Vie 10.05.2013
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MUSICA › MIGUEL CANTILO PRESENTARá HOY SU DISCO CANTILENAS EN EL TEATRO SHA

Canciones del pasado que retornaron

El cantautor grabó piezas inéditas de su cancionero, que mostrará en vivo junto a hits de Punch y de Pedro y Pablo. “El eje principal del álbum es la canción tomada como género, la unión equilibrada, en lo posible, de música y letra”, explica.

› Por Cristian Vitale

Miguel Cantilo se pensó en cuarenta años y activó: recordó piezas inéditas de su cancionero, las grabó, las iluminó, todas y para siempre, en un disco –Cantilenas– y va a mostrarlas hoy a las 21.30 en el Teatro SHA (Sarmiento 2255), junto a su banda actual: Federico Pernigotti en guitarra, Pablo Maturana en batería, Patricio Prado en guitarra, charango y percusión, Franco Callacci en teclados, Ariel Lobos en pedal steal guitar y Anael Cantilo en bajo y dirección. “Vamos a repasar un ochenta por ciento del disco, sí, pero también vamos a hacer algunos acusticazos con Kubero Díaz y Jorge Durietz”, adelanta este notable juglar del rock argentino ante Página/12 sobre el perfil base de un repertorio que va a incluir, además, “Resistencia”, tema nuevo al viejo estilo Pedro y Pablo, y ciertas canciones de Punch, la banda new wave –o algo así– que Cantilo formó a principios de los ’80. “Le vamos a sacar chispas a esos hits”, sonríe.

–¿Y a “Padre Francisco”? Tal vez el contexto, aunque con distintos signos, dé para resignificar aquella vieja canción de batalla...

–... Que escribí en el techo de la casa de la calle Conesa, sí, por supuesto obsesionado con Carlos Mugica, su prédica y acción en la villa, a la que solíamos ir a cantar. Era como decirles a todos los curas “¿Por qué no se dejan de joder y salen a las villas a predicar con el ejemplo?”. Me crié entre curas, iba a jugar a la pelota a la canchita de una parroquia, hice toda la secundaria en un colegio religioso y, sin embargo, la resolución de todo eso para mí estaba en la actitud del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. “Padre Francisco” sintetizaba toda la admiración que me despertaba Mugica y oficiaba de arenga para un hipotético curita que no se animaba a jugarse.

Queda en suspenso, entonces, si Cantilo hará o no la canción que entonces, en medio del fragor de los ’70, le dedicó al padre peronista. No el resto de canciones “clandestinas” que recorren su devenir desde la primerísima época (“Tu atención”, “Uno en la ciudad”, “Todo tiene solución” y “Despedida”, todas compuestas entre 1967 y 1971) hasta otro puñado amasado en los últimos cinco años (“Valores”, “Letra”, “Soledad”, “Reflexiones frente al Mediterráneo” y “Ninguna mujer es de hombre, ningún hombre es de mujer”, concebidas entre Barcelona, Mallorca y El Bolsón), ambos bloques temporales, a su vez, conectados por dos canciones: “Cielos de Mallorca” (1979) y “Polvo de estrellas” (1998, en San Luis). “Hacer el amor en las sierras, sobre tréboles, bajo el viento de verano, alumbrado por estrellas como diamantes, es un flash. Son esos instantes vividos que se vuelven eternos, como una escena de un film erótico”, explica sobre tal canción.

–“Letra” y “Soledad” tienen una temática similar y además son como dos caras de la misma moneda... una mujer que es una mujer y la otra que es como si lo fuera: la soledad.

–Borges decía que si hay algo en que los hombres nos pasamos la vida pensando es en las mujeres. En esas canciones están la mujer de carne y hueso y la otra, la invisible que siempre nos acompaña. Son dos aspectos de la feminidad: una, la soledad personificada en una compañera; la otra, la que atravesamos con nuestro amor físico, retratada en el preciso momento en que la invadimos.

Pero Cantilo habla de un hombre cuando se trata de enmarcar el todo de Cantilenas: Fernando Fernández Escalante, algo así como el tercer Pedro y Pablo. “Lo conocí antes que a Jorge (Durietz), y en el colegio nos pasábamos los recreos hablando de Los Beatles y de Bob Dylan”, evoca. “Su conocimiento del inglés me ponía al descubierto los vericuetos de la poesía de Lennon y Dylan. Luego se convirtió en el manager del dúo y su nivel de compenetración con el repertorio era tal que en una actuación en la que Jorge (Pablo) no llegó y Fernando se subió al escenario, se calzó la guitarra y cantó conmigo todos los temas del disco. ¿Puede ser algo así? Bueno, sí... La gente ni se dio cuenta (risas). Fernando participó en la selección de las canciones e incluso una de ellas, ‘Valores’, nació en su casa de Sant Pol de Mar.”

–Barcelona, 2011...

–Sí. El se había comprado una acústica medio pelo, pero me encantaba probarla y ahí me salió el riff que se repite todo el tema. Luego la letra surgió del siguiente pensamiento: ¿Y si en lugar de cuestionar todas las cosas negativas que se exponen en los medios, si en lugar de criticar las taras de nuestras sociedades, me fijo en la otra cara del asunto? ¿Si me fijo en los tipos que se levantan cada día para trabajar y sostener dignamente a su familia? ¿En la honestidad de millones de seres que pasan por este planeta haciendo las cosas lo mejor que pueden? ¿Qué pasa si canto el vaso medio lleno en lugar de cantar el medio vacío?

–Dado que se trata de un disco muy particular, ya que involucra canciones compuestas en diversos momentos de su vida, la pregunta obligada es cómo trabajó la idea de concepto, de un eje que las una.

–El eje principal es la canción tomada como género, la unión equilibrada, en lo posible, de música y letra, con el oído puesto en un sonido que no interfiera con el estilo cantautoral y a la vez no pierda la esencia de rock campesino, urbano por momentos, pero con instrumentación y pulsación propias del folk rock.

–¿Por qué a los temas más viejos no los grabó Pedro y Pablo?

–En la época de los vinilos, la tolerancia en la cantidad de temas era menor. Usualmente se grababan discos de media hora, entonces quedaban afuera muchos temas por una razón extramusical, un criterio de producción que omitía más de lo que admitía. Esos temas los seleccionamos con Fernando entre muchos otros que recordábamos perfectamente, inclusive de antes de que existiera el dúo. Los retoques que tuve que hacerles fueron mínimos, excepto en “Uno en la ciudad”, donde reescribí casi todo el texto porque no me gustaba la letra original. Pero la línea melódica está intacta: me recuerda mucho a Nebbia, porque en ese tiempo era fan de Los Gatos.

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