Jueves, 12 de abril de 2012 | Hoy
MUSICA › LO PéZ PRESENTA LAS CANCIONES DE SU DISCO POQUITAS COSAS EN LA OREJA NEGRA
Lejos de la ola festivalera, el cuarteto cultiva un sendero de músicas de raíz que elude algunos temas típicos del folklore.
Por Cristian Vitale
Pez es una gran banda de rock. Lo Péz no. Puede impresionar, pero por otro camino. Más calmo. Mirando a las raíces de acá. Más Falú que Hendrix. La ligazón con la banda de Ariel Minimal viene por otro lado: Román Giúdice, fundador del quinteto junto al bombisto Mariano Prosdócimo, es de Piscis y quería ponerle Pez. “Pero mi hermano, baterista de rock, me dijo que ya había uno”, se ríe. La idea inicial se transformó casi en un capricho. El guitarrista cantor (Giúdice) le agregó el “Lo”, acentuó lo inacentuable (Péz) y quedó casi un engendro, una herejía para la Real Academia. “Los periodistas se enojan porque las palabras monosílabas no llevan acento, incluso tuvimos un rechazo de patentes, y hubo que hacer un lío para que quede”, se ríe, otra vez. Así quedó entonces –y más allá de la complicación etimológica– el sello tras el cual se esconde este grupo de exquisitas músicas de raíz que completan Federico Nicolao en guitarra y voz, Horacio Romero (guitarra y charango) y Julio Orieta (bajo y voz), jóvenes hijos dilectos del primer guitarrazo. Los cinco acaban de editar un refinado trabajo de músicas de raíz, lo llamaron Poquitas cosas y lo mostrarán este domingo en La Oreja Negra (Uriarte 1271). “Tocar lo necesario para poder decir algo sin necesidad de cantidad, eso es lo que queremos comunicar desde el título”, refiere Giúdice.
–Un faro alumbrando la intimidad, si se quiere.
Román Giúdice: –Una especie de filosofía de vida ¿no?, porque uno, acá en la ciudad, lo que menos puede hacer es enfocar. Uno nunca está haciendo una sola cosa, o al menos es raro: estás con la tele, con la radio, con el celular, hablando con tu hija y, no sé, comiendo. Se trata de disfrutar cosas pequeñas, al máximo.
Lo Péz se mueve cómodo en ese río al costado del mar festivalero que otros de linaje similar –María y Cosecha, Santaires, el Topo Encinar o Duratierra– también frecuentan. Tocan juntos hace diez años. Al principio, basados en un repertorio que tenía a Violeta Parra y Peteco Carabajal como referentes, y después con un vuelco hacia composiciones propias que determinaron el disco debut en 2005 y, en la misma senda, Poquitas cosas. “Cuando uno hace canciones propias hay algo que automáticamente te desvincula de ciertas tendencias o repertorios. Nuestras letras no hablan de las cosas típicas que habla el folklore en general y eso te pone en un lugar difícil de clasificar”, reflexiona Giúdice. “Además, como los temas son propios, nos podemos faltar el respeto a nosotros mismos con total libertad”, perfecciona Horacio Romero.
Las catorce piezas de Poquitas cosas fluyen sobrevoladas por un concepto acústico global –ligado a una estética folklórica, por cierto– asentado en una amalgama coral “del alma” (ninguno es cantor profesional) y recursos musicales extra género que arriman colores a ese todo. “Es un sonido acústico pensado de antemano. No hay una animosidad que tenga que ver con lo folklórico. Nuestra música no está pensada desde ese lugar; si bien venimos de ahí, no existe un cuidado en las formas... la idea es utilizar slide o enchufar alguna guitarra, pero sólo para que se integre al mandato acústico, que no compita con él”, desentraña Federico Nicolao.
–¿En qué corriente estética se ubica Lo Péz, entonces?
R. G.: –Encasillar es lo que hace la gente. A nosotros nos gustan Juan Falú, Aca Seca y Raúl Carnota, sí, pero creo que es difícil responder la pregunta. Creo que fuimos armando una identidad propia, aunque no única, y nunca nos han dicho “se parecen a tal cosa”.
F. N.: –Puede haber algún concepto zitarroseano en el trabajo de las guitarras, pero nuestro sonido no tiene nada que ver con Alfredo Zitarrosa... apenas aparecen elementos. No sé en qué fila ponernos (risas).
H. R.: –Por ahí puede ser una especie de encolumnamiento desde cierta propuesta calma. Tenemos un freno que nos impide estar en la ola festivalera, en eso del siempre arriba. Tal vez esa característica sí nos vincule con el caso de Aca o de Raúl. No se trata de estar todo el día bailando. La nuestra es una música reflexiva, silenciosa y con pausas.
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