Jue 02.08.2012
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MUSICA › BRIAN CHAMBOULEYRON PRESENTARá HOY CANCIONES AL OíDO

Más allá de épocas y orígenes

En su último disco, el cantante, guitarrista, compositor, actor y docente abordó un “repertorio internacional” en el que la conexión entre Caetano Veloso, Charles Trenet y el Tape Rubín se da por la búsqueda delicada con la que es trabajada cada interpretación.

› Por Karina Micheletto

Canciones al oído, propone el cantante, guitarrista, compositor, actor y docente Brian Chambouleyron, desde el nombre de su último disco. Todos estos oficios, explicará el artista en diálogo con Página/12, tienen que ver con lo que se escucha en este trabajo. Que es un material bien cercano a la descripción del título, no sólo por el despojo en los arreglos y la instrumentación –que también aparecen como una marca– sino, sobre todo, por la búsqueda delicada con la que es trabajada cada interpretación, cada tema vuelto historia, cada matiz en el decir. Armado esta vez de un amplio repertorio que excede e incluye al tango –están las cosas más “criollitas”, está “Volver”, hay también nuevos compositores como Acho Estol o Tape Rubín–, el intérprete suma esta vez a Caetano Veloso o Charles Trenet, o las “Palabras para Julia” de Agustín Goytisolo, o a Chico Novarro. Así presentadas, estas Canciones al oído suenan como un intenso trabajo alrededor de la canción, que trasciende fronteras de épocas, orígenes e idiomas.

Chambouleyron cantará estas Canciones al oído hoy y los próximos jueves 9 y 16 de agosto a las 21.30 en Notorious (Callao 966). Lo acompañará en guitarra Martín Telechansky –a cargo también del proceso de grabación del disco–, y distintos invitados especiales: hoy estarán Néstor Basurto y Martín Ciocchini, el próximo jueves Lidia Borda –compañera de elenco en el recordado espectáculo Patio de tango– y, como cierre de fiesta, Horacio Molina, más algún invitado sorpresa que aún no se puede revelar. Sonarán, como en el disco, canciones en francés y portugués, idiomas que tienen que ver con la historia de Chambouleyron: nació en París y allí vivió hasta los 5 años, mientras sus padres completaban sus estudios. Más tarde, durante la última dictadura, la familia volvió a partir a México y Brasil, donde el cantante terminó el secundario.

–¿Cómo es esto de “cantar al oído”?

–Tiene que ver con un aspecto expresivo, por un lado, y técnico vocal, por el otro. Es la búsqueda de un tipo de colocación que yo hasta ahora no había explorado demasiado, pero que fue surgiendo de a poco en las presentaciones que fui dando hace ya un tiempo: una manera de cantar un poco más cercana al micrófono, de menor fuerza y de más calidez. Esa manera me permite explorar en otros registros de mi propia voz, registros un poco más graves. Es algo técnico pero también hace a lo expresivo: al movilizar otras zonas de mi voz, logro otro efecto de acercamiento con el público.

–¿Es también más expuesto?

–Exacto: es como un despojarse, mostrarse más al desnudo, atreverse también al silencio. Mi disco anterior se llamaba Tracción a sangre, ¡todo lo contrario! Bueno, son momentos de búsqueda diferentes. Aquí la búsqueda fue el despojo, y los arreglos y el repertorio reflejan también eso. Esta vez es un repertorio internacional, algo que no había hecho en discos anteriores, y que me debía.

–Hay temas de procedencias muy distintas. ¿Cómo pensó el eje del repertorio?

–Lo que le da coherencia, unidad en la producción artística, es justamente este estilo, esta manera de cantar. Como siempre investigo mucho para llegar al repertorio, y por supuesto están los gustos que me quiero dar: por ejemplo lo de Charles Trenet, un chansonnier de los años ’40, o la canción de Georges Moustaki, que es un poco más autobiográfica, porque yo nací en París y viví de niño la época del Mayo Francés, esa canción se escuchaba muchísimo, la ponían en mi casa todo el día. “Luz do sol”, de Caetano Veloso, es un homenaje a esa colocación suya que tiene que ver con lo susurrado al oído, despojada de manierismos, cercana al habla. También Horacio Molina es un referente en esa forma de cantar, y por supuesto es un lujo que venga de invitado.

–Pero no deja de presentarse como un tanguero, ¿o sí?

–¡Nooo! El tango es mi anclaje, mi punto de partida. Y aquí está también presente: hago “Volver”, pero de una manera aflamencada. Hago “Apure delantero buey”, también en una versión que no tiene nada que ver con la conocida, con el juego de los silbidos del que va arriba del pescante; ahí hay una tensión entre el apuro por llegar a los brazos de la amada y la lentitud de la carreta atravesando esa pampa infinita. Nunca voy a alejarme de la expresión tanguera criolla: junto a este repertorio en otro idioma puedo perfectamente cantar una canción surera de esas que hacía Gardel. No son excluyentes, más bien es mi deseo de explorar otros territorios, otros paisajes, por puro gusto, por placer, o por la necesidad de sentirme vivo.

–Parece haber mucho de actoral en su forma de interpretar, de llegar a su versión de los temas. ¿Es así?

–Inevitablemente. Soy músico, me considero una especie de juglar, pero dentro de esa juglaría hay un componente teatral bastante fuerte en la interpretación y en el escenario. Soy un animal de escenario, un performer; estoy en la cocina porque tengo que ensayar y preparar todo lo que hago, pero lo que más me gusta es el escenario. La docencia también es otra pata que nunca he dejado y que tiene que ver con todo esto: en los espectáculos me doy cuenta de que explico lo que voy a hacer, a la gente le gusta conocer el contexto de las canciones. En fin, en el escenario encontré el lugar adonde poder ser yo mismo en todas mis facetas.

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