Tango al Cubo. El nombre bien podría remitir al lugar donde se desarrollará el ciclo hoy y mañana: el colorido y tanguero Cubo, ubicado en Zelaya 3053, Abasto. Pero también, asociando un poco, a seis caras, o direcciones, o posturas desde las que se puede abordar el género, después de que la ortodoxia abandonara su lugar juzgador. La traba, a priori, es que el número de grupos y solistas no da redondo –son ocho–, pero si se toma en cuenta que Hernán Reinaudo, que se presenta a dúo con el talentoso Ariel Argañaraz, es a la vez guitarrista de 34 Puñaladas y que el grupo Altertango –organizador del encuentro– toca hoy como dúo y mañana como quinteto, entonces el número da seis. Un cubo del que se podrán apreciar todas sus caras. “Pensamos esto para convocar a gente que, como nosotros, hace su interpretación de las vertientes del género, en su formato más orquestal, en conjunto de guitarras, sexteto, cantor y guitarrista, formatos más parecidos a un jazz trío o, como en nuestro caso, más ligado al sonido rockero”, explica Elbi Olalla, pianista del grupo anfitrión, distinguiendo la apertura y el desprejuicio con que se encaró la movida.

Además están anunciados Alfredo Piro, la Orquesta Cerda Negra, Astilleros y el cordobés Aureliano Marín. Cada uno, como detalla Olalla, con una forma disímil de entrarle al género. En el caso de Piro –hijo de Susana Rinaldi y el famoso Osvaldo–, resalta un cantor que, lejos de pararse en la comodidad del pasado, reposa en heterodoxias que pendulan entre el candombe, la milonga y el vals. O en una versatilidad tal que Piazzolla y Charly García no parecen tan distantes cuando los encara. El hacedor de Bien debute coactúa hoy con Astilleros y Cerda Negra, agrupación originada hace tres años como un proyecto de la Secretaría de Cultura de Buenos Aires. “Apuntamos al público joven porque es la generación donde está la tierra fértil para un futuro próspero del tango. Nuestra generación, porque nuestro promedio de edad es de 18 años. Todo impulsado por una convicción: hacer temas propios, romper con el estereotipo de que el tango es de viejos y se toca con saco y corbata. Nuestras composiciones mantienen la esencia de los ’40, pero con mirada actual”, dice Nicolás Tognola, joven bandoneonista.

Mañana, además de Aureliano con su exótica fusión de tango con jazz –piano, contrabajo y batería– como Plan A, tocarán el dúo Argañaraz- Reinaudo y los incorregibles reos de 34 Puñaladas, definida como una orquesta de “cuerdas tensadas” y cantor. Quinteto formado por Augusto Macri, Edgardo González, Juan Lorenzo y Reinaudo en guitarra, más Alejandro Guyot en voz, transformará el frío Abasto en la oscura calentura del tango pretreintas, poblado de delincuentes, putas, desengaños y drogas duras. Estética en las antípodas de los entregados a cerrar el festival: Altertango. “Creemos que es un buen momento para experimentar con las amplísimas posibilidades que ofrece el tango, en la composición o arreglando obras de todos los tiempos o los ‘otros tangos’, que pertenecen a nuestro rock. De este momento pueden surgir las nuevas direcciones del género, y en ese sentido trabajamos con respeto por la historia, pero sin miedo de que se filtren las otras influencias que tiñen nuestras historias personales”, dice Olalla.

La agrupación convocante, que completan Victoria Di Raimondo en voz, Leo Mut en bajo acústico, Gonzalo Tohme en bandoneón y guitarra y Pablo Quiroga en percusión, se originó en Mendoza a principios de 2000 y hace dos años funciona como quinteto, que mezcla en sus grabaciones clásicos inoxidables del género (Yuyo verde, Milonga triste o Malena) con temas del acervo rockero como Tumbas de la gloria, de Fito Páez. “Trabajamos sin pretensiones extrañas, sin fusiones estereotipadas”, dice Olalla, mientras Tognola –de Cerda Negra– insiste en las claves de desvergüenza y riesgo. “Creemos en todo esto porque somos frescos, atrevidos, enérgicos y honestos. Nuestros ideales no apuntan a lo comercial ni a lo for export.”