Sáb 17.11.2012
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MUSICA › DIEGO FRENKEL PRESENTARA SU DISCO CELULA ESTA NOCHE EN LA TRASTIENDA

“Estoy conectado con vivir el presente”

El ex La Portuaria asegura que por primera vez hizo un álbum donde hay un hilo conductor entre las canciones y que no se mueve por reacción a su pasado sino por la intuición que marca el deseo: “Mi sangre se mueve porque quiero darles potencia y vida a estos temas”.

› Por Joaquín Vismara

El título de un disco puede decir bastante no sólo sobre la obra en cuestión, sino también sobre quién firma el trabajo. En el caso de Célula, el tercer opus solista de Diego Frenkel, la elección no es fortuita. Tras timonear durante casi veinte años el barco de La Portuaria, con el que fusionó al rock y el pop con hot jazz y ritmos de distintas latitudes, ahora apunta a la canción simple y orgánica, por momentos mínima, pero con su impronta como autor siempre presente. La referencia a la unidad morfológica más pequeña de un organismo vivo toma entonces doble sentido: por un lado, los temas pueden llegar a su más ínfima expresión, absolutamente despojados. Pero, por el otro, esta selección de composiciones de tinte folk lleva, al igual que las células de los seres vivos, su código genético como compositor, con su legado, su impronta y su herencia. Desde sus comienzos al frente de Clap, como posteriormente en La Portuaria, su fugaz proyecto con Bel Mondo y en su carrera solista, Frenkel navegó entre estilos, pero mantuvo una única política: dejar ir al pasado y no especular con el futuro. Sin olvidar su historia previa, pero tampoco viviéndola con nostalgia, asegura que no lo motiva más que su presente, que incluye la presentación de su último disco hoy a las 23.30 en La Trastienda (Balcarce 460).

–Célula marca distancia con sus trabajos anteriores. ¿Era su intención?

–No trabajo en relación con mi obra pasada, y nada es respuesta a lo que hice antes. Lo que hago es ir intuyendo por dónde está el deseo y dónde me siento vivo haciendo música y descubriendo algo nuevo para empezar. Hay algo que se agrega en Célula, que es algo con lo que trabajé mucho, que es el mundo de lo rítmico. Hay células rítmicas muy africanas llevadas al ritmo de la electroacústica, y ése fue un trabajo muy intenso con Pedro Bulgakov y Florencio Finkel. Sudamos frío varias veces ante el abismo de no lograrlo, pero es una base maravillosa.

–¿Hay algún concepto detrás del disco?

–Veía que las canciones tenían un hilo conductor, que algunas palabras me acechaban en las letras y repetían un concepto que estaba ahí como diciéndome “este es el hilo conductor, y esto no es sólo un grupo de canciones aisladas, sino una obra que tiene una dimensión conceptual”, algo que no había sentido tan fuertemente en ningún otro disco mío. Claudio Roncoli, el artista plástico que hizo el arte de tapa, escuchó el tema “Célula” cuando le mostré el disco y dijo que ése era el nombre del álbum, entonces entendí por qué esa canción era central. La célula es la forma de vida más pequeña que conocemos, y a la vez es lo que guarda la información genética y que por repetición y variación nos multiplica al infinito y nos trae del infinito. Detrás de esto hay ciertas ideas del pensamiento oriental de los ciclos como base de la vida y que tiene que ver con el tiempo histórico que estamos viviendo, en el que la humanidad está en un paso gigante y no se sabe hacia dónde. La genética avanzó a tales puntos que podemos llegar no sólo a clonar, sino incluso a especular con la idea de eternizar nuestra vida corpórea. A la vez estamos ante una destrucción inédita del planeta, y debe ser una de las primeras veces en la historia de la modernidad en la que no existe una imagen de futuro, porque no podemos imaginar nuestra vida como especie ni siquiera en veinte años. Eso nos pone al borde de cierto abismo que puede ser muy angustiante, pero así de ambiguo como es puede ser la apertura a un nuevo paradigma.

–Para plantear este concepto, ¿era necesario que el disco tuviera un soporte tangible?

–Amo los discos con formato físico porque agradezco que algo tenga cuerpo y uno pueda tenerlo y atesorarlo y que incluso envejezcan sus materiales con el tiempo para que nos muestre que eso es perecedero y a la vez nos pertenece. Pero la difusión por Internet es muy positiva y democratiza mucho la circulación de información en general. Permite que no esté en manos de determinados grupos de poder y eso es crucial.

–¿Tuvo que adoptar una nueva manera de trabajar?

–En el disco anterior armé el material solo, con la guitarra y mi computadora. Cuando salí a presentarlo quería armar una banda y fue un proceso lento para reencontrarme en un lugar nuevo como músico después de La Portuaria. A la hora de emprender Célula, comencé a trabajar las canciones de la misma manera, pero la mayor parte del material la armé junto a ellos en la sala de ensayo, dirigiendo los arreglos. Mucho material surgió a partir de cómo ellos procesaban el material y yo los iba direccionando. Fue una manera nueva para mí porque mi trabajo siempre había sido dividido de dos formas: o como solista armando absolutamente todo o dentro de un grupo donde es otro entretejido. Acá sería dirigir a una banda que está trabajando para mis canciones y generar algo conjunto bajo mi dirección.

–¿Y cómo eligió a sus nuevos compañeros?

–Cada uno se acercó por razones distintas. Florencio trabajaba conmigo en seminarios de producción hace diez o quince años. Es un bajista genial y un autor muy talentoso. A Lucy Patané la conocí viendo a La Cosa Mostra, la banda que tiene con Paula Maffia y que tanto quiero; en el primer momento quedé enamorado de su manera de tocar y la convoqué para sumarse a este proyecto. Es mi compañera guitarrística ideal. Y ella me presentó a Pedro, que tocaba la batería con ella y es además un musicazo que toca tablas hindúes y tiene muchos conceptos. Para el vivo se incorporó también Ignacia, a quien conocí como autora a través de Odisea Records, el sello del que soy curador, y es una música hipertalentosa, porque toca guitarras, teclados y demás. Así conformé un grupo de artistas más jóvenes con los que me encanta trabajar y que tienen un talento personal y singular cada uno.

–El disco de La Portuaria, Devorador de corazones, está próximo a cumplir veinte años. ¿Cómo recuerda ese período de su vida?

–Es un disco que muy cada tanto revisito y es una especie de dínamo de energía brutal. Es una explosión ya desde la tapa y su grabación y sus shows también lo fueron. Cuando reviso eso me siento agradecido con la vida por haber formado parte de esa explosión artística, con los trabajos con De la Guarda, El Descueve, la convivencia con ellos y la cofradía artística que tuvimos, que fue para mí muy eruptiva y muy fuerte. En esa época fue el encuentro con David Byrne, diez años después de que lo tuviera como maestro y modelo en Clap. Es algo que está dentro de mí y es la raíz de toda una parte de mi existencia. Es bueno poder aceptar que las cosas tienen un tiempo porque, si no, estás a riesgo de secarte tratando de sostener el árbol por donde el agua ya no fluye. Estoy más conectado con vivir el presente en el que estoy situado y hago todas estas reflexiones porque me lo preguntás, pero mi sangre se mueve porque quiero darles potencia y vida a estos temas.

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