Sáb 08.09.2012
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MUSICA › DANCING MOOD PRESENTA NON STOP, SU CD TRIPLE QUE RECORRE MEDIO SIGLO DE MUSICA JAMAIQUINA

“Creo en la música como sanación”

Hugo Lobo, líder de la banda y propagador cultural, es uno de los artistas más interesantes de la escena under y autogestiva. Dice que su trabajo es “mostrarle al público algo distinto y difundir música de mucha belleza que acá no está muy escuchada”.

› Por Luis Paz

Sea en una pelea callejera o sobre un escenario, Hugo Lobo tiene la capacidad de romper cabezas. De lo primero no hay que preocuparse; más allá de su metro noventa de altura y de sus duros golpes al puchingball del gimnasio del club Atlanta, es una persona tranquila y pensante que luce pacífica y que toma del boxeo la lógica deportiva. De lo segundo, eso sí, hay que ocuparse: Dancing Mood, el ensamble que formó a comienzos del siglo y que dirige, se fue convirtiendo en uno de los proyectos más ejemplares y monumentales de la música underground y autogestiva contemporánea. La última señal fue un disco triple que recorre el último medio siglo de música jamaiquina, con variaciones en torno del jazz, el pop y la música sinfónica, y del que el entrenador del club eligió el nombre para el segundo bautismo del gimnasio en el que Lobo espera a Página/12: Non Stop. Entre otros hechos notables, Dancing Mood reunió para esa obra a tres generaciones de creadores e intérpretes de la música jamaiquina, como Rico Rodríguez y Doreen Shaffer, de The Skatalites; las británicas Janet Kay y Sandra Cross, o Gazz Mayall y Georgia Ellis. Tres de esos convidados, el pionero Winston Francis, la reina lover Carroll Thompson y Lynval Golding, de The Specials, acompañarán al grupo en cada una de sus próximas presentaciones en el Teatro Vorterix. Francis estará hoy con ellos en el ex teatro de Lacroze y Alvarez Thomas, Thompson lo hará el domingo 16 y Golding, el sábado 22.

Ya en el buffet del centro cultural Los Bohemios, que Lobo preside en el club Atlanta, el músico explica que sí, que está de acuerdo con la idea de la música sana en mente y cuerpo sanos. “Creo en la música como sanación. Escucharla, aprenderla, enseñarla, componerla e interpretarla son cosas fundamentales en mi vida. Y me parece que están muy relacionadas al deporte: hay que aprender, ir conociendo cosas nuevas, progresando y superándose, enfrentando problemas y compartiendo con otras personas”, desarrolla. Lobo ha pasado prácticamente toda su vida relacionado con ambos: jugó básquet durante quince años, hace música desde los seis; creó Dancing Mood hace una década y al boxeo lo practica hace media. Y además de ser capaz de componer sinfonías para sesenta músicos para conciertos especiales de Dancing Mood y de poner su trompeta al servicio de Damas Gratis o Los Fabulosos Cadillacs, entre tantos grupos, también la hace sonar en la popular del club porteño.

Hugo Lobo es, además de un músico de excepción, un propagador cultural. Como capturando un rebote, con su medida logró bajar las “músicas altas” de Duke Ellington, Count Basie o Miles Davis nuevamente al llano, como un destacado pivot artístico. “No sé de dónde sacan esa data de que el jazz es algo para ver sentado tomándose un vino de doscientos pesos. El jazz era música para que la monada baile, se pase una mina por debajo de las gambas y la pase bien”, indica. Esa celebración, esa diversión y esa comunión son bases, justamente, de la propuesta de Dancing Mood, un combo instrumental que desde la aparición de 20 minutos, su debut de 2001, ha venido generando un sitio nuevo en la música popular local a partir de la imbricación de ondas diversas.

En muchos sentidos, Lobo es un propagador marginal. Ha tocado cumbia y viste ropa deportiva, pero también desarrolla música instrumental desde la producción autogestiva. Es un tipo de fútbol, de cancha, de músicas diversas, que ingresó a un circuito porteño arraigado en el rock y deformó algunos de sus límites, incluyendo historia a una propuesta que, igualmente, es aquí muy novedosa. “Dancing Mood no es una banda de covers”, defiende. “Hacer arreglos para una orquesta de sesenta tipos a partir de una canción de tres acordes preparada por un trío es algo creativo, es composición.”

En Non Stop, Lobo publicó su primer par de composiciones completas y originales. La pieza que abre el primer disco, epónima a la obra, y la que cierra el último, “Toto”, dedicada a Roblat, uno de los más grandes percusionistas argentinos, ex miembro de Los Cadillacs fallecido en 2008. “Siempre compuse, desde que toco la batería, y también toco el piano. No es que se me ocurrió componer ahora, es que recién para este disco de Dancing Mood me pareció que mis composiciones cuadraban conceptualmente. Para mí un disco es como un libro: de principio a fin.”

En estos años, Dancing Mood ha realizado gestas a priori imposibles. Llenó el Luna Park y logró lo mismo con el Gran Rex, junto a músicos del Teatro Colón y la Sinfónica de Buenos Aires, tuvo un ciclo histórico con más de cien conciertos en Niceto Club (documentado en un DVD que registró el del aniversario, un show gratuito ante más de 20 mil personas sobre la calle Niceto Vega); y en Non Stop reescribió a los incunables de la tradición jamaiquina, sumando cameos de obras de Burt Bacharach, Henry Mancini o Charlie Parker. En ese documental audiovisual puede notarse una de las cosas más insólitas en torno de la banda: la gente corea las melodías de vientos y los leitmotiv de los solos de trompeta. “Es una de las cosas más copadas que pasa en los shows”, califica Lobo.

Y si se trata de cuestiones nobles, bellas o bien simpáticas, el músico también las vive debajo del escenario. En Los Bohemios comparte el conocimiento adquirido del maestro Américo Belloto y pulido año tras año al piberío del barrio. Ahora tiene 35 alumnos, pero ya ayudó a más de 150 a formarse en el instrumento. “Yo elegí este camino, el del trabajo cultural, y es bastante satisfactorio. Nunca caí en una depresión, más allá de los resultados, porque yo no toco en una banda ni para ser famoso ni para hacer guita. No me preocupa la repercusión; mi función es compartir, mostrarle algo distinto y difundir música de mucha belleza que acá no está muy escuchada. Yo me dedico a eso.”

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