Sáb 08.07.2006
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MUSICA › LEON GIECO RECUERDA LOS CONCIERTOS JUNTO A PETE SEEGER EN EL TEATRO OPERA

“Esos shows, hoy, tienen más peso”

Para León, el encuentro con Seeger, padre de la canción folk y temprano maestro de Bob Dylan, forma parte de los recuerdos más queridos de su carrera. Página/12 presenta dos CD que rescatan esas noches históricas.

› Por CLAUDIO KLEIMAN

“Uno olvida lo grandiosas que son estas canciones”, dice Bruce Springsteen. “La música corre el riesgo de perderse por el hecho de que no es recontextualizada. A veces, si uno recontextualiza un poco esas cosas, las canciones vuelven nuevamente a la vida.” Sus palabras están incluidas en el DVD que acompaña el nuevo álbum de Springsteen, un homenaje al legendario cantante folk Pete Seeger, titulado We Shall Overcome-The Seeger Sessions. Pero mucho antes de que Springsteen recurriera al repertorio de Seeger como fuente de inspiración, León Gieco podría haber hecho suyas esas palabras. Durante tres noches de agosto de 1989, el cantante argentino invitó a esta figura señera del folk estadounidense para unos recitales conjuntos en el Teatro Opera, rescatados en los dos volúmenes de Pete Seeger-León Gieco, Concierto en Vivo, que se presentan a partir de mañana con Página/12.

Y si se habla de recontextualización, difícil pensar en una más ejemplar que la imaginada por Gieco, que ubicó las canciones de Seeger junto a chacareras santiagueñas de Sixto Palavecino y bagualas anónimas del noroeste entonadas por Leda Valladares, además de sus propios himnos contra la guerra, la represión y las injusticias como “Hombres de hierro”, “Sólo le pido a Dios” y su hermosa recreación de “La cigarra”, de María Elena Walsh. León interpreta también clásicos como “Cachito campeón de Corrientes”, “La colina de la vida” y “La cultura es la sonrisa”, junto a páginas menos frecuentadas de su repertorio, entre las que se cuentan “Baionga”, “Cuánto tiempo por vivir” y “Tierra de sol y luna”. Por su parte, Seeger despliega un repertorio variopinto que da cuenta de la trayectoria y multiplicidad cultural de este gigante de la canción popular del siglo XX: incluye dos de sus temas más emblemáticos, como “Guantanamera” –con versos de José Martí sobre un tema tradicional cubano de Joseíto Fernández– y “We Shall Overcome”, que se transformó en un himno de las manifestaciones por los derechos civiles durante los ’60, pasando por temas de la Guerra Civil Española (“Brigada Nº 15”), la resistencia nicaragüense contra la dictadura somocista (“Cristo de Palacagüina”) y la sátira antibélica “I Feel Like I’m Fixin’ to Die Rag”, símbolo de la lucha contra la guerra de Vietnam que adquirió resonancia mundial cuando fue incluida en la película Woodstock en la interpretación de Country Joe. Seeger también cantó una balada tradicional como “John Henry” (interpretada por Springsteen en su álbum), “Deported”, de Woody Guthrie, uno de sus maestros y compañero de aventuras, y “Turn-Turn-Turn”, su brillante adaptación de palabras del Eclesiastés a una música propia, que fue un hit en la versión de los Byrds en 1965.

En estos últimos tiempos, el nombre de Pete Seeger volvió a cobrar una súbita resonancia, a través del álbum de Springsteen y de su intervención en No Direction Home, la biografía fílmica de Bob Dylan realizada por Martin Scorsese. Allí

