MUSICA › ADRIAN CAYETANO PAOLETTI PRESENTA SU LIBRO POESIA INVISIBLE Y SU DISCO CASA RODANTE
Figura de culto del under, primero al frente de Copiloto Pilato y luego como solista, abandonó por un tiempo la música para recibirse de abogado, pero volvió con un álbum rico y emocionante.
› Por Luis Paz
Adrián Cayetano Paoletti gusta de una anécdota de su invención: “Suelo mentir que una vez le expliqué a mi hijo que en la vida artística uno puede conseguir fama o prestigio. Cuento que él me preguntó qué conseguí, y le respondí que ninguna de esas cosas”. Al cancionista bonaerense, que entre 1987 y 1992 comandó el grupo autogestionado y actualmente de culto Copiloto Pilato, la anécdota le causa risa. Una risa algo nerviosa, por cierto: sabe que eso no es así y que en la escena musical alternativa, el suyo es un nombre prestigiado. Incluso cuando durante casi una década, el artista de Monte Grande permaneció alejado de la producción discográfica y, prácticamente, también de los escenarios. Pero luego de dedicarse a su vida personal y académica, Paoletti publicó junto a su banda Los Acordes el notable disco Casa rodante, en el que rubricó todas sus aptitudes poéticas y cancioneras. En este anochecer, mostrará estas composiciones y presentará su flamante libro Poesía invisible en la Casa de la Lectura (Lavalleja 924, Villa Crespo, a las 19).
Será una ocasión ideal para zambullirse en el universo (ahora en parte doméstico y en su medida jusnaturalista, siempre bello, rico y emocionante) de Paoletti, pues además del estreno de su “antología poética” de canciones y textos de las últimas dos décadas y media, adelantará en formato acústico piezas que formarán parte de su próximo álbum –que prepara para publicar el año próximo–, Los mandos no responden, aumentaré la potencia al máximo. Para más y para bien, serán proyectados los documentales Agua en mis bolsillos, de Claudio Agosto, acerca de Copiloto Pilato, y Médanos, corto de Mauro Balzarotti sobre un viaje de Paoletti y Los Acordes.
“En su momento, necesité hacer un corte radical con la música para... desintoxicarme, digamos. Por un lado, estaba saturadísimo de todo lo que implicaba tocar y grabar de manera autogestionada. Por el otro, mi disco anterior, Soy yo por ahora, salió en el 2000, una época difícil en lo económico; y además acababa de casarme. Entré en un parate para terminar la carrera y meter la cabeza en otra cosa. La carrera me llevó seis años: me enclaustré, no iba ni a la esquina, me levantaba temprano”, relata. “Naturalmente, lo que pasó fue que me empezó a picar de nuevo la música. Nunca dejé de componer ni de tocar: armé estas canciones y aunque sea una vez por año tocaba en algún lado. Me entraron muchas ganas de tocar y Gonzalo (Córdoba, guitarrista de Los Acordes y de la banda de Vicentico) estaba en la misma. Así que decidimos hacer algo con eso.” Lo que hicieron fue Casa rodante, un disco aireado que destila ese olorcito doméstico a pequeñas delicias artesanales, que se construye en diálogo con canciones abiertas sobre rutas, árboles que se saludan y nubes enrarecidas.
El regreso en tan buena forma de Paoletti discute un par de cosas. En primera instancia, la idea del artista o, más bien, del arte permanente. Paoletti, pese a seguir realizando canciones, puso a un lado su obra para dedicarse a liquidar sus estudios en Derecho, y retornó a las grabaciones y los escenarios de la misma manera que se fue: conmovedor, astuto con las palabras, pictórico, tremendamente personal. Por el otro, la noción de una “fecha de caducidad” de los músicos para “decir cosas” desde el rock. “Se me ocurre que los Rolling Stones ya no tienen nada para decir, pero yo sí. Creo que esa idea del rock eternamente joven es sencillamente un gesto, un cliché que tiene que ver con el combo de usar el pelo largo, hacer mucho ruido, drogarse. No es lo que me interesa”, saca pecho. De hecho, si hubiese sido algo de interés para él, no habría salido de Copiloto Pilato, una banda que estaba en ascenso, de forma lenta, pero ascendente al fin. “Estaba con una carrera anterior en Comunicación Social, empecé a trabajar en Tribunales, ensayábamos lunes, miércoles y viernes y tocábamos cada fin de semana. También me habían empezado a molestar los horarios, los bolicheros”, argumenta ese final.
Luego del fade out de Copiloto Pilato, empezaron los ’90. Explotó el rock alternativo o el “nuevo rock”, y la espiral industrial llevó luego a la masificación de otro tipo de rock, basado en moldes mucho menos alternativos, que coparon estadios, teatros y bares. “Me pongo a pensar en que mis letras quizá sean muy cerradas, pero los Redondos tenían una lírica re-cerrada.” Durante esa década, Paoletti permaneció activo como solista y publicó Paciencia (1994), En la ruta del árbol, en busca de la canción perfecta (1998) y Soy yo por ahora (2000). “Estoy contento y orgulloso de haber hecho esos discos, porque si no los hubiese hecho, esos discos no hubieran existido. Que una canción de hace veinte años siga estando presente y a los pibes de ahora les guste es buena señal. Pero Soy yo por ahora fue el final de lo que entendí como mi primera etapa. Casa rodante inicia una segunda fase”, explica. En el próximo, aumentará la potencia al máximo. Y después, ¿quién sabe?
“Me gusta hacer canciones: si llego a alguna que me guste, la muestro. Para mí, el formato de registro de las canciones es el disco, me gusta hacer discos. Me gusta que suenen lo mejor posible dentro de las posibilidades económicas y las herramientas disponibles. Me gustan las ediciones que son prolijas, con librito, fotos, letras y data. Un amigo me decía que ya nadie hace discos, que haga unas canciones, las suba a Internet o las ponga en un CD-R. De Casa rodante vendí unas 300 copias. Puede que sea poco, pero no me importa: aunque no tenga sentido, lo que quiero es que existan.”
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