Mar 02.04.2013
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MUSICA › ENTREVISTA AL CANTAUTOR VíCTOR HEREDIA, QUE PRESENTA SU NUEVO DISCO

“Siento que las luchas no fueron en vano”

El músico y escritor acaba de publicar el CD Algún día, en el que da cuenta de esperanzas y frustraciones. Y señala: “Con una cancioncita o un discurso no vas a modificar cosas. Hay que seguir empujando desde las políticas sociales”.

› Por Facundo Gari

Ante cada pregunta, Víctor Heredia ríe. O, al menos, sonríe. Hace que su campera de cuero afloje. Después contesta. Para cada respuesta se sitúa en la alegría, aunque luego haga punto final en el dolor, viejo conocido: el cantautor es hijo, cuñado, hermano y tío de desaparecidos. Tal es la impronta de su nuevo aporte al cancionero popular de épica revolucionaria: el disco Algún día es la esperanzadora casa de diez canciones de su pluma que la mitad de las veces tienden a la pena. Diez canciones que presentará –entre clásicos como “El viejo Matías”, “Sobreviviendo” y “Todavía cantamos”– el viernes 12 de abril a las 21.30 en el Teatro Opera Citi, en Avenida Corrientes 860. Diez canciones cuyo repaso sirve de excusa para la charla con Página/12.

–El álbum arranca con la melancolía de un bandoneón: en “Cenizas de ayer” usted admite que hoy, a sus 66, entiende lo que fue, un poco lo que es. ¿Qué fue y qué es?

–Soy parte de una generación que fue muy vapuleada, en todo sentido. Que fue feliz hasta los años setenta, diría. A partir de entonces recibió la cachetada del “enemigo”, del defensor de lo que se pretendía modificar. Un enemigo importante, serio y maligno, que utilizó todo el aparato a su alcance, incluso el del Estado, para derrotar a aquel que se le oponía, justamente el movimiento popular. ¿Qué fui? Un tipo esperanzado, con una mirada hacia el futuro muy especial: creía que podíamos cambiar lo que teníamos delante con sólo desearlo. Trabajamos muchos de la mano, con inocencia, pero también con fuerza, y nos pegamos un porrazo tremendo con la dictadura del ’76. La tortura, la desaparición, los exilios, la muerte de amigos y las traiciones... ¿Qué soy? Tengo la mirada más acotada, más limitada sobre lo que pueda llegar a ser futuro. No quiere decir que haya cambiado la expectativa de modificar cosas, pero sé que cuesta.

–De hecho, el disco abreva de a ratos en cierto escepticismo.

–Sí. Pareciera que a una parte de la generación de los que hoy tienen 40 le gusta el escepticismo. No soy escéptico, igual. Yo siento que las luchas no han sido en vano. Le han puesto almohada, colchón y plumas al escéptico, que existe porque antes había utopías. Se han modificado cosas para que el escéptico pueda seguir usando su escepticismo, porque de otra manera todos estaríamos buscando comida en los tachos de basura. Hay una generación que reconozco escéptica. Y lo es con alguna razón. No obstante, en el disco no quise dejar solamente el escepticismo que reconozco sobre algunas cosas que no se han podido modificar en el planeta, como la mirada de la humanidad sobre el medioambiente y sobre sí misma, que es muy pobre. La demostración de que el continente funciona mejor cuando los gobiernos son democráticos y tienen ese punto de vista sobre sus economías parece no hacerle mella a nadie. La gente permite que se tergiverse la realidad. América mejoró muchísimo y, sin embargo, en referencia a algunos gobiernos se habla de dictaduras populares. Le ocurre a éste. ¿Cómo puede compararse con una dictadura como la del ’76, que fue aberrante, o con las de Lanusse, Levingston y Onganía, que no por menos aberrantes dejaron de ser dictaduras? ¿Cómo pueden compararse esas dictaduras con los gobiernos de Chávez, Correa o Lula? Me parece una estupidez. El disco y esa primera canción hablan de eso.

–Nutrirse incluso de los aspectos grises de la vida suele vincularse con la madurez. ¿Es su caso?

–Uno empieza a cansarse, a perder el humor sobre determinadas cuestiones. No sé si eso es madurar. Uno se pone nervioso y triste frente al poco avance del pensamiento analítico de los compatriotas. Todos estos años de experiencia democrática deberían haberles hecho entender quiénes son los que están haciendo algo bueno. A veces a los tropezones, lo cual también es cierto. Pero hay que reconocer el esfuerzo, por lo menos. Hay que distinguir a determinados individuos que siempre le han hecho mal a la Argentina de los que le quieren hacer un bien.

