MUSICA › EL ALTO NIVEL DE LOS ARTISTAS EN LA SEMANA MUSICAL LLAO LLAO
Con promisorios artistas internacionales y destacados locales, el festival lleva ya veinte años con un crecimiento constante.
› Por Diego Fischerman
Desde Bariloche
Una de las ventajas claras del paraíso es serlo. La otra, tal vez tan importante como ésa, es no ser el infierno. Y es que el contraste no podría ser mayor. Al mismo tiempo que la acumulación de basura y sus olores, los calores y sus humedades, las protestas y sus ruidos y las fallas eléctricas y sus oscuridades, en un escenario recortado contra un lago azul y los cerros ya en sombras, las jóvenes Francesca Dego y Francesca Leonardi interpretaban el increíble segundo movimiento de la Sonata para violín y piano de Achille-Claude Debussy. Cosas de los festivales y de las lejanías. En un lado, la ciudad acentuando su caos hasta el paroxismo. En el otro, en uno de los picos de la Semana Musical Llao Llao, la belleza llevada hasta su propio abismo.
Este festival, que empezó hace veinte años, fue creciendo de a poco y a partir de sus propias coordenadas. Nunca buscó ser más que lo que era. Y fue siendo cada vez más. En la actualidad, con un fuerte énfasis en la música de cámara, se alternan allí promisorios artistas internacionales con destacados intérpretes locales. Estuvo en la inauguración, por ejemplo, el Cuarteto Buenos Aires, que integran Haydée Seibert y Grace Medina en violines, Marcela Magin en viola y Edgardo Zollhofer en cello. Estuvo la violinista Francesca Dego, que antes de su concierto con Leonardi fue la solista de Las cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi, junto al Ensamble Estación Buenos Aires, que fue creado para este ciclo y que dirige Rafael Gintoli, y su compañera de dúo, que fue una excelente solista en el Concierto No 1 de Dmitri Shostakovich, también junto al ensamble. Y, nuevamente con ellos, el pianista Luis Acot, que fue protagonista en el Concierto K449 de Wolfgang Amadeus Mozart. Hubo lugar, asimismo, para el cuarteto de trombones Viento Sur y para el meritorio Río Negro Ensamble, dirigido por Santiago Aldana, conformado por músicos muy jóvenes y con arreglos que aprovechan la heterogeneidad (cuerdas, percusión, saxo, corno, flauta, fagot y bajo eléctrico) para lograr riqueza tímbrica y donde se destaca la flautista y cantante Irene Ríos.
En uno de los conciertos del ensamble también fue solista el clarinetista Mariano Rey, en un programa que incluyó obras de Astor Piazzolla y Paquito D’Rivera. Pero, más allá de la calidad de los intérpretes, debe destacarse una programación sin concesiones, que jamás pierde de vista el interés musical. Uno de los extraordinarios Quintetos con dos violas de Mozart y el Cuarteto de Debussy, el Trío y el primer Concierto para piano de Shostakovich (con orquesta de cuerdas y trompeta) o el repertorio de Dego y Leonardi, que a la Sonata de Debussy acoplaron la Op. 47 “Kreutzer” de Ludwig van Beethoven y las versiones que Karol Szymanowski hizo de tres de los Caprichos de Paganini, hablan a las claras de un alto punto de mira. El robusto sonido y el fluido fraseo de Dego y la segura potencia de Leonardi fueron, en ese sentido, una muy buena prueba. Ni la belleza del paisaje se utiliza como posible compensación de debilidades artísticas ni la distancia con los centros metropolitanos para su disculpa. Tampoco el refinamiento del hotel donde se llevan a cabo los conciertos hace olvidar otras cuestiones: muchos de ellos se repiten, con entrada libre, en la propia ciudad de Bariloche, en Villa La Angostura, San Martín de los Andes y El Bolsón. Un paraíso, en todo caso, con una banda de sonido acorde.
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