Sáb 02.03.2013
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MUSICA › ENTREVISTA AL CANTAUTOR MARTIN BUSCAGLIA

“La gracia está en la mescolanza”

El músico uruguayo se refiere al proyecto que lo une al español Kiko Veneno, con quien grabó un CD que presentará esta noche en Niceto Club. “No quería hacer un disco de Kiko y tampoco uno mío, quería hacer un disco en el que nos entreveráramos los dos”, sostiene.

La charla de Página/12 con los músicos Martín Buscaglia y Kiko Veneno arranca con un imprevisto que corta al medio el sentido de la presentación de El pimiento indomable, el primer disco producido en conjunto por la dupla charrúa-ibérica. “Kiko se olvidó el pasaporte en la casa de Martín en Uruguay y no pudo viajar. Llega en otro barco más tarde”, advierte la encargada de prensa. Desconcierto mediante, remedia: “Está Martín. Pueden hacer la entrevista con él”. En dos segundos de distracción, el español rompió los lazos bilaterales que unen desde hace casi un año al proyecto musical que hoy –finalmente en simultáneo– subirán al escenario de Niceto Club (Niceto Vega 5510), a las 21.

En adelante, la mitad de la historia (la de Buscaglia) hablará del encuentro sonoro entre las dos orillas del Atlántico del que emergió El pimiento indomable. Dirá, entre otras cosas, que es la primera vez que el flamante dúo comparte el proyecto de un disco (“habíamos cantado juntos alguna vez”, recuerda Buscaglia). Contará que, tras un concierto del uruguayo en Madrid –con Veneno como invitado– cranearon el disco, a partir de un boceto del español de “América es más grande”, quinto track del CD. Recordará ese día como “una jornada candente” porque, en paralelo a su show, el movimiento de los indignados se concentraba frente a la Puerta del Sol. La versión de Veneno quedará pendiente.

–Compusieron un disco casi de forma express. ¿Cómo llegaron a compatibilizar tan rápido dos músicos con estilos, en apariencia, muy distintos?

–Fue en muy poco tiempo. No creo que dos músicos hagan un disco en un mes y les guste. Es una cosa más vivencial, como ser amigo de alguien. No podés elegir mucho y con Kiko se dio esa afinidad. Por más que fue un trabajo muy laborioso, en el sentido de que en muy poco tiempo se compusieron las canciones, se arreglaron y se grabaron. Fueron días muy intensos. Al mismo tiempo fue “fácil”. Sólo se puede hacer si existe esa apariencia de facilidad, cuando ves que todo avanza sin cesar y congeniás en casi todo. Y en los que no, encontramos juntos un lugar nuevo.

–Entonces, la separación continental no fue un impedimento.

–El año pasado, Kiko vino a mi casa en Montevideo. Convivir era imprescindible. En ese mes compusimos las doce canciones. No queríamos hacer un disco por mail. Hay muchos discos hechos entre dos artistas en colaboración y la gran mayoría me suena a que uno pone cinco temas, el otro pone otros cinco y después componen uno juntos. Queríamos que este disco estuviera hecho a cuatro manos, a dos bocas. Son canciones compuestas letra y música enteramente por los dos. Uno metía la cuchara en lo del otro.

–¿Buscaron dejar huella de esa convivencia en el disco?

–No es un disco hecho en un ambiente aséptico, fríamente calculado, sino que tiene una vida. En la convivencia, en el día a día, tiene que haber una afinidad. Los dos somos artistas en los que la música y la composición se mezclan con el día a día. No es que nos metemos en un cuartito a hacer música y después somos seres humanos. Cocinando componés una canción. De hecho, cocinar y componer tienen muchas similitudes. Eso se respira en el disco, que tiene una cosa muy viva.

–La difusión de algunos de los temas del disco comenzó incluso antes de su salida.

–Me gusta pensar que estas canciones ya están de vuelta, que hay gente que ya las escuchó y las canta. Hace un año ni siquiera existían. Esa instantaneidad es una cosa muy linda que no pasa siempre con un disco. Cuando tardás mucho en grabar, a veces las canciones ya las tocaste mil veces y son nuevas para la gente, pero no para vos.

–Kiko viene del palo del flamenco y usted suele transitar géneros más variados. ¿Cómo lograron la convergencia?

–Los artistas que te gustan, no si sos músico, sino si sos melómano, son los que tienen una mirada parecida a la tuya. Son los que con una canción o con una obra te dan una respuesta a algo que vos te preguntabas. Eso no tiene que ver con los elementos. Pocos de los artistas que más me gustan usan los mismos elementos que yo, la misma forma de escribir, de elegir una letra o un ritmo. No es eso lo que más me gusta de un artista. Lo que me gusta es sentir que es una persona que ve el mundo de una manera similar a la mía y que a veces me muestra cosas que le agradezco. Kiko es uno de ellos, por más que toque rumba flamenca y yo, otras cosas.

–Lograron ensamblarse.

–En las letras hay similitudes que nos unen. Antes que nada tenemos un gusto similar por la palabra. Las del disco son letras que dicen cosas muy simples, pero también que pueden parecer surrealistas y en otra lectura pueden ser más pesadas. También lo rítmico nos une. Puntos en común hay. La gracia de mezclarse con otro es ésa. ¿Para qué mezclarme con otro igual? Dos yo sería insoportable. La gracia es esa mescolanza. Hay cosas que pueden parecer mías y son de Kiko. Y viceversa. Ese tipo de mezclas se dio naturalmente. No quería hacer un disco de Kiko y tampoco uno mío, quería hacer un disco en el que nos entreveráramos los dos.

–La versatilidad y la mezcla improvisada es un rasgo general de sus trabajos anteriores. ¿Buscó que El pimiento indomable se diferenciara?

–El pimiento... es un disco de canciones para ser cantadas. Parece una obviedad, pero no lo es, porque no todo disco es así. En mi disco anterior el énfasis no estaba puesto en eso, no fue lo que quería que prevaleciera. Quería un disco que no fuera para tanta gente. Este es un disco un poco menos delirante, menos alocado que los últimos míos y más alocado que los últimos de Kiko. En mi caso, creo que es un disco más beatle. Hay cosas que unen a cualquier músico y Los Beatles sin dudas son una de ellas. Son una influencia tanto para él como para mí.

–Algunos temas suenan más electrónicos...

–Cada uno buscó lo que más le gustaba del otro o lo que sentía que el otro manejaba bien o no tanto. En mi caso, quería incluir más batería y Kiko me propuso que armara unas máquinas. Yo estaba en una actitud más libertaria de la canción. Teniendo a un compositor más clásico, en el mejor sentido de la palabra, tendía a hacer canciones más clásicas también.

–¿La fusión devino en una pérdida de sus particularidades musicales?

–Hagas lo que hagas, tenés que conocer profundamente de dónde venís. Aunque después quieras hacer música electrónica vanguardista. Si sos uruguayo, tenés que saber jugar al truco y tomar mate. Son cosas básicas, tuyas, las que te van a dar singularidad. En un disco puedo meter a las personas que mejor tocan candombe en el planeta, pero también amo otros géneros, como el hip hop. Sería ridículo y una pérdida de tiempo que hiciera un tema de una manera que no te dieras cuenta de que soy uruguayo. Fracasaría. A veces quiero que la uruguayés esté explícita y otras veces no, pero siempre está. Eso le da una gracia a la música. En este disco hay mucha rítmica. Es un desperdicio hacer un disco con alguien como Kiko y no caer en esa mezcla.

Informe: Daniela Rovina.

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