–Los militares y los civiles detrás de la última dictadura le han hecho mal. En referencia a ésta, en la canción “Algún día” le pide a la patria que cierre la herida. ¿En qué sentido?

–“Cierra tu herida” habla de esta trinchera que se ha abierto entre un sector y el otro, que es tremenda. En lugar de aquietarse, se hace más profunda, más seria y angustiante. Hoy no hay un debate lógico y argumentado respecto de posturas ideológicas o de clase. Lo que hay es un insulto. Para cerrar esa herida hay que reconocer lo que ha pasado, quiénes son los culpables y quiénes sus defensores. Cuando la gente empiece a darse cuenta de eso, la herida empezará a cerrar. Cuando toda la Argentina, su común denominador, incluso quienes son de derecha, se den cuenta de que es inaceptable vivir en un país sin decir la verdad, sin esgrimir justicia cierta y verdadera, la herida se cerrará. Vaticino un futuro en esa canción con respecto a los nietos recuperados: tendrán una mirada distinta y serán los combatientes de la Argentina que soñamos.

–Ese vaticinio puede ser interpretado, de manera más amplia, a modo de bienvenida a las formas de la memoria de las generaciones posteriores a la dictadura.

–Por supuesto. La historia que nos ha tocado vivir nos tiene demasiado protagonistas. Es difícil desembarazarse del dolor, de la lágrima, del terror. Las generaciones venideras verán en la dictadura una etapa histórica. La apropiación de la memoria es absolutamente válida. Es más, no hay otro camino. No puede ser el que se propuso en los noventa: ocultar todo bajo la alfombra.

–“Breve historia de las islas Malvinas” es un track pícaro: sortea rítmicamente la tristeza del abordaje usual del tema. ¿Por qué?

–Es que la escribí para Camilo, mi hijo de diez años. Con mucha inocencia, un día me preguntó: “Papá, ¿por qué todos dicen que las Malvinas son argentinas y allí viven ingleses?”. Le quise explicar y me di cuenta de que sabía muy poco. Entonces fui a indagar y refresqué algunas cuestiones que había olvidado. Recordé a Luis Vernet. Y fui aún más atrás, hasta Louis Antoine de Bouganville, que las colonizó para Francia. Luego aparece el reclamo de potestad de España, por la conquista de América, y el acuerdo por el que Francia vende las islas a 603 mil libras, una ganguita. Las recuperamos con la Revolución de Mayo. La participación de Vernet es muy importante. Mandado por Rosas, intenta establecer una cabecera de playa comercial en las islas. Más tarde, cuando una fragata de Estados Unidos ataca, en un acto medio alocado, los ingleses aprovechan, se meten y rompen todo. Cuento eso con una canción infantil, con un ritmo juguetón, lo cual no quiere decir que no mencione hechos dolorosos. De hecho, el final es un guiño a los ingleses.

–“Ahora, ¿dónde irán con tanta soledad/ y sin la paz y amor que el viejo Lennon supo imaginar?/ ¿Qué harán con tanta sangre nuestra sin nombrar?/ ¿Qué harán con tanto amargo llanto maternal?/ ¿Qué harán con nuestro amor soñando allende el mar?/ ¿Qué harán si el cielo les recuerda la verdad?/ ¿Qué harán, Malvinas Argentinas, dónde irán?”

–¿Qué van a hacer? Lo del plebiscito es tremendo. La solución, más allá de todo, es diplomática. Si los habitantes quieren tener la ciudadanía británica, adelante, pero el suelo es nuestro. Ahí está la cuestión de potestad patrimonial y económica. La bandera de las islas tiene que ser argentina.

–La canción está dedicada a los caídos en Malvinas. ¿Por qué no a los sobrevivientes de la guerra?

–Bueno, tiene que ver con eso. Algunos volvieron, pobrecitos, muy mal. Unos y otros fueron a dejar la vida. Pero hubo quienes utilizaron la guerra como herramienta política para eternizarse en el poder. Es lo que habrán pensado Galtieri y el resto de los comandantes. La realidad es que los que fueron en nombre del Ejército no sólo no cumplieron desde el punto de vista profesional sino desde el personal. Los generales actuaron livianamente. No voy a decir “cobardemente” porque nadie que va a la guerra es un cobarde. Asumieron inmediatamente la derrota y no cuidaron a nuestros chicos.

–Usted vivió dos exilios “breves” en Europa durante la dictadura, pero decidió volver a la Argentina por “obligación ética y moral”, según declaró. Entonces tuvo que vérselas con amenazas y censuras. A ésta le canta en “Canción censurada”, que parece remitir a la “langosta”...

