MUSICA › ANJA LECHNER TOCARá EN TRíO JUNTO A DINO Y FéLIX SALUZZI
La violoncellista alemana es de las que trasgreden fronteras de géneros, pese a tener la formación clásica europea. Hoy acompañará a Dino Saluzzi en la presentación de Navidad de los Andes en el ND/Ateneo. “Este trío me da sensación de libertad”, asegura la intérprete.
› Por Santiago Giordano
Su formación es la clásica europea y aunque tocó con diversos músicos cercanos a las vanguardias, Anja Lechner asegura que su relación con la música cambió a partir de su encuentro con Dino Saluzzi. “Su música se puede escuchar de muchas maneras y en cualquier parte; naturalmente cambian las perspectivas, pero hay rasgos que permanecen, inconfundibles, y eso tiene que ver con una identidad precisa. Eso es lo que me fascina”, dice la violoncellista alemana al comenzar una conversación que con entradas y salidas, diálogos y solos, traducciones y apropiaciones, en cierto modo repetirá la dinámica que el trío que forma con el mismo Dino y su hermano Félix “Cuchara” Saluzzi realiza sobre el escenario.
Hoy a las 21 en el teatro ND Ateneo (Paraguay 918), el trío presentará Navidad de los Andes, el último trabajo de Saluzzi para el sello ECM, un disco en el que el bandoneonista y compositor de Campo Santo pone una vez más su música al servicio de diálogos intimistas, sutiles. Una música que trasciende los rótulos para reflejar uno de los imaginarios sonoros más originales de esta parte del mundo. “Tocaremos las cosas de Navidad... y algunas obras nuevas, porque es necesario ofrecer también novedades al público”, interviene Saluzzi, que enseguida se explaya en la conversación y habla de la felicidad de tocar con este trío. “Básicamente tocamos con sencillez, con naturalidad, celebrando lo que escuchamos, la melodía y lo que está en sus pliegues –continúa–. Tocar es compartir y cada uno de nosotros tiene la esperanza de poder vivir en paz con la música, que siempre logra encender la luz en el fondo del túnel.”
Una atmósfera relajada se impone en el estudio de Saluzzi mientras la conversación transcurre. Cuchara asiente a lo que escucha sin dejar de acomodar la caña del clarinete. “La humedad de Buenos Aires me la cambia –dice–, no es como en Salta.” Por su parte, Lechner recuerda que lo primero que escuchó de Saluzzi fue Kultrum, un disco de bandoneón solo, de 1982, el primer registro del bandoneonista y compositor para ECM. “Esa música me hechizó y me encendió el deseo de conocerlo –dice Lechner–. Después lo vi tocar en Alemania y ya las ganas de saber más de su obra fueron incontenibles. A través de su música iba conociendo un continente, América, y aun antes de conocerlo a él personalmente sentía que conocía cosas de su vida a través de escuchar su música. De su vida y de su familia.”
Lechner es de las artistas que transgreden fronteras. Lo hizo sucesivamente en notables discos con los pianistas Misha Alperin, Valentin Silvestrov, Vassilis Tsabropoulos y François Couturier, entre otros, y con el Rosamunde Quartett, del que fue fundadora en 1992 y con el que tocó un amplio repertorio, entre Haydn y Webern. Con el cuarteto comenzó en 1998 la colaboración con Saluzzi, en un trabajo que evocando aquel disco revelador también se llamó Kultrum. “Antes de conocer la música de Saluzzi había tocado mucha música, incluso tango. Conocía a Piazzolla, por supuesto y también sabía de la obra de Troilo y Gardel”, explica Lechner y agrega: “Pero recién entendí la música de Dino en su plenitud cuando fui a Campo Santo, su lugar en Salta. Su música está arraigada en su lugar, pero es sorprendente como hay lugares de Europa, por ejemplo, a los que la música de Dino podría pertenecer. Pienso en los Alpes y en esos espacios donde la naturaleza es muy fuerte. La música de Dino dialoga con la potencia de la naturaleza”.
“Tendríamos que preguntarnos a cada rato ‘Qué es la música’ –interviene de nuevo Saluzzi–. La música, con su cómo, su cuándo y su dónde, ofrece siempre cosas diferentes para quien la toca y quien la escucha. Para nosotros es esto, lo que escuchamos y que venimos escuchando desde nuestros ancestros. Muchas veces cuando hablamos de música de lo que menos hablamos es de música, como si no lográsemos entender que lo que uno escucha ‘es’ música. No podemos preguntarnos a qué le llamamos música y respondernos sin la presencia poderosa de la música.”
Después de Kultrum con el Rosamunde Quartett, Lechner y Saluzzi prolongaron sus afinidades en encuentros memorables como Ojos negros, a dúo, El encuentro, en trío y orquesta, y esta Navidad de los Andes en trío. “En sus distintas formaciones, la música de Dino es siempre la misma –continúa Lechner–; pueden cambiar algunas texturas, lógicamente, pero el espíritu permanece. Pero por sobre todo eso hay una versión superlativa de Saluzzi y su música, que es cuando la toca en familia. Este proyecto hace que de alguna manera me sienta parte de esa familia.” “Tocar con Anja en trío es una experiencia extraordinaria –interviene Cuchara Saluzzi–. Está siempre atenta a dialogar y es capaz de aportar continuamente. Así siempre hay algo nuevo, ningún concierto se parece a otro. Hay más para trabajar y eso es divertido.” “Este trío me da sensación de libertad”, asegura Lechner, y Saluzzi retruca: “Escribir pensando en una instrumentista como Anja es disponer de mucha libertad”.
“Cuando trabajamos con el Rosamunde éramos más y opinábamos todos –recuerda Lechner–, entonces llegar a un lugar común en la idea musical era más difícil. Después con el dúo fue más sencillo y sobre todo más libre. Si bien ya nos conocíamos, trabajamos muy duro. Dino es un gran trabajador y por eso imprime su sello en cada proyecto que emprende.” “Dicen que el artista no busca, encuentra, pero yo no creo en eso –advierte Saluzzi–. Yo busco y después el encuentro con las cosas es otro asunto.”
“Definitivamente Dino cambió mi percepción de la música –concluye Lechner–. A mí me enseñaron a interpretar lo que se ve, lo que está escrito. Sin embargo entre la escritura y el sonido hay un espacio de libertad que él me enseñó a escuchar. Para entender que la música no está en el papel tuve que incorporar un nuevo vocabulario, aprender que más que usar la libertad se trata de trascenderla. Lo entendí escuchando la música de Saluzzi. Y escuchándolo hablar.”
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