Jueves, 20 de diciembre de 2012 | Hoy
MUSICA › COMIENZA LA CUARTA EDICIóN DE JAZZ AL FIN EN USHUAIA
El bandoneonista será homenajeado en el festival fueguino, que contará con Escalandrum, Tarrés y Parmisano.
Por Diego Fischerman
No se sabe si será el fin del mundo. Pero, por las dudas, “en el fin del mundo” se lo esperará con música. El festival se llama Jazz Al Fin y el nombre juega con dos ideas, la del logro de lo largamente anhelado y, también, la de ese límite de toda tierra conocida con la que Tierra del Fuego enhebra su presente y su leyenda. En Ushuaia, contra viento (que allí suele ser mucho) y marea, el ciclo tendrá, a partir de hoy, su cuarta edición consecutiva, con varios apoyos locales, oficiales y de hoteles y restaurantes, y con la colaboración de la Secretaría de Cultura de la Nación. Y este año estará dedicado a Astor Piazzolla, un músico al que muchos, en su momento, vieron también como el fin de algo. Como en otras ocasiones, la historia demostró que se trataba del principio.
“Sí, es cierto, soy un enemigo del tango; pero del tango como ellos lo entienden”, decía el bandoneonista a la revista Antena, en 1954, cuando su carrera solista, más allá de la orquesta que había dirigido entre 1946 y 1948, las grabaciones con María de la Fuente y con una orquesta de cuerdas en 1950 y las piezas notables que había escrito para las orquestas de Troilo, Fresedo, Basso y Francini-Pontier entre ese año y el momento en que hacía esa declaración. “Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo no”, agregaba. “Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también debe cambiar la música de Buenos Aires. Somos muchos los que queremos cambiar el tango, pero estos señores que me atacan no lo entienden ni lo van a entender jamás. Yo voy a seguir adelante, a pesar de ellos.”
En 2012 se cumplieron veinte años de su muerte y conmemorando ese aniversario, el festival fueguino programó dos proyectos que no sólo homenajean a Pia-zzolla sino que están entre lo más interesante surgido recientemente: las versiones –las re-creaciones, en sentido estricto– de la música del bandoneonista del grupo Escalandrum, liderado por su nieto, el baterista Daniel “Pipi” Piazzolla, y del sexteto del guitarrista Fernando Tarrés. E incluirá también a Mario Parmisano, un pianista argentino de una larga trayectoria que tocó junto a, entre otros, Al Di Meola, precisamente en el disco en que éste interpretaba a Piazzolla. Los locales Néstor Alonso en guitarra, Jorge Navone como narrador y Jorge Rodríguez en bandoneón presentarán por su parte Espejos de tango. Los duendes de Horacio Ferrer, el espectáculo que hoy a las 20.30 oficiará como apertura oficial del encuentro.
“Estoy muy feliz y honrado de ser parte de este Festival de Jazz dedicado a mi abuelo. El jazz fue una influencia muy importante para que revolucionara el tango”, asegura Pipi quien, además, es el curador de esta edición de Jazz Al Fin. Su sexteto, en realidad, ya lleva en el nombre un homenaje al abuelo. Allí drum, la palabra inglesa para el instrumento de Pipi, se cruza con el nombre del tiburón Escalandrún, el animal que Astor amaba pescar. Conformado, junto a él, por Mariano Sívori en contrabajo, Martín Pantyrer en clarinete bajo y saxo barítono, Nicolás Guerschberg en piano, Damián Fogiel en saxo tenor y Gustavo Musso en saxos alto y soprano, Escalandrum cerrará el festival el sábado a las 21.30, después del concierto solista del guitarrista Néstor Alonso y festejando, seguramente, que el mundo siga andando. “El deseo de interpretar las obras de mi abuelo estuvo presente desde el inicio de mi carrera profesional”, escribía el baterista en la contraportada de Piazzolla plays Piazzolla, el notable disco publicado por Epsa el año pasado. “Ahora me siento realmente preparado y con la confianza necesaria para enfrentar este desafío.”
El grupo ya llevaba, para ese entonces, doce años de existencia y sin cambiar sus integrantes, con lo cual a la cohesión se sumaba la sensación de que ése era un punto de llegada. O, más bien, de inflexión, como lo muestra la continuidad de Escalandrum. La intención de cruzar el mundo del jazz con materiales perceptiblemente argentinos, en rigor, siempre había estado presente en el proyecto sonoro de este grupo. Y el abordaje de la música de Astor Piazzolla abreva, en todo caso, más que en la melódica. en sus tonos oscuros y en la densidad de su trama, algo que ya estaba presente en otros excelentes discos de Escalandrum como Estados alterados, Sexteto en movimiento o Misterioso.
Parmisano, junto a Lucas Canel en batería y Damián Vernis en bajo, estarán hoy a las 21.30 en la Sala Niní Marshall de la Casa de la Cultura de la Municipalidad de Ushuaia y en esa misma sala, mañana a las 21, actuará el sexteto dirigido por el guitarrista y compositor Fernando Tarrés, que integran junto a él Damián Bolotín en violín, Rodrigo Domínguez en saxo tenor, Juan Pablo Arredondo en guitarra, Jerónimo Carmona en contrabajo y Carto Brandán en batería. Ya la ausencia de bandoneón habla en su caso de una mirada renovada con respecto a la música de Piazzolla. Plasmada en su disco Todo Buenos Aires –publicado por el sello BAU– y como resultado de un encargo del Festival de Jazz de Buenos Aires, allí se articula lo que la revista europea Cuadernos de Jazz no dudó en considerar “lo mejor que se ha hecho jamás con la música de Piazzolla, después de Piazzolla”. El festival incluirá además talleres y clases magistrales del percusionista Jorge Padín, de Pipi Piazzolla, de Fernando Tarrés (con el tema “Piazzolla, una música de síntesis”), y del grupo Escalandrum, que brindará una clínica de ensamble.
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