Seeger aparece rememorando su amistad con Dylan durante los primeros años de la carrera del cantante, especialmente su participación en los festivales de Newport, incluyendo la discutida actuación de 1965 donde Bob se “volvió eléctrico”. Pero difícilmente esta repentina actualidad vaya a alterar la calma proverbial de este hombre de 87 años, casado con su esposa Toshi hace 63, que vive desde 1949 en una casa en el bosque sobre las márgenes del río, en las afueras de Nueva York. Cantante, compositor, recopilador, activista político y ecológico que sufrió persecución y fue juzgado durante la “caza de brujas” desatada por Joe McCarthy, eximio intérprete de guitarra y banjo (su libro How to Play the 5-String Banjo se convirtió en un texto de aprendizaje obligado en el renacimiento del folk), Seeger fue uno de los pioneros de la canción de protesta y estuvo entre los inspiradores del “folk boom” de los ’50 y ’60. Pete conoció a Guthrie en 1940, en un concierto a beneficio de los trabajadores inmigrantes, un encuentro que muchos describen como el comienzo del folk moderno. Integró los Almanac Singers, junto a Guthrie, y luego formó The Weavers, que tuvieron un hit de proporciones con su versión de “Goodnight Irene”, de Leadbelly. Durante los ’60, canciones como “If I Had a Hammer”, “Where Have all the Flowers Gone”, “Turn-turn– Turn” fueron éxitos en las voces de artistas tan diversos como The Kingston Trio, Marlene Dietrich, Johnny Rivers y Peter, Paul & Mary. Seeger aún actúa ocasionalmente en público, cantando y contando historias, y continúa involucrado en un sinnúmero de causas humanitarias y ecológicas.

Los recuerdos de León

El encuentro con Seeger era un viejo sueño de León y tomó varios años para concretarse. “Conocer a Pete Seeger fue también una forma de estar cerca de Bob Dylan y de Woody Guthrie”, recuerda León Gieco hoy, contento por la reactualización de su encuentro con esta figura legendaria a través de la edición de Concierto en Vivo. “Generacionalmente, Seeger es un poco como el eslabón intermedio entre estas dos figuras. Yo a Guthrie lo conocí a través de Dylan, cuando leí que había peregrinado a Nueva York para visitar a Woody en el hospital en su lecho de enfermo, y eso me impresionó, lo sentí como algo que yo mismo podría haber hecho. Luego comencé a interiorizarme acerca de la vida de Guthrie y leí su autobiografía, Esta tierra es mi tierra, de la cual también se hizo una película. Allí contaba que él iba con Pete Seeger, viajando en tren, para tocar a favor de los sindicatos.”

–Luego llegó su encuentro personal con Seeger.

–Conocí a Pete Seeger en el Festival de la Nueva Canción, realizado en Quito, Ecuador, en 1984, donde había gente como Silvio Rodríguez, Oscar Chávez, Tania Libertad. El cierre del Festival era con “Sólo le pido a Dios”, donde subíamos a cantar todos juntos. Ahí lo vi cantar a Pete y me impresionó cómo se hacía entender, pegando carteles en la parte de atrás del escenario con las letras en castellano. Otro recuerdo que tengo de ese momento es que en el hotel donde estaban alojados todos los artistas que participábamos, él bajaba a desayunar con el banjo y se ponía a tocar en medio de las mesas.

–Por su parte, Seeger también se sintió impresionado por su actuación.

–Yo sabía que Seeger había sido un poco el maestro de Bob Dylan y Joan Baez, que había tocado con Guthrie, y que su manager, Harold Leventhal, también fue manager de Guthrie y productor de la película Esta tierra es mi tierra, además de llevar a Atahualpa Yupanqui a tocar a Nueva York. Pero no me animaba a acercarme e intentar hablar con él. En una de las noches finales, Pete escuchó “Sólo le pido a Dios” y quiso saber quién era yo, qué decía la letra de la canción, de dónde venía el artista. Y vino a saludarme al camarín, y eso me emocionó muchísimo. Poco después recibí una carta suya y me produjo tal conmoción que compuse la canción “Para Pete”. Le contesté diciendo que sería bueno que viniera a tocar a la Argentina.

–Pasaron varios años hasta que eso se concretara.

–En un momento, Pity Iñurrigarro viajó a Nueva York y se conectó con el manager de Seeger, Harold Leventhal. Ahí arreglaron para que Pete viniera a tocar a Sudamérica, en Chile y la Argentina. Lo fui a esperar al aeropuerto con los Mitimaes y lo recibimos tocando, cosa que le encantó. El venía de Chile y estaba muy afónico, incluso en el disco en un momento se disculpa por eso. Viajaba solo, con una valija, una guitarra, un banjo y un par de flautas. Estaba muy contento de poder conocer Sudamérica.

–¿Cuál era su idea para los recitales del Opera?

