Viernes, 4 de enero de 2013 | Hoy
MUSICA › OMAR MOLLO PRESENTA BARRIO SUR
Afincado en Amsterdam, con una agenda fuerte de trabajo en Europa, el cantor presenta en Boris Club un nuevo disco en el que cultiva el tango, pero también se abre a otros sonidos.
Por Cristian Vitale
Cosa de rutas lejanas. Estaba Omar Mollo en la embajada argentina de Finlandia, cuando un viejo de saco verde le cerró la puerta en la cara, mientras fumaba un cigarro. “No sabe cómo lo puteé”, se ríe él. Mollo y un amigo tuvieron que soportar el frío de Helsinki en una placita desierta hasta que alguien volvió a abrir la puerta y la espera, entre paredes y copetines, se hizo más cálida. Una secuencia, al cabo, de las tantas que el rockero del oeste suburbano devenido cantor de tangos universal tuvo que vivir durante su última gira por Europa y que empezó cuando el embajador argentino en tal país (Daniel Pierini) lo fue a buscar al aeropuerto y le abrió la embajada especialmente, para esperar tres horas la llegada de un tren. “Entramos, comimos, tomamos, le tocamos algo al embajador y, después de la historia del cigarrillo y el frío, nos fuimos para Seenaioky, donde era el festival. La pasamos impecable”, se extiende Mollo sobre una larga tournée que abarcó conciertos en Toulousse (Francia), Sines (Portugal), Huesca (España) y Riga (Letonia). “También fue alucinante el recital en el castillo de Sines y, personalmente, el hecho de ir como Omar Mollo solo, y no como parte del Sexteto Canyengue de Carel Kraayenhof, el bandoneonista holandés que le tocó ‘Adiós Nonino’ a Máxima Zorreguieta”, refiere.
La gira de Mollo, que lleva ocho años viviendo al frente del Sarphati Park, en Amsterdam, junto a su mujer-manager Graciela, se imbrica en el estreno del flamante disco Barrio Sur, que mostrará en Buenos Aires hoy a las 22 en Boris Club (Gorriti 5568). Un disco de trece piezas en el que el cantor no pierde la impronta de Goyeneche, especialmente en clásicos como “Los cosos de al lao”, “Cuando me entres a fallar” o “Afiches”, pero que se torna más ecléctico respecto de sus discos anteriores, a través de versiones que exceden los márgenes estéticos del tango. “Venganza”, por caso, el bolero del brasileño Lupicinio Rodríguez que Augusto Roa Bastos adaptó al español y que Mollo decidió recrear impulsado por el productor del disco Alejandro Pont Lezica. “Es un tema que cantaron Alberto Marino y Hugo Marcel en el pasado y me encantó para hacer un bolerazo. La verdad es que me gusta toda la música, venga de donde venga, y el bolero, sí, José Feliciano y Tito Rodríguez. No sé, tengo 62 años y soy de la época del bolero, debo admitir que me gusta la música romántica”, sonríe.
–También se le animó a Spine-tta con una versión algo atípica de “Muchacha...”.
–Yo fui muy amigo del Flaco, le comenté que lo iba a hacer y justo se murió... Era como una asignatura pendiente y dije “no me importa nada”, porque mucha gente me dijo “¿no la vas a cagar con esto?”. Ni ahí, porque me salió del alma.
–Tiene un arreglo de percusión folklórica en el medio que, junto al tono grave y áspero de su voz, le da un toque distintivo al tema.
–Y el arreglo de bandoneón y piano que parecen violines. Después viene el bombo de chacarera y un final ahí, sin grandilocuencia.
–“Los ejes de mi carreta” es otra excepcionalidad. ¿Por qué Yupanqui?
–Viene de la época en que Javier Malosetti hacía el ciclo de música en Telefe, porque lo canté ahí con el mismo arreglo, muy jazzero. Me permití estos gustos porque la verdad es que éste, a diferencia de mis otros discos (Tango, Gola, Y que siga), es el primero en que me siento en primera A, sin apuros y libre.
Para matizar una formación mínima y sólida (Diego Ramos en piano, Hugo Satorre en bandoneón y Hernán Cuadrado en contrabajo), Mollo sumó a Andrés Ciro Martínez. El ex Piojo incluyó su voz en “Tango del diablo”, un tema propio que ya había cantado cuando Los Persas presentaron Viaje al centro de la luna en el Luna Park. “Esa noche yo canté ‘No obstante lo cual’, de Pappo, y este tango de Ciro, en el que también metió mano Charly García con algunas melodías, pero no quiso figurar en los créditos”, ríe. Otra “excepcionalidad” es “Para Gra”, una balada al piano compuesta por el mismo Mollo y dedicada a su compañera. “Lo grabé en secreto para hacerle un regalito a ella, y recién se enteró cuando salió el disco. Hace 13 años que me está bancando... es lo menos que merece.”
–Cuatro discos, trabajo en Europa, nido en Amsterdam. ¿Definitivamente tanguero o queda algo de aquel rock, del Mollo aguerrido de MAM?
–Mi fuerte hoy es el tango, pero siempre me junto con gente amiga a zapar. Me mato zapando rock and roll en el estudio de grabación, y hacemos sátiras de tango en rock... lo que pasa es que me acostumbré mal a agarrar un microfonito y no tener que bancar los equipos, y toda la historia. Yo laburé toda la del rock de principio a fin, hasta que un día me pusieron un microfonito, me dieron un poquito más de plata y, bueno, me encantó (risas). Mi vida va a ser así: un disco, gira, volver a casa, paz, un billete para vivir, abuelito por segunda vez, ¿qué más quiero?... tus cuatro paredes son un templo, loco.
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