MUSICA › LA PORTUGUESA MAFALDA ARNAUTH PRESENTARá HOY FADAS EN EL ND/TEATRO
Aunque se hizo conocer por cantar sus propias composiciones, en su último homenaje repasa fados que interpretaron Amália Rodrigues, Herminia Silva y Beatriz da Conceicao, entre otros. “Sentía que tenía que hacer un homenaje a mis raíces”, explica.
› Por Sergio Sánchez
El fado, la música por excelencia de Portugal, es sinónimo de sentimiento, de profundidad emotiva. Por lo menos, así lo entiende y lo manifiesta la portuguesa Mafalda Arnauth, dueña de una voz tan encantadora como desgarradora. Oriunda de Lisboa, Arnauth regresa a la Argentina para presentar Fadas, donde tributa a fadistas emblemáticas como Amália Rodrigues y repasa sus propias composiciones. “Ese momento cuando uno canta es algo tan intenso, tan personal, que toda la vida de uno está ahí. No sólo cuando canto, sino también cuando miro a alguien cantar, pienso que el momento es ahora. Es como si no hubiera mañana”, define Arnauth, quien incluyó en su último disco una versión de “Invierno porteño” (Astor Piazzolla-Eladia Blázquez). Es que, para ella, hay un “ADN en común” entre el tango y el fado. La cita será hoy a las 21 en el ND/Teatro (Paraguay 918) y Arnauth estará acompañada por músicos argentinos, entre ellos el guitarrista Ramón Maschio.
Según dice, el fado fue quien la eligió a ella y no al revés. Y, de hecho, así fue. Arnauth cuenta que, cuando estudiaba Veterinaria en la facultad, en el acto de bienvenida la “obligaron” a cantar fados a modo de “prueba”. “En ese momento cantaba sólo un fado. Entonces, me dieron un día para aprender un fado más y me fui a comprar un casete de Amália Rodrigues. Y ahí mi vida cambió –recuerda Arnauth–. Aunque durante tres años canté el repertorio de Amália, de pronto me di cuenta de que mi carrera tenía que estar basada en algo original. Por eso me puse a componer mis fados.” Es que en Portugal no era común que los nuevos fadistas compusieran sus propias piezas.
–Uno de sus méritos fue aportar composiciones propias al fado ¿Cómo surgió hacer un disco homenaje a fados clásicos?
–Porque desde mi primer disco las composiciones fueron principalmente de mi autoría y de otros autores que me han ayudado. Y sentía que tenía que hacer un homenaje a mis raíces en el fado. Entonces, quise grabar los primeros fados, con los que he aprendido a cantar. Es decir, interpreté a Amália Rodrigues, Herminia Silva, Fernando Baptista, Celeste Rodrigues y Beatriz da Conceicao. El disco que he terminado ahora en Lisboa tiene nuevamente mis composiciones. Tiene sentido haber hecho ese homenaje antes y ahora seguir con mis composiciones. Los temas que elegí hablaban por sí solos. Hice un concierto con veinte canciones y al final, cuando escuchamos los arreglos, los sonidos y la fluidez, elegimos aquellos que se nos presentaron naturalmente. La canción ha dicho: “Soy yo”. Respeto mucho cuando algo tiene fluidez, porque quiere decir que es verdadero.
–Esos fados fueron cantados principalmente por mujeres. ¿La cantante de fado es más visible o popular que el hombre?
–Fuera de Portugal, la mujer posiblemente sea más popular. Imagino que también el concierto que crea una mujer es un poco más exteriorizado, pone más en evidencia la emoción y los sentimientos. Pero en Portugal los hombres tienen un papel muy fuerte. Estamos en una época con dos o tres generaciones fortísimas de hombres cantantes. Y eso quiere decir que en Portugal hay lugar para hombres y mujeres. Esperamos que el mundo empiece también a escuchar y aceptar un poco más los conciertos de hombres, quizá más íntimos pero igualmente verdaderos. De todas formas, Fadas también es un homenaje a las almas fadistas y eso incluye a compositores, músicos, y a todos los hombres que aceptaron el fado como una forma de vida. Entonces, este tributo no tiene género: es para los seres que viven el fado.
–¿Qué dice de Portugal el fado?
–Los portugueses son muy emotivos y esta expresión los caracteriza en la transparencia. El fado exprime sus mundos profundos de una forma cruda y visceral. Entonces, me dice que el portugués es un pueblo genuino y transparente en sus emociones, que no son sólo las felices. El fado expresa sus dificultades, sus dudas, sus tristezas. Y eso me parece muy generoso como pueblo.
–En Fadas hizo una versión de “Invierno porteño”. ¿Por qué decidió incluirlo?
–Primero, tiene que ver con lo que descubro de fado en otros autores, idiomas y estilos. Segundo, es un tributo a Piazzolla, que es una referencia increíble para mí, en cuanto creador e intérprete de sus obras. Y después Eladia Blázquez, un hada llena de coraje por escribir para el maestro del tango. Cuando escucho y canto “Invierno porteño” cada palabra me acerca al fado. Son universos hermanos, casi. Por eso tuve que darle ese lugar en este disco.
–¿Y qué similitud encuentra entre el tango y el fado?
–Tienen en común la nostalgia, la transparencia de las emociones. Es un desnudar tremendo. Cuando uno dice ciertas cosas no es posible estar con máscaras y eso lo encuentro en el fado y en el tango. No hablamos de divinidades, sino de historias cotidianas, del ser humano puro. Y eso me encanta de ambos géneros. También desde el punto de vista musical tienen un color similar. Las melodías deben compartir un ADN en la sangre. Una melodía sanguínea y visceral nos tocará siempre.
–En su versión de Piazzolla logró una conjunción entre ambos estilos...
–Es un riesgo que decido correr no saber dónde empieza el fado ni dónde termina. Es pedirle al público el ejercicio de no esperar lo obvio. Ahora estoy tejiendo un shawl, que quizás tendrá la mitad del tamaño de uno normal en Portugal. Y lo hago así porque necesito mi versión de las cosas. Lo mismo sucede con el fado: busco mi verdad. Y quizás algo nuevo puedo aportar.
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