–Es que “Informe de la situación” fue eso: se me ocurrió lo de la langosta y la gente lo entendió rápidamente. En “Canción censurada” quería hacer una broma en relación con cómo te volvés loco y difícil tratando de esquivar al censor. Porque muchos de nosotros seguimos tocando. Y le hicimos muy bien a la gente. En los conciertos, siempre me dicen que mantuvimos la puerta semiabierta, que fuimos un pie contra el marco. Eso hizo la cultura, que era lo que podía hacer. Cuando escribí “Informe...”, en el ’78, era impensable que pasara el tamiz de la censura. En el ’81, cuando la grabé, pasó. Y en el ’82 se trasformó en un éxito impresionante. Es el juego que propongo.

–El tema está dedicado a Silvio Rodríguez, y nombra al Che, a Neruda y a Walsh, figuras asociadas con la “revolución”, que como ícono ha sido usado por diversos palos políticos. En ese sentido, “Vuela conmigo” reclama: “No se envuelvan con banderas/ que escupieron con desprecio./ No me canten viejos himnos/ con hipócrita parada”.

–Descubrir en el discurso de determinados individuos la defensa de una simbología a la que nunca pertenecieron es hallar signos de hipocresía. Y la hipocresía está a la orden del día. Si la gente se pusiera a ver seriamente cuáles son las posturas ideológicas y qué se defiende detrás de cada una, sabría el camino a seguir. Esto no quiere decir que hay que estar a la derecha, a la izquierda o al centro. Quiere decir que hay que seguir lo posible. Los cambios tienen que ser auténticos. La gente tiene que recurrir a la realidad, no le pueden seguir contando el país. Tiene que enterarse de quiénes son los hombres y las mujeres que han hecho que nuestras vidas mejoren.

–No obstante esas mejoras, en “Los ojos del Che” asegura: “Mientras haya un niño sin hogar/, sin cobijo y sin amor,/ no me sirve esta canción”.

–Se han mejorado cuestiones sustanciales en la Argentina, y sin embargo, hay algunos bolsones en los que hay que trabajar muchísimo. Como parte de ese “ejército” de tipos que hemos querido modificar y mejorar la realidad, siento que hay mucho más por hacer. Con una cancioncita o un discurso no vas a modificar cosas. Hay que seguir empujando desde las políticas sociales y económicas para que se profundicen en aquellos sectores que todavía no han recibido el tan mentado equilibrio económico.

–Por ejemplo, el de los pueblos originarios, presentes en Algún día como en buena parte de su obra, de la que al respecto se destaca Taki Ongoy (1986, reeditado en 2006), un disco muy criticado por la Iglesia.

–Cuando hice Taki Ongoy se me vinieron encima todos los organismos cercanos a la Iglesia, ni hablar del monseñor Collino. La de los pueblos originarios es una madeja difícil de desenmarañar porque tiene quinientos años. Lo converso con mis hermanos del pueblo mapuche. Hay que entender que no ha habido, salvo en estos últimos diez años, una mirada sobre esta problemática. Es incipiente el intento de solucionarla, y a veces erróneo, pero hay que trabajar más en el análisis para que quienes han sufrido el escarnio de ser marginados por medio milenio tengan una devolución valiosa, que los haga sentir integrantes de la ciudadanía. Ahora el tema está instalado, sin dudas, y eso es muy bueno.

–En “La veleta de Armando” canta: “Yo conozco bien a esos tipitos y el sermón/ que preparan siempre que presienten, como hoy,/ que está cerca el tiempo de empezar a cosechar/ todo lo sembrado a fuerza de amar y sangrar”. Habla de la izquierda.

–Es el discurso de la supuesta izquierda purista, que siempre está reclamando lo que falta y niega lo hecho, en pos de su beneficio electoral. A veces es tan exagerada que pone en peligro situaciones democráticas que verdaderamente favorecen a la gente. Y pisan muy peligrosamente el terreno de la derecha, en contra de quienes intentan hacer cosas.

–En el álbum desliza que escucha la radio. ¿Cómo se informa?

–Escucho radio cuando manejo, pero veo noticieros. Tengo algunos diarios que me interesan y me informo con ellos. También leo las entrelíneas de otros medios que me asustan, que están todo el tiempo hablando mal de este país, tratando de hacerte entender que no sirve para nada. Me hacen acordar a la vieja educación de la primaria y la secundaria: todo lo que tenía que ver con nosotros no servía, lo de afuera era mejor. Aprendíamos celtas, griegos y romanos antes que coyas, guaraníes y tobas. ¡Si te largaban en la Patagonia con un libro de la propuesta escolar, te morías de hambre!

