MUSICA › GORECKI SEGUN LA FILARMONICA DE BUENOS AIRES
En 1992, un operador de la Radio Clásica inglesa se entusiasmó con una sinfonía extraña. Estaba conformada por tres movimientos cantados, los tres lentos. El compositor, Henryk Mikolay Górecki, era un polaco que había pertenecido a la vanguardia de los años ’50, florecida por la inversión que la Unión Soviética había realizado para demostrar sus virtudes sobre Occidente. Con dinero y sin los controles que sufrían los artistas de la propia Rusia, en Polonia surgieron el cine de Roman Polanski, el teatro de Tadeusz Kantor y la música de Krzysztof Penderecki y Witold Lutosawski. En su Sinfonía Nº 3, subtitulada “De las canciones apesadumbradas”, nada había de la vanguardia, tal como había sido entendida en esos años. Sin embargo, desde un lugar paradójico, tuvo el poder de conmover los paradigmas de la modernidad y, sobre todo, del gusto.
Estática, sencilla hasta el extremo de lo posible, con fuertes resonancias folklóricas y básicamente tonal, esta obra, difundida una y otra vez por la radio, se convirtió en uno de los fenómenos más curiosos de la música de tradición académica en todo el siglo XX. Se ubicó rápidamente sexta en el ranking de ventas general, superando por ejemplo a Madonna, y en un poco más de un año ya había vendido un millón de unidades. Nadie supo nunca si esos discos comprados se escucharon alguna vez o no y, de hecho, el furor no se trasladó ni a las presentaciones públicas de la obra ni a otras composiciones de Górecki. Pero lo cierto es que la sinfonía instaló una nueva clase de expectativa en el mundo musical contemporáneo (y en su posible público).
Escrita en 1976, la composición trabaja sobre tres textos diferentes: un lamento atribuido a la Virgen María, tomado de un manuscrito del siglo XV, un mensaje escrito en la pared de una prisión de la Gestapo, durante la Segunda Guerra Mundial, y una canción folklórica que cuenta la historia de una madre que busca a su hijo, asesinado durante la insurrección de Silesia (la región conformada por el sur de Polonia, el extremo sudeste de Alemania y el nordeste de República Checa), en 1919. Y hoy se la escuchará en Buenos Aires, a las 20.30, en el Colón. La Orquesta Filarmónica de esta ciudad, en su segundo concierto del año y conducida por su titular, Arturo Enrique Diemecke, contará, para su interpretación, con la actuación como solista de la soprano Carla Filipcic Holm, y el concierto se completará con la Sinfonía simple, Op. 4 de Benjamin Britten.
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