MUSICA › ENTREVISTA A LA ACTRIZ Y CANTANTE RITA CORTESE
En su espectáculo despliega un repertorio esencialmente tanguero y es su notable personalidad –sumada a su poderosa voz– la que le otorga un plus. “Hay que tener un punto de vista sobre el mundo”, señala. Como ejemplo, en sus shows dedica “Golondrinas” a Evita.
› Por Cristian Vitale
Se da aire con un abanico y puede ser un buen presagio: Rita Cortese necesita vientito porque transpira y hace cierto calor en la sala. Pero, sobre todo, porque lo que despliega con su poderosa voz es un abanico simbólico de palabras, cantadas y habladas, que harán de ésta una noche única. Distinta a las demás –a la de cada sábado en Salta y Resto (Salta 700)–, diferente a la del próximo, cuando, a las diez de la noche, ocurra nuevamente la cita. “Ninguno de los escenarios es cómodo, ni el que ves cuando cantás o actuás ni el set de filmación. No son lugares cómodos, son lugares de exposición y riesgo”, confiesa ella ante Página/12, tornando uno los dos roles que le competen en esto del arte: el de actuar y el de cantar. Pero en los hechos no parece nerviosa. O al menos no se nota. Sustentada en la guitarra y los arreglos de Juan Pablo Lazo, despliega un repertorio esencialmente tanguero, cortado con un par de boleros. Arranca, puntual, con una intimista versión de “Cuesta abajo” y no necesita estridencias –sobra con su voz– para convertir a “Flor de lino”, “Cuando tú no estás”, “Yuyo verde” o “Cobardía” en adecuadas piezas para acompañar el vino tinto. “Algo me viene de casa. De chica escuchaba Gardel, De Caro, ópera y jazz. Pero Gardel, sobre todo, fue inspirador, conmovedor. Eso por un lado, por otro pasa que cuando te metés con las letras del tango das con algo impresionante. Son de una fruición y una belleza brutales: Manzi, Celedonio, Discépolo, Cadícamo...mucho, ¿no?”, dirá, consumado el recital y en tren de explicar su por qué.
A punto de cumplir 64 años, la psiquiatra de Sol Negro va un poco hacia atrás y se para en su debut como cantante profesional. Con un largo trayecto en cine y teatro encima, un día se le ocurrió cantar a dúo con Soledad Villamil y el debut se llamó Recuerdos son recuerdos. Tenía 48. “Un arranque tardío, sí, pero fue valiente haberlo hecho”, sostiene. “Yo cantaba con los amigos y eventualmente en alguna obra de teatro, porque mi actividad ahí era muy intensa y, claro, tal vez venga de ahí la tardanza, pero valió la pena haberlo hecho: es muy divertido cantar porque estás vos, no estás mediatizada por un personaje.” De entre los temas que Rita aborda en sus recitales nunca faltan “Cuesta abajo”, “Flor de lino”, “Por una cabeza” o “Golondrinas”, imperativamente dedicado a Eva Perón (“Alma criolla, errante y viajera, querer detenerla es una quimera”). “No me pregunte por qué, pero después de cantarla me di cuenta de que se lo tenía que dedicar a Eva... parece que Gardel se lo hubiese escrito a ella”, se ríe.
“Yendo a algo más genérico, yo digo que un artista que no tiene ideología no es un artista. No hablo de partidismo, pero el actor debe tener ideología, porque la ideología es nuestro cotidiano, es pensar en qué mundo queremos vivir, y entonces la obra de arte va a estar apuntada a ese mundo en el que queremos vivir, pero no señalando con el dedo y decir ‘hay que hacer esto’. A mí me gusta la poesía en el teatro, pero hay que tener un punto de vista sobre el mundo.” Por caso, uno como el que Rita manda, sin filtro, apenas concluye la versión de “Golondrinas” en Salta y Resto. “Me llama la atención que alguien que hizo películas fundamentales como Los hijos de Fierro o El exilio de Gardel, hoy esté marchando con la Pando... sinceramente no lo entiendo, me llama la atención. Uno se puede oponer, pero no se puede andar con cualquiera. ¿Nos olvidamos lo que es una dictadura?... Yo no me entrego”, dice la Cortese en medio del recital al que sintomáticamente llama “Si no tiene un sentimiento, retírese”. “Tiene que ver con el amor o la desesperación, porque el tango es bastante desesperado.”
–¿Y el bolero?, ¿amor sin desesperación?
–El bolero resuelve más, es más coqueto (risas). Además, es internacional, te toca desde otro lugar.
Cortese –dos discos a la fecha y un Gardel en la repisa– va llegando al fin de la noche con formidables versiones de “Uno” y “Afiches”, mientras algo de lo teatral, inevitablemente, se cuela cuando canta. Algo de Chéjov o Brecht. Algo de Borges, que esta Lovely Rita porteña inmiscuye entre tangos y tragos de agua mineral. “Está bueno decir una poesía, hablar, tengo necesidad de hacerlo, me interesa y a veces, claro, no me puedo contener porque hoy nuestro paisaje urbano es angustiante, laberíntico, y la poesía es una buena forma de salir”, sostiene.
–¿Tanto como el cine?
–Obvio, también. Ahora estoy filmando Relatos salvajes, una película de Damián Szifrón. No acostumbro hacer autobombo de las obras en las que participo, porque no me parece ético, pero este guión es magnífico. Actúan Oscar Martínez, Leonardo Sbaraglia, Ricardo Darín, María Onetto, entre muchos más, y yo protagonizo uno de los cuentos, que se llama “Las ratas” y habla sobre uno de mis temas preferidos: el alma humana. A propósito, ¿qué es el tango sino uno de sus abordajes más profundos?
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