esta vez diferente: La orquesta del Titanic es un disco echo íntegramente de nuevas canciones, con nuevos músicos (y producción a cargo de Javier Limón), compuestas y cantadas en forma compartida. “Un Frankenstein”, lo definen ellos con humor en diálogo con Página/12. “Lo que nos hizo tomar la idea de hacer otra gira, y luego decir no hacemos la gira si no tenemos canciones nuevas, fue cómo nos había quedado el paladar de contento con el recuerdo de la primera vez. Si volvimos a tropezar con la misma piedra fue por el recuerdo y la memoria de lo felices que fuimos en la otra gira: aquello rozó la perfección”, comienza la historia Sabina.
“La idea estaba hacía rato dándonos vueltas, a cada uno por separado, pero no nos lo decíamos... ¡quizá por miedo a tener que hacerlo! Y además nos pasaba lo mismo por separado: la gente en la calle que nos decía: ‘Ey, no pude verlos en Albacete’.” “Y ya sabe cómo es Joaquín –sigue Serrat–. ‘No se preocupe –les decía enseguida–, si usted lo dice, vamos a Albacete. ¡A Albacete vamos!’”
–Se quedan esta vez mucho tiempo en la Argentina, dos meses. ¿Cómo manejan esos tiempos en las giras?
Joan Manuel Serrat: –A nosotros nos parece que dos meses es muchísimo tiempo. Teniendo en cuenta lo que nos queda por delante... ¡dos meses es una eternidad! (risas). En la época de mi ignorancia, cuando yo era mucho más cretino, pensaba que el tiempo era algo que estaba siempre allí, enfrente. Ahora veo que el tiempo es algo que he malgastado, ahora que tengo mucho por detrás. Por tanto trato de disfrutar del tiempo como un diabético un pastel de nata.
–En muchas de las canciones nuevas hablan de ese tiempo por detrás, pero no como dos viejos sabios sino, en todo caso, como dos viejos que siguen asombrados por la sorpresa constante que es la vida. ¿Hablaron de eso cuando se sentaron a componer juntos?
J. M. S.: –La verdad, no hay en esto ningún planteo filosófico ni ético, nada que esté pensado como algo a partir de lo cual teníamos que funcionar. Está lo que pensamos de las cosas, tal como las sentimos. El planteo fue: veamos por dónde nos lleva esto, al fin de cuentas saldrán cosas que serán como somos tú y yo. Tendrá esa vigencia, la de lo que somos hoy. Luego el tiempo ya se encargará de poner las cosas en otro lugar, del mismo modo que nos pondrá a nosotros en otro lugar.
Joaquín Sabina: –Cada canción nos fue llevando al lugar que ella quería. Surgía un verso, una idea o un acorde de guitarra, y a partir de ahí había que saber dejarse llevar, y acordar. En general no era discutir, sino colaborar en beneficio de la canción. Hubo canciones que nos llevaron a un sitio donde no habíamos pensado ir. Concretamente “La orquesta del Titanic” empieza con unos versos que no tenían nada que ver con el Titanic, ni con ningún barco, ni nada. Pero luego esos dos tipos cayeron en el Titanic. ¡Y luego nos ayudó este capitán Schettino, el hijo de puta del Costa Concordia, con otro tipo de naufragio! Con una actitud muy contraria a la de los músicos del Titanic, la de seguir tocando.
–En la canción “Martínez” es fácil reconocer un homenaje de Serrat a Sabina. ¿Fue una manera de devolver aquel “Mi primo el Nano” que Sabina escribió en los ’90?
J. M. S.: –Bueno, sí, yo he escrito la letra...
J. S.: –¡Y yo soy la musa!
J. M. S.: –O sea, él es el argumento. Así que le corresponde el 50 por ciento de la autoría. Hablando en serio, “Mi primo el Nano” fue una declaración de amor, y ésta también lo es. Son declaraciones de amor entre dos tíos que se quieren. Sin sexo, porque eso a lo mejor lo estropearía todo...
–Este humor compartido también formó parte de la experiencia de los primeros conciertos, había muchas anécdotas, se cargaban entre ustedes. ¿La segunda gira también viene por ese lado?
J. M. S.: –Un cronista dijo aquella vez: “Sólo les faltó rifar el pollo”. Bueno, ahora, en estos conciertos, iremos por ese pollo.
J. S.: –A medida que vayan pasando los conciertos cada vez la engordaremos más, nos iremos divirtiendo más. Claro que también tenemos algún sentido de la contención, porque a los dos nos gusta mucho hacer el payaso. Y a veces uno se mete en bromas privadas que no se pueden compartir con la gente... tenemos que contenernos un poquito también.
–Sabina dijo en algunas entrevistas que Serrat le ha servido de psiquiatra. ¿No es eso demasiada responsabilidad?
J. M. S: –Bueno, eso como si al papá de Andy Chango, que es un neurólogo extraordinario, lo responsabilizaran de su hijo... Este señor dirá: no, yo soy un gran neurólogo y hago lo que puedo por la gente... ¡Yo no tengo que responsabilizarme de él! (risas).
J. S.: –Yo lo he dicho en serio, vamos. Independientemente de sus canciones, hablo de su compañía: estar con él me hace estar bien, me hace moverme, hasta como mejor, estoy más sano...
J. M. S.: –Sí, sí, yo le lavo cada día, le saco a pasear, le muestro la ciudad... Lo saco tempranito a orearse, lo llevo a comer, me come muy bien... ¿Cómo lo podría explicar...? Es como Charly García con Palito... ¡Soy el Palito Ortega de Sabina! (risas).
–¿Hay algo que les haya quedado pendiente, guardado entre la producción conjunta?
J. S.: –Los dos somos muy amantes del folklore argentino e hicimos una especie de milonga, medio recitada. Para este disco la dejamos fuera, por motivos que no tienen que ver con la canción sino con la estructura del disco. Pero está ahí, y a lo mejor un día la sacamos, si nos apetece.
J. M. S.: –Eso será, como dice Joaquín, sólo si nos apetece. Porque no nos hace falta a ninguno de los dos buscarnos algo que no nos aporte algún plus de credibilidad ante nosotros mismos: trabajo no nos va a faltar y si no tenemos trabajo un año, no nos va a pasar nada. Y quién sabe, con la edad que tiene Joaquín, y con el estado de salud que tiene, si lo podremos hacer otra vez... Así que éste es el momento, hay que aprovechar. En eso estamos de acuerdo su mujer y yo.
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