Jue 11.04.2013
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MUSICA › FRANCO LUCIANI Y SUS DISCOS DE TANGO Y FOLKLORE

Una armónica entre dos amores

En el ciclo de los jueves en Los 36 Billares, el rosarino demuestra por qué lo suyo es la “música argentina”. “Hago lo que quiero porque tuve unos viejos que me formaron en la diversidad: Hendrix, Vivaldi, el jazz, Piazzolla, el Negro Lagos y el sonido del Litoral”, afirma.

› Por Cristian Vitale

A su derecha, Daniel Godfrid sentado atento ante un viejo piano de cola; a su izquierda, el guitarrista Ariel Argañaraz, y en el medio él: Franco Luciani. Los 36 Billares luce más lleno que lo típico para un día de semana. Y menos ansioso. El armoniquista es, casi, un hijo dilecto en la vieja casa de Avenida de Mayo al 1200. Falta que torne un dedo hacia arriba, focalice la mirada hacia ambos costados y arranque con dos tangos canción que irán templando el clima en medio de una noche fresca: “Después” y “Moneda de cobre”. Así empieza el rosarino a presentar Franco Luciani Tango, uno de sus nuevos discos. Así empieza a mostrar que su armónica puede hacer que el bandoneón no se extrañe tanto. Y que los cantantes corran, casi, la misma suerte. Sigue por un tema propio (“Tu vals”), calienta definitivamente el clímax con un impecable Piazzolla por dos (“Adiós, Nonino” y “Oblivion”, junto a la pianista canadiense Linda Lee Thomas), se refiere a don Astor como una divinidad y se va despidiendo con un inquieto arreglo de “Los ejes de mi carreta”, de Atahualpa Yupanqui. Largos aplausos, entretiempo de quince minutos, y vuelta: ahora los que tocan son cuatro: Martín González (guitarra), Facundo Peralta (bajo), Horacio Cacoliris (percusión) y él, claro. Lo que suena es folklore. Es parte del otro disco, Franco Luciani Folklore, que el músico volverá a presentar, junto al de tango, hoy y el próximo jueves en el mismo lugar, con Lito Vitale y Lidia Borda entre los invitados.

El cuarteto arranca con un agregado de lujo (Raúl Carnota) y el tema es “Grito santiagueño”. Sigue con “La alejada”, una zamba de Cayetano Saluzzi (tío de Dino), el clásico bailecito “Sirviñaku”, “Oro americano”, tema propio que presenta un dueto profundo entre la armónica de Luciani y el siku de Hikaru Iwakawa. Y va ladeando el final con una sutil díada entre “Puente de los suspiros”, de Chabuca Granda, y “Noite de Sao Joao”, de Vitor Ramil, que el anfitrión pinta como un viaje por el barrio sudamericano. El final junta a las dos formaciones en gato y milonga, y unifica lo que Luciani, descansado ya y con una cerveza entre manos, define como una aventura. “Es una manera de pasar en limpio mis dos amores musicales. Es algo que vengo haciendo hace muchos años, y cada uno tiene sus caminos y su discografía, pero en 2012 me encontré con repertorio para los dos, y decidí esto: un lanzamiento doble”, dice a Página/12, bien pasada la medianoche. Consumado un concierto en que Luciani, el Hugo Díaz del siglo XXI, pasó en limpio la matriz esencial de su estética. “Hay gente que cree que el tango es algo nuevo en mí, pero no es así. Definitivamente, entre los géneros que abordo, lo mío es la música argentina... Ninguno de los géneros en especial: la música argentina. Meto zamba y chacarera en los festivales de tango y tango en los de folklore. Me gusta mucho eso, debe ser porque admiro mucho a Nelly Omar y Alfredo Abalos”, sonríe.

–¿De dónde proviene esta especie de “principismo criollo” aplicado a la música, más allá de sus admirados?

–Es cierto que definitivamente la época de oro del folklore fueron los ’60 y la del tango, los ’40, pero creo que hoy se está viviendo una época de revisión, y se está empezando a esfumar esa cosa de la panza, la barba y los 70 años para el folklore; o el saco, el funyi y las polainas si te gusta el tango. Ya convive todo y de hecho los rockeros, bueno, ya se van a empezar a morir de viejos (risas). Estoy hablando del viejito con el bastón... y no es una cosa tan lejana.

La historia canta y revela. Sobre los yeites y giros de su armónica en Tango Trío y Grupo Folklore, sobrevuela una discografía de siete álbumes que, aunque dúctil e inclusiva, jamás desentona. Desde el vamos, con Armusa, su disco debut, en el que versiones de “La añera” y “La pomeña” conviven con otras de “Sur” y el vals “Flor de lino”; y más acá con Armónica y Tango, que se permite “Los ejes de mi carreta” entremezclado con “Fuimos” o “Los mareados”. O el estupendo Acuarelas de bolsillo, disco que antecede al Proyecto Sanluca, donde el armoniquista que empezó queriendo ser percusionista arriesga con lados B del acervo argento como la zamba “7 de abril”, de Andrés Chazarreta, la chacarera “La bilingüe”, recopilada por Manuel Gómez Carrillo, y “Violentango”, de Piazzolla, uno de sus autores favoritos. Un todo discográfico que se mezcla con actuaciones junto a Mercedes Sosa, Fito Páez, Pedro Aznar, Jaime Torres, Divididos, León Gieco, Luis Salinas, Teresa Parodi y Lila Downs, entre muchos otros. “Estamos en un momento en el que parece que todo tiene que ser para donde indican las tendencias, pero uno tiene que ser sincero y hacer lo que quiere, y yo hago lo que quiero porque tuve unos viejos que me formaron en la diversidad: Hendrix, Vivaldi, el jazz, Piazzolla, el Negro Lagos y, por parte de mi vieja, toda la música del Litoral”, sostiene.

–¿Hay algo o alguien que unifique ante tal diversidad?

–El Flaco Spinetta, totalmente... ¡Cómo se extraña! Un mundo de muchos colores, el suyo. No lo grabé, pero suelo hacer en vivo “La miel en tu ventana” o “Los libros de la buena memoria”. El arte es la necesidad de uno y en él la necesidad siempre fue cambiar. Siempre. Pero obvio que no es el único: he tenido el gusto de trabajar con la Negra Sosa en su última etapa. Recuerdo que hicimos una gira a Europa, la última que hizo ella, y era una profesional tremenda, que también irradiaba con su onda a músicos de todos los géneros.

–En el disco de tango ha incluido dos temas suyos: “Tu vals” y “A vos te encanta”. ¿Qué tiene para decir del Luciani compositor, aunque aparezca poco?

–Precisamente que mi caso no es el del compositor nato que dedica todo el tiempo a crear.

–¿Entonces?

–Es el de un tipo que tiene ideas melódicas y las va escribiendo en un pentagrama. Me gusta el concepto de una melodía que uno memoriza y la silba. Es un proceso lento y tiene que ver con una recepción que funcione, aunque, sí, me gustaría tener más tiempo para crear, sin apuros.

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