Vie 01.03.2013
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MUSICA › FERNANDO BLANCO Y SU TERCER DISCO SOLISTA

Confesiones de un beatlemaníaco

“Mi visión del mundo, mi cultura, es a través de Los Beatles”, subraya el ex integrante de Los Súper Ratones. Con su banda Nube 9 también recorre el catálogo de los cuatro de Liverpool.

› Por Javier Aguirre

Tres discos solistas, siete viajes a Liverpool, teloneo a Ringo en el Luna Park, gira con el guitarrista de McCartney, un libro en coautoría sobre los caminos en solitario de Los Beatles e infinitos shows con Nube 9, su banda de covers del catálogo beatle y periferia (es decir, de repertorios solistas de John, Paul, George, Starr y de otros artistas anglocantantes de los ’60). Todo eso en siete años, los que pasaron desde que Fernando Blanco se bajó de Los Súper Ratones y construyó laboriosamente y con mucho corazón su nueva vida como músico. Siempre con un pie dentro de la cosmovisión beatle, esa forma de entender y explicar el universo a partir de leer las sagradas escrituras de una banda liverpuliana de rock. “Mi visión del mundo, mi cultura, es a través de Los Beatles”, asegura a este diario Fernando Blanco, y ejemplifica: “A los diez, o doce años, cuando me agarró la beatlemanía, mi vieja –que era docente– se preocupaba y decía: ‘A mi hijo sólo le interesa esto’. Un día, hablando sobre la muerte de Kennedy, yo mencioné la fecha del asesinato y mi vieja me preguntó: ‘¿Cómo sabés eso?’ Le contesté que recordaba que, dos meses antes, Los Beatles habían grabado o hecho tal cosa. Son un pie cultural que siempre tengo, un punto de partida para cualquier cosa. Yo leo muchas cosas, pero cada año, seguro, me leo dos o tres libros sobre Los Beatles”.

En su tercer álbum, el movedizo Días movidos (que presentará hoy en Ultra, San Martín 678), las canciones de Blanco tienen un equilibrio entre luminosidad, optimismo y humor que, era de esperar, rezuman beatleidad por todas partes.

–¿Los Beatles son una obsesión? Parece ironizar sobre eso en la letra de “La misma canción”, que dice “yo siempre escucho la misma canción”.

–No está mal tener una pasión por algo. Se puede descubrir un mundo a través de una pasión. Lo malo, lo preocupante, sería que no hubiera pasión sino apatía. Los Beatles son como el río, que lo ves pasar y nunca es el mismo. Yo tampoco soy el mismo. Al talento de ellos, sobre el que no cabe duda, uno le aporta lo suyo. El receptor también fluye, no sólo el emisor. Cada vez que los vuelvo a escuchar encuentro algo nuevo. Ahora, que se cumplen 50 años de Please, please me y lo estamos ensayando entero con los Nube 9, noto que, aunque parece un disco muy simple, impresiona por sus armonías de quintas, por los cambios de acordes. De todos modos, en “La misma canción” hablo del amor, de que sigue siendo una misma canción, una cosa simple. Cuando la compuse pensaba en la diversidad de géneros, en el reconocimiento a los derechos de las minorías sexuales y en que el amor sigue siendo lo mismo. Suena más zeppeliniano que beatle, sí.

–A pesar del optimismo general del disco, en “Como Elvis” alude a que el cuerpo explote de rock and roll. ¿Le preocupa el paso del tiempo y su efecto sobre el cuerpo?

–Tengo casi 28 años de carrera, a los 15 años toqué en vivo por primera vez, fue mi primer show. Veo a Ringo, a Paul, a los Stones y digo: “Se puede”. Siempre siento que puedo escribir la mejor canción. El cuerpo puede. A alguna gente se le complica, pero lo importante es tener qué decir. Ves a Bowie ahora, y aunque está hecho mierda, tiene onda. Y para notar que algo tiene luminosidad, vos tenés que estar en un lugar más oscuro desde el que mirar. Es salir a la superficie otra vez. El optimismo viene después del dolor, es un contraste, y la música está llena de contrastes. Yo me rehice después de estar muchos años en una banda, de estar en una cosa y pasar a estar en otra. Fue una crisis, un renacimiento. Como decía Lennon en “God”: “Renazco”. Y renacer siempre es traumático.

–Con Nube 9 llevan una doble carrera, en simultáneo: la de la banda y su camino solista. De hecho, en Días movidos tocan los Nube 9.

–Está mezclado, es a veces confuso y lo vivimos así. Si tenemos un show de covers sixties o alguna fecha beatle, nos ponemos ese traje. Y si tocamos mis canciones, nos ponemos el traje de mis canciones. Así como hay orquestas de jazz o de tango, somos una orquesta de rock and roll.

–La idea de “banda de covers”, sin embargo, no goza de mucho prestigio. Suena, casi, peyorativo.

–Así como tocamos mi material, nosotros interpretamos discos enteros de otros artistas. Parece existir cierta línea divisoria grosera entre “bandas de covers” y “bandas de temas propios”. Bueno, acá estamos nosotros para borronear esa línea, para romperla. Están las bandas de covers, están las bandas de temas propios y está Nube 9. El problema es cuando una banda de covers calca, en lugar de interpretar. En los distintos eventos beatle en los que participamos, vimos bandas japonesas obsesionadas por copiar hasta la manera de poner los dedos, que tienen un coach específico para lo gestual. Eso a mí no me interesa, es actuación. Ya es otro género.

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