MUSICA › EL “NUEVO-NUEVO” FLAMENCO EN LA CARTELERA PORTEÑA
El público podrá disfrutar hoy del cante de Miguel Poveda, mañana de la bailaora La Shica y poco después del intérprete y compositor Javier Ruibal. Con matices y diferencias estilísticas, representan a un género menos preocupado que antes por fronteras y purismos.
› Por Karina Micheletto
La música flamenca muestra hoy un panorama amplio, rico y diverso. Como ocurre en estas tierras con el tango, o con el folklore, la música de raíz de una región con fuertes rasgos identitarios dentro de España fue tomada por nuevas generaciones que supieron expandirla –de una manera más natural en algunos casos, más forzada en otros– con la lógica incorporación de otras influencias: sonidos urbanos actuales, cruces de géneros y de estilos. Desde aquel “nuevo flamenco” que se enfrentó inicialmente al llamado “clásico”, en los ’60 y ’70, mucho agua ha sonado bajo el puente gitano. Y lo que unos años atrás podía ser catalogado de herético por los puristas del género, hoy ya no parece dar lugar a acusaciones ni a debates sobre la línea que define al género, a medida que se extienden etiquetas del “flamenco pop”, “flamenco rock” y demás flamencos de mixtura.
Como buen mercado receptor de novedades, la plaza argentina recibe a algunos de estos exponentes del post-nuevo flamenco. La cartelera de estos días es un buen ejemplo de este fenómeno: en una misma semana se suman el catalán “adoptado” sevillano Miguel Poveda (que se presenta hoy en el Opera, ver aparte), y mañana, en la segunda de sus presentaciones porteñas, la mujer que comenzó como bailaora y que también es una de las nuevas “revelaciones” del flamenco no ortodoxo: La Shica. Otros artistas como Javier Ruibal, que viene más adelante, confirman esta bienvenida argentina –si es que el olfato de los productores resulta acertado– a lo que vendría a ser, aun con las diferencias de estilo del caso, algo así como el “nuevo-nuevo flamenco”.
La visita de hoy es la de quien es presentado como “el cantaor flamenco preferido de Carlos Saura, Pedro Almodóvar, Paco de Lucía, Serrat y Martirio”. Miguel Poveda tiene el sustento de una voz sorprendentemente potente para la copla, capaz de dotarla de los matices dramáticos del caso, y muestra, también, cierto manejo de la ortodoxia del género, o mejor dicho de su tradición. Pero ha sabido darle al flamenco una vuelta personal que lo coloca en otro lugar de cruces, como para haber captado la atención de Pedro Almodóvar (que incluyó su interpretación de “A ciegas” en Los abrazos rotos, y también de una vieja copla, “Cautiva”) o de Carlos Saura. Con Serrat colaboró en su disco dedicado al poeta Miguel Hernández. Y así como ha trabajado con Paco de Lucía, Enrique Morente o Tomatito, ha incorporado a poetas catalanes y se ha desplegado por el fado, la ranchera o el bolero.
De estilo más zafado, La Shica llega con el título de “Revelación del nuevo flamenco”, y con otros que sólo encuentran contexto en su país de origen, como el de “la supercoplera”. Anuncia parcerías locales que ya la ubican en cierto lugar de la escena, como la de Kevin Johansen (otro invitado a sus conciertos, en otros escenarios, ha sido, por ejemplo, Jorge Drexler). “Estas son mis intenciones: recuperar, romper y transformar”, define ella lo suyo. En su espectáculo, además de sacar fotos de culos (y de convencer a un parte de la audiencia de bajarse los lienzos en pleno teatro) despliega una mezcla urbana, desfachatada, de hip hop, flamenco, rumba-rock y copla, enriquecida con las coreografías de dos bailaoras que la secundan.
Se llama Elsa Rovayo y su nombre artístico proviene de un apodo doméstico: “como mido sólo 1,58, mi novio siempre me dice ‘¡ay, mi shica!’”, ha explicado. Formada en los tablaos como bailaora, La Shica tiene una carrera más breve como intérprete, pero está bien ubicada en el salto de circuito, de lo local a lo global. Grabó sólo dos discos: su lanzamiento fue con Trabajito de chinos, que la llevó a ocupar el lugar de artista revelación del pop español en 2008. Ya para el segundo, Supercop, dos años después, Javier Limón ofició de productor. Viene a la Argentina acompañada por su trío acústico, que en su sonido revela influencias por la música brasileña, el jazz y la copla.
Javier Ruibal ya ha venido antes a la Argentina, doce años atrás. No sólo intérprete, también compositor, su figura se asemeja más a la de un juglar que sabe incorporar sonidos del sur español, las influencias árabes, Andalucía, el norte de Africa, y también el fado o el jazz. Aunque mayor en edad que las otras visitas (lleva treinta años de oficio), su modernidad tiene que ver con el modo en que construye sus canciones, que suenan tanto en festivales de flamenco como de jazz o World music. Sus temas han sido versionados por cantantes como Martirio, Ana Belén, Pasión Vega y Jorge Drexler, también Juan Carlos Baglietto o Juan Quintero, por mencionar algunos entre un variado arco estilístico.
De origen andaluz, Ruibal siempre se ha preocupado por que su música no se inserte estrictamente dentro de “lo flamenco”, sino más bien en un territorio “de frontera” que estaría menor definido dentro de la canción de autor. Sin embargo, una buena parte de la nueva música flamenca está directamente influenciada por este artista, con su innovador lenguaje musical y poético. “Compongo y escribo la música que no oigo por ahí, la que todavía no está en el aire, para tener la sensación y la satisfacción de estar aportando algo, de acrecentar el caudal de emociones y abstracciones que muchos otros músicos han aportado antes que yo”, dice Ruibal sobre su oficio. Su lugar de referente dentro de la canción le valió ya la publicación de una biografía: Javier Ruibal, más al sur de la quimera, que incluye elogiosos testimonios de una cantidad de colegas. Estuvo a cargo del escritor Luis García Gil, quien antes había escrito libros sobre Serrat, Jacques Brel y Yupanqui.
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