MUSICA › ILLYA KURYAKI & THE VALDERRAMAS TOCO POR PRIMERA VEZ EN EL LUNA PARK
La dupla conformada por Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur festejó su llegada al estadio porteño con un show largo y energético, siempre del lado del hip hop, el funk y el R&B. Además de presentar el reciente Chances, propuso un viaje por toda su trayectoria.
› Por Roque Casciero
Durante la década en que Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur trabajaron por separado –dejando en evidencia qué tipo de nafta le había echado cada uno a la combustión de la dupla–, Illya Kuryaki & The Valderramas se convirtió en mucho más que un buen recuerdo: fue un deseo insatisfecho para parte de generaciones enteras, que no habían visto en vivo al grupo que le pegó la patada voladora inicial al hip hop por estas tierras. No debe haber pesado poco en esas ganas la suerte de “puesta al día” de buena parte del público argentino con la música negra, desde el funk al rap (y a la estética semi gangsta vía reguetón)... en buena medida generada por los propios IKV, juntos o separados. Y ante la posibilidad de finalmente poder concretar ese deseo, el regreso de IKV generó una onda expansiva que la banda no había logrado siquiera en su momento de más éxito, en los días de Chaco y “Abarajame”. Antes de la separación, IKV tocaba en La Trastienda; el regreso fue ante 10 mil personas al aire libre, luego vino el cierre de un festival multitudinario y, anteayer, el primer Luna Park en la historia de la banda. Un Luna que fue celebratorio de principio a fin, con pogos (bien perfumados)... ¡hasta en el solo de batería! Y un concierto caliente que terminó de certificar la madurez de dos artistas que aparecieron en escena cuando eran apenas unos imberbes atrevidos y simpáticos.
En su gran noche –que quedó registrada para un DVD–, los IKV ofrecieron también la “puesta al día” de su propio sonido, vinculado con lo que mostraron en el reciente Chances: funk blanco bien pegadizo (“Ula ula”), R&B sensual y sexual (como el aflamencado “Amor”), hip hop moderno (“Yacaré”), pop funky (“Safari espiritual”) y funk latino (“Chica”). Así, la versión de “Jaguar House” resultó más viscosa que la original, “Latin gei-sha” adquirió pesadez en el groove, y hasta “Remisero” tiene una contundencia diferente y menos links con los Beastie Boys de “Sabotage”. Buena parte del concierto tuvo que ver con la presentación de Chances, pero también hubo viajes (y por una vez el término resulta muy apropiado) al pasado, también ajustado y redimensionado. Por ejemplo, en el medley entre aquellas iniciales “Fabrico cuero”, “Es tuya, Juan” y “No way José” (más la versión de “Another One Bites the Dust”, de Queen), retomadas con una mirada más divertida que nostálgica: el flow de Horvilleur y Spinetta sólo estaba apoyado por bombo legüero y tambores africanos. O con el repaso en plan “fogonero” a tres guitarras acústicas de “Mitad de la canción del caballo violeta” (que cerraron con un fragmento de “Muchacha, ojos de papel”), la inmensa “Virgen de riña” y “Ninja mental”.
Pero, claro, el comienzo del concierto fue como para reafirmar la frase que abre Chances: “The funk is back, motherfucker”. “Helicópteros”, “Chaco”, “Ula ula”, “Jaguar House”, “Jugo” y “Latin geisha” encendieron a la multitud, con la dupla en el centro del escenario del Luna, acompañados en la primera línea por el guitarrista y el bajista (con el legado, ahí nomás, de Spinetta, Rada y Fattoruso), y más atrás y arriba por los demás músicos. El fondo era todo pantalla, separada en los dos niveles, para uno de los usos más impresionantes que se le hayan dado al recurso. Las imágenes eran tan impactantes y lisérgicas que a veces incluso jugaban en contra, porque se “comían” la performance de la banda. Vera Spinetta, la hermana menor de Dante, puso voces en “Amor” (con rosas, puñales, corazones y fuego en las pantallas), y enseguida vino el tributo para el padre de ambos, “el número 1”: Luis Alberto. Como cada vez que suena, “Aguila amarilla” conmovió de una manera especial, acentuado por las imágenes del fallecido cantante en su juventud, y por el solo de guitarra bestial de Dante al final.
“El que no salta con esta canción es facho”, disparó Spinetta. Y Horvilleur lo “arregló” con la frase: “Salvo que tenga algún tipo de discapacidad”. Recién entonces, en la presentación de “Yacaré”, el dúo ninja mental se aflojó y soltó su humor. Más adelante, Dante dijo que iban a dejar la música y dedicarse a una suerte de dúo, “pero no tipo Midachi sino Mimierda”. Enseguida aclaró que “con Dady todo bien”, y cuando su compañero le preguntó por Miguel del Sel, respondió que estaba “bueno el bronceado”. “Monta el trueno”, la última canción de Chances, contó con el brasileño Ed Motta como invitado, justo antes de desatar la guerrilla bailable con “Jennifer del Estero” y “Coolo”. En los bises, Spinetta cantó “Ruégame” y Horvilleur “Abismo”, antes de rematar la faena con “Remisero”, que encendió el pogo, y “Abarajame”, por siempre el gran hit Kuryaki, con esos personajes salidos de dos mentes afiebradas allá por los lejanos ’90. Las mismas que ahora cantan que “es tiempo para festejar, perfecto para despegar”. “No tengas miedo de volar, que la vida nos dio esta chance”, dice “Celebración”. En eso están los Illya Kuryaki & The Valderramas. Y se lo merecen.
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