–Si bien posibilitan una lectura “social” por el uso de algunos signos, varios temas son en rigor románticos. Entre ellos, “Ahora” propone que ser feliz no es necesariamente no estar triste.

–Amar no es estar con una sonrisa todo el día. Al contrario, cuando uno asume una responsabilidad en una pareja se le vienen encima un montón de cosas y está bien que así sea. Pero frente a un mundo difícil como en el que estamos, el afecto inevitablemente me provoca tristeza. Y también la falta de tiempo: uno mira el almanaque y se da cuenta de que pasaron tantos años... Suelo preguntarme cuántos me quedan para disfrutar los afectos que tengo.

Declaración de principios

Llegó el punto en el que Heredia se pudrió de escuchar que “los artistas que apoyan este modelo lo hacen por dinero”. “Tienen razón: hicimos un ahorro de exilio, censura y persecución para cobrarlo ahora”, repite ahora una ironía que hizo carta de respuesta a la “infamia” hace año y medio. “No, estimados enemigos del progreso, no es por tan despreciable razón que acompañamos este modelo. Nuestra militancia tiene tantos años como cicatrices, tanta felicidad como lágrimas, tanto ayuno como renovada esperanza. Somos parte de un proyecto que comenzó hace mucho tiempo atrás y que fue encarcelado, desa-parecido, torturado y asesinado tantas veces como las que resucitó”, subraya la misiva, que se reprodujo en sitios de noticias, blogs y redes sociales. Si bien en ella reivindica los “logros” del Gobierno –sobre todo los vinculados con los derechos humanos, tema clave en su trayectoria– no dice explícitamente si se autodenomina kirchnerista, etiqueta que le endilgan en varias notas que gustan de agrupar artistas por simpatía política. El cantautor de Paso del Rey, que se ha presentado en varios recitales oficiales y de colectivos sociales, dice que no. “Fui admirador de la propuesta política de Néstor, pero soy cristinista –se define–. La Presidenta está tratando de cumplir los sueños de los pibes que fuimos. Desde ese lugar, los que reconocemos su trabajo no somos ningunos boludos.”

Un ajuste en la mira

Algún día cuenta con guitarras de Panchi Quesada, bajos de Ricardo Zielinski, baterías de Gustavo López y teclados de Gabino Fernández y Babú Cerviño, conjunto con el que Heredia se presentará en el Teatro Opera Citi. El disco suma también aportes de Daniel Homer, Fernando Nürnberg, Luis Gurevich y Lito Vitale. Es editado por Alternativo Americano, sello del propio cantautor, en un contexto que vaya si ha cambiado desde Gritando esperanzas (1968); en lo que refiere a circulación de obras musicales, por gracia de Internet, señala: “Van Gogh no se preguntaba al pintar si iba a tener alguna repercusión. Cuando uno graba no puede pensar en el resultado comercial. Quiero que el disco me dé placer y que despierte algo en quien lo escuche. La piratería sí es una preocupación porque el que roba lesiona intereses específicos: les quita el empleo a muchas personas, y detrás de cada una hay una familia. Es tarea de las industrias fonográficas encontrar un método para preservar esos derechos –sostiene–. Internet es un soporte extraordinario y una vía de difusión de la obra. Hay que ajustar la mira en un análisis profundo sobre cómo se hace para comercializar hoy el arte”.

La cuarta novela

La próxima Feria del Libro será el escenario en el que Heredia presentará su cuarta novela, Los perros (Planeta). “Es la historia de una familia marginal que sobrevive a orillas de un basural de Buenos Aires reciclando comida y otras cosas –adelanta el autor–. Me interesó ese tema porque en algún momento tuve contacto con chicos que tienen ese oficio.” Seguramente en el stand de Longseller se podrá conseguir además el reciente poemario/cancionero Aquellos soldaditos de plomo.

Dos amigos muy presentes

La canción “Momentos” está dedicada a Facundo Cabral, cantautor asesinado en Guatemala, en 2011. Heredia lo recuerda: “Vivimos momentos muy aciagos: estábamos en plena gira en el ’77, una gira absolutamente prohibida. Y siempre tengo en la cabeza mi primer Obras Sanitarias, en el ’82. Lo invité y vino con mucha felicidad, alegría y autenticidad”. Otra figura de la canción popular vernácula que aparece inevitablemente durante la charla es Mercedes Sosa. “Sigue siendo la mejor voz del continente y del planeta. Una mujer entrañable desde todo punto de vista. Además de una compañera, fue mi madrina artística: me cobijó, como a muchos.”

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