Sábado, 30 de junio de 2012 | Hoy
MUSICA › REABRIO EL VIEJO MERCADO
Por Karina Micheletto
Una nueva clausura del Gobierno de la Ciudad en un local con música en vivo puso en alerta a los músicos y dueños de boliches porteños, que vienen sufriendo las eras post-Cromañón y post-Beara, más que como oportunidades de encontrar contextos seguros para sus actividades, como ataques que parecen dirigidos al cierre de lugares independientes. Esta vez fue el turno de El Viejo Mercado, un espacio que programa buena música en el barrio del Abasto. El miércoles por la noche, mientras transcurría un show de Peteco Carabajal, dos inspectores decidieron la clausura del lugar. Una cuota de razón de parte de la policía posibilitó que esa clausura esperara hasta el fin del concierto, contra la opinión de los inspectores. Y la diligente gestión de la jueza interviniente, Estela Carrascal, hizo que ayer se levantara una clausura que no mostraba asidero procesal para seguir en pie.
Los inspectores llegaron al concierto, con entradas agotadas anunciadas, en principio a controlar la cantidad de gente que había. Una vez que verificaron que era la correcta, siguieron observando estructuras y papeles. Encontraron que faltaba la renovación de la salida de emergencia, un trámite que el dueño del local mostró que tenía iniciado. Sin embargo, alcanzó para que se decidiera de inmediato no un apercibimiento, sino la extrema medida de clausura. “No sentimos que estuvieran allí para cuidarnos, sentimos que fueron decididos a encontrar alguna excusa para cerrar”, opina Isabel Noriega, representante de Peteco Carabajal y productora del show que estuvo a punto de ser suspendido. “Todos aprendimos con Cromañón, y que quede claro que sí queremos inspecciones: queremos lugares seguros para los artistas y la gente, queremos ser cuidados. Lo que no queremos es persecución política, persecución a artistas y a lugares piolas. Llama mucho la atención que justo sea en un concierto de Peteco Carabajal, que apoyó la campaña de Filmus en la última elección, y que justo tengan problemas los lugares que intentan programaciones alternativas”, denuncia.
“Abrimos el local unos meses después de Beara, en marzo de 2011, presentamos todos los estudios de seguridad que nos pedían y más –dice Mauro Paolini, dueño de El Viejo Mercado–. Los mismos empleados de la municipalidad me decían que era una clausura infundada, no me creían cuando les dije por qué me habían cerrado. Recibimos inspecciones cada quince días; no estoy en contra de eso, al contrario, puedo mostrar que trabajamos como se debe. Pero con esta clausura, no sé qué pensar de ahora en más. No quiero estar trabajando con miedo, y no soy sólo yo, mucha gente depende de este lugar.” Paolini destaca la acción de la jueza y hasta de la policía: “Ellos pusieron un poco de cordura cuando los inspectores les pidieron que vayan a sacar a la gente ya mismo. Dijeron: ‘¿Les parece que podemos sacar a toda esta gente, que está ahí meta chacarera?’”. Desde ayer, el local de Lavalle 3177 continúa con su programación, tal como se anuncia en www.teatrodelviejomercado.com. Y las convocantes presentaciones de Peteco Carabajal seguirán allí un par de miércoles más.
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