–Yo quería convocar a varios artistas, especialmente a Sixto Palavecino y Leda Valladares, hacer una cosa bastante étnica. También estaban los Mitimaes y mi banda de ese momento, con la que habíamos ido a tocar aAlemania. Leda, por su parte, invitó a Fabiana Cantilo, y a través de ella vino Fito Páez, que era su pareja. Al final, en “We Shall Overcome” y “Guantanamera”, invitaba a todos los músicos que habían venido. Pete también me acompañó en el banjo durante “La colina de la vida”. Fue un recital extenso y muy ecléctico, hay varias cosas que quedaron fuera de los discos. Yo lo presentaba cantando “Para Pete”, además de los temas con mi banda hacía algunas canciones con Leda y con Sixto, Fabiana cantaba un tema con Fito. Seeger relataba un cuento, que era “Abiyoyo”, y en uno de los recitales leímos el poema “Estadio Chile”, de Víctor Jara; esa grabación luego se la envié a su viuda, Joan, por si quería incluirla en un disco homenaje a beneficio de la Fundación.

–Era una combinación inusual para una época en la que los géneros raramente se mezclaban.

–El concierto fue algo totalmente diferente a un recital mío, y eso era lo bueno. Yo creo que estuve acertado en hacer compartir a Pete con personas como Leda y Sixto Palavecino. Para mí el cierre perfecto del concierto fue cuando vi que Pete recogía una flor que habían tirado al escenario y se la entregaba a Sixto. Fue algo muy poderoso, un tipo que vive en Nueva York y siempre estuvo contra la política norteamericana y defendió las causas justas, junto con Sixto, que es un descendiente de indios quechuas. Me pareció que tenía mucho que ver.

–¿Hubo también ocasión de compartir momentos fuera del escenario?

–Un día lo invitamos a casa a cenar, pedimos comida hecha y él quería la sopa de la tarde, que teníamos guardada en la heladera. Fuimos también a visitar la Casa de las Madres, donde comimos un locro con Hebe de Bonafini. Y el último día estuvimos zapando en tu casa (este cronista trabajó como traductor durante la visita de Seeger), junto con Claudio Gabis, esperando que se hiciera la mañana para ir a despedirlo al aeropuerto de Ezeiza.

–El estaba fresco como una lechuga, y nosotros...

–...en un estado deplorable (risas). Pero muy felices de haber tocado con Pete. Fue algo muy importante. En lo económico, el saldo fue pobre, porque aunque hubo lleno total era la época de la hiperinflación, y la entrada costaba un dólar. Igualmente, él venía por los gastos, en ningún momento quiso cobrar. Pete viajaba a Nicaragua, a tocar y visitar a su hija, que estaba casada con un nicaragüense. Habían quedado unos 300 dólares, que le di para que donara a un hospital de allá. Al poco tiempo me mandó una carta con un papel del hospital donde certificaba la donación.

–Y después lo invitó a tocar en Estados Unidos.

–Aproximadamente un año después hicimos una gira con tres actuaciones, en Boston, Washington y Nueva York; en esta última ciudad se nos sumó David Byrne, que apareció diciendo que quería tocar. Yo los presenté a Byrne y Pete

Seeger: me parecía increíble que estos dos artistas se conocieran a través de mí. Cantamos un tema hermoso, todos juntos al final del concierto. Y al día siguiente fuimos en el auto de Leventhal a conocer la casa de Pete, a 60 kilómetros de Nueva York, en medio del monte. Leventhal me decía “así son mis artistas, solamente un subversivo puede vivir aquí”. Había que dejar el auto en un lugar y luego subir a pie. Comimos con él junto a su mujer, Toshi, en una casa hermosa que da al río.

–¿Cómo ve estos conciertos, a diecisiete años?

–Estas cosas en el momento tienen un peso, y cuando va pasando el tiempo tienen más peso aún. Una de las cosas más importantes que me pasaron en mi vida fue haber tenido un contacto con esta persona. Como haber estado de gira con Mercedes Sosa, haber cantado y hecho amistad con Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, el recital con Iván Lins en el Luna, verme cantando en Boca junto a Pablo Milanés y Chico Buarque, haber sido aceptado por Serrat y haber hablado varias horas con Atahualpa Yupanqui. Son cosas gloriosas que me pasaron, e indudablemente haber tocado y compartido tiempo con Pete fue una de ellas. Me hubiera gustado poder repetir una situación similar, pero hay cosas tan grossas que pasan una sola vez. Son personajes históricos, Pete es irrepetible, como lo son también Leda y Sixto. Y ya están retirados, así que fue una suerte poder hacerlo en ese momento.

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