Martes, 10 de abril de 2012 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA AL CANTAUTOR NICOLáS RAINONE
El contrabajista, pianista y compositor lleva años recorriendo el país y el mundo y acaba de publicar un bello disco, Grito Pampeano en el patio de la luna, en el que rinde homenaje a las comunidades ranqueles de su tierra. “Espero haber aportado algo”, subraya.
Por Cristian Vitale
Un patio en la luna es el lugar imaginario en que Nicolás Rainone reubicó al ranquel corrido de las pampas húmedas. No es capricho. La luna es seca. No tiene agua líquida, apenas cristalizada en algún recodo de sus rocas. Cabe, entonces, la analogía geográfica. El ranquel, hoy –luego de varios procesos de corrimientos y despojos– vive en el oeste pampeano. En La Humada, Carro Quemado, Telén o Santa Isabel, sitios donde el bien más primario de todos escasea. Es casi el desierto. “Todo lo contrario a la pampa verde, sobre todo desde que cortaron los ríos para favorecer las viñas mendocinas... ésa es la tierra que les devolvieron a los ranqueles”, denuncia él, tranquilo. El, que es un contrabajista, pianista y cantautor que lleva años recorriendo el país y el mundo, fruto del conocimiento adquirido como alumno de Jorge Oscar, solista de la Orquesta Sinfónica de Río de Janeiro, o de los maestros Horacio Cabarcos y Roberto Tormo. Que integra la Orquesta Hypnofón de Alejandro Terán, el cuarteto Lupanar, un dueto con Nicolás “Colacho” Brizuela y créditos musicales en pelis como Aniceto, El nido vacío o Juan y Eva, entre otras, pero que no olvida sus raíces. “Yo nací en La Pampa, y me quedó impregnado un viaje que hicimos en quinto año del secundario a las colonias ranqueles del oeste, lugares en los que no puede vivir nadie... una realidad durísima”, orienta.
Una realidad que Rainone consumó, sintetizó, validó y transformó en músicas para su disco debut como solista (Grito Pampeano en el patio de la luna), que presentará el martes 24 de abril en el Café Vinilo (Gorriti 3780). “Empecé a pensar en qué podía hacer para contar lo que se vive ahí, porque si bien algo se sabe, siempre queda en el olvido. Hay como una resignación o un desinterés, ¿no?... un decir ‘bueno, están acostumbrados a eso’, y chau”, sostiene sobre el motor inicial de una fina obra musical de diez canciones (con Brizuela y Terán como invitados especiales) que hablan, precisamente, de la desaparición de los ríos, el destierro de los ranqueles, la rendición de Namuncurá o el desmonte de los bosques de Caldén... de aromas, cielos y llanuras “que se vuelven melodías”, mediante un ensamble instrumental que incorpora guitarra, theremin, sintetizadores, sutil percusión, contrabajo y bajo eléctrico. Que fusiona, en suma, lo vernáculo y lo moderno. “Le dicen ‘psicodelia campera’”, se ríe Rainone, “pero la verdad es que nací en una tierra donde el folklore se respira profundo. Por más que seas adolescente y estés con el rock o el punk, el folklore siempre está dando vueltas. Salís un fin de semana y caés en alguna peña después del boliche y te cantás unos temas. Obviamente, crecí escuchando a Yupanqui y al Dúo Salteño, pero a su vez vivo en una época en la cual me impregnan otras cosas. Se combinó todo eso”, explica.
El encastre estético ubica el trabajo en el nicho “folklore alternativo”, y algo de eso (o de neo folk) tiene. “Tengo la esencia de raíz en la sangre”, ratifica él. Pero más tiene de vivencial. Que Rainone perpetúe en firme, casi como un mandamiento ideológico, que campaña del desierto es campaña del destierro (tal el bis del track uno) expone que, más allá de un apellido italiano, el ADN de una abuela paterna de linaje indígena-criollo predetermina el lazo con los ranqueles. “Conocí a Carlos Campú, cacique de la comunidad ranquel, y enseguida sentí algo fuerte. La verdad es que estoy rodeado de familiares rubios y de ojos celestes, y yo soy morocho. La conexión con ellos fue tremenda y después, revisando mi árbol genealógico, descubrí la clave: mi abuela.”
Antes del estreno en Buenos Aires, el contrabajista mostrará su obra en terruño propio: 13 y 14 de abril en Santa Rosa y General Pico. Y ante gente propia: Campú, lonko, che o cacique de la comunidad, comprometió su presencia junto a su grey y Rainone espera la fecha como un reencuentro vital. “Ellos recibieron el disco y están contentos. Es un momento muy fuerte para mí, porque se trata de reencontrarme con ellos después de 15 años... lo único que me había quedado fue un video en VHS, y ahora todo vuelve. La verdad es que me encontré con gente dotada de mucho amor, de una calidez increíble. Cuesta que se abran, por una lógica cuestión de autoconservación, pero cuando lo hacen te encontrás con gente bella, realmente. Ellos siguen con los problemas del agua, pero se movilizaron, cortaron la ruta en el límite con Mendoza y provocaron que los gobernadores se sienten a dialogar con ellos para que se deje correr un poco el agua... espero haber aportado algo en ese sentido.”
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