MUSICA › “RONDAS”, UN CICLO DIFERENTE DE MúSICA ACúSTICA
El encuentro se realiza el último domingo de cada mes. En cada jornada un músico diferente se encarga de invitar a otros siete u ocho para que compartan su ronda. La idea es lograr “un diálogo más directo” con el público. Esta noche es Sofía Viola la que convoca.
› Por Sergio Sánchez
La música ha acompañado al hombre desde los comienzos de la historia. Siempre estuvo ahí, como un canal de expresión, con los brazos abiertos. No tiene límites ni techos. Se puede escuchar en el aire, en el mar y en los pájaros. Es inherentemente orgánica. A veces, se pierde de vista que la música nació antes que el mercado. Antes que los discos, las grandes discográficas, las radios, la publicidad, los shows modernos y hasta la electricidad. Que no hace falta más que un instrumento para que se produzca el hecho musical. Y es, también, un acontecimiento social por excelencia, una vía para el encuentro y el intercambio. Una guitarra acústica alcanza para crear un diálogo genuino y recordar la existencia de un “otro”. Esa búsqueda es la que se respira en las “Rondas”, un ciclo de música acústica impulsado por el sitio Sonido Ambiente TV y que se realiza el último domingo de cada mes en Vuela El Pez (Córdoba 4379). “La simplicidad de lo acústico atrapa lo sutil y bruto de un músico. Se vuelve más íntimo cuando hay que adecuar las ondas sonoras y los oídos a un nivel de audio tan auténtico y pelado como el acústico”, sostiene la joven cantora Sofía Viola, quien será la anfitriona de la ronda de hoy (a las 20.30).
¿Cómo que “anfitriona”? No, ella no vive en el bar de Palermo. Es que en cada jornada un músico diferente se encarga de invitar a otros siete u ocho para que compartan su ronda. Carla Sanguineti, una de las organizadoras, le cuenta a Página/12: “La propuesta de la ronda es que cada uno traiga su canción y que el resto se tenga que acoplar como si estuviera ‘jameando’ (improvisando). Siempre hay como un encuentro previo, mínimo, como para pasar las letras, pero no hay ensayo de arreglos. La idea está influida por las rodas de samba brasileras”. Lo interesante de las rondas es que todos parecen tener la misma piel: los músicos quedan desnudos con la guitarra o con algún otro instrumento acústico (de cuerda, viento o percusión), sin importar el palo estético o estilístico del que vengan. “La raíz de la canción argenta tiene mucho de folklore y mucho de la instrumentación de la guitarra –analiza Sanguineti–. Siempre las canciones se terminan transfigurando en ese formato. Un formato muy ameno, popular y fogonero, es decir, que le permite al público cantar. Y no por eso tiene que perder calidad.”
Es que el espíritu fogón es el que mejor le cabe a esta propuesta que el mes próximo cumplirá un año. ¿Quién no fue de campamento o de viaje alguna vez y compartió la experiencia espontánea y comunitaria del fogón? Pero es más profundo que eso. Se trata de compartir las canciones. “Participar de la música de otros es un aprendizaje”, destaca María Ezquiaga, cantante de Rosal. Y sigue: “Hay que romper con el ego porque es enemigo de la creación. Desde el artista más grande hasta el más chico tienen que pasar por el mismo proceso. La música es algo en lo que participás, no es algo que te tocó a vos y por eso sos un genio”.
“Como partícipe me siento igual que el público, porque a algunos de mis colegas los estoy escuchando por primera vez. Y trato de ubicarme en el lugar más apto para la canción que estoy escuchando”, dice Ezquiaga, quien formó parte de la ronda pasada, convocada por la cancionista Julieta Rimoldi. Para el músico brasileño Zelito, otro que fue de la partida, “se trata de un ejercicio de respeto, de hacer silencio y participar cuando la canción lo pida. Uno es público y artista a la vez”. Aquella vez, Rimoldi invitó a la gente del público a improvisar los versos de una copla. Sus invitados fueron los músicos Pablo Grinjot, Ezquiaga, Matías Pozo, Adrián Berra, Pablo Dacal, Lucas Giotta y Marianela Cuzzani del dúo Vecina Canciones. “La ronda es algo muy equilibrado, afín, todos los músicos nos miramos –resalta Rimoldi–. No hay músicos atrás ni adelante, entonces no hay protagonismos. Todos cantamos nuestras canciones más conocidas y eso hace que se vuelva más poderoso. También incluimos canciones del repertorio popular y eso hace que la gente participe automáticamente.”
Se trata, en definitiva, de volver a las fuentes. Grinjot apunta con buen tino que esta propuesta “es algo natural y una antigüedad también. La situación de platea y escenario es una cuestión europea de los últimos siglos, de la ópera, de los conciertos clásicos, del Romanticismo. Que los músicos se planten en un escenario, con todas las luces para ellos, y la gente los admire, no tiene nada que ver con la historia milenaria de la música, es una cosa modernísima”. En todo caso, es una búsqueda artística en pos del encuentro y para fortalecer la escena musical independiente en estos tiempos inciertos. Para ello, entienden, es necesario entablar un “diálogo más directo” con el público. “Como no se venden los discos, cada vez es más necesario que la gente vaya al vivo y que su experiencia sea buena, para que regrese”, apunta Sanguineti.
Según Viola, el interés por el formato acústico resurgió, en parte, “después de la tragedia de Cromañón, cuando la burocracia se puso densa con las habilitaciones de los lugares para tocar”. La cantora de Remedios de Escalada sigue la idea: “Lo acústico te da la posibilidad de escaparte del bullicio”. Para esta noche, ya convocó el equipo que saldrá a la cancha: Martín Sus, Axel Krygier, El Gnomo, El Gaucho, Ezequiel Borra, Barbarita Palacios, Javier Casalla, entre otros. “Los elegí porque los admiro y además hemos compartido buenos momentos”, dice ella.
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