MUSICA › STEVIE WONDER REVOLUCIONO A UNA MULTITUD EN VELEZ
Durante numerosos pasajes de su show debut en Buenos Aires, el músico norteamericano apeló a la capacidad vocal del público. No era que lo necesitara: su garganta se mostró impecable, intacta después de cinco décadas de carrera.
› Por Yumber Vera Rojas
“Acá estamos, finalmente, en la Argentina”, franqueó Stevie Wonder con alivio, después de que pasito a pasito saliera de las tinieblas del escenario para ponerse frente a éste con su keytar (el teclado-guitarra que Pablo Lescano convirtió en su identikit en la música local). Mientras, en el fondo sonaba su versión de “How Sweet It Is”, clásico de 1964 de Marvin Gaye, con el que Wonder estrenó el repertorio de su primer show en Buenos Aires. Luego de una espera muy larga, el cantautor norteamericano presentó en la noche del jueves, en cancha de Vélez, un espectáculo memorable, en el que descargó buena parte de ese arsenal de hits que fue compilando a lo largo de una trayectoria tan longeva que le revistió su edad, a tal punto que entre el público circulaba la versión de que ya estaba montado en los 70 pirulos. Sin embargo, a pesar de sus 63 años, el artista no vidente con cinco décadas en actividad dio muestras de un registro vocal no sólo impecable sino intacto, aunque en la canción “Ribbon in the Sky” su garganta lo traicionó de tal forma que tuvo que comenzar de vuelta.
Pero hasta en los pequeños detalles, el otrora niño maravilla –devenido en institución del R&B, soul, jazz y pop– desborda maña. Así que, además de transformar el desliz en virtud, a través de la anécdota o de la broma, y de su terrible destreza multiinstrumental (no se compara verlo en YouTube a tenerlo enfrente para comprobarla), en la que pasa del teclado al piano, para después hacerse de la armónica o dedicarse a cantar con una naturalidad que eriza la piel, Wonder es un maestro de ceremonia con sumo oficio. “Ustedes son mi grupo vocal, son Las Voces de Stevie en Argentina”, repetía una y otra vez el cantautor ante el preludio de cada interacción con el público en la apertura de muchas de sus canciones. Eso generó resultados asombrosos tanto en lo propiamente musical, pues los juegos tonales en los que diferenciaba a mujeres y hombres de la multitud, para terminar calzando a la perfección en sus temas, al igual que en la emoción que despertó en los espectadores, a los que se metió en el bolsillo al demostrarles lo realmente importante que eran para él.
El ganador del Premio Grammy en 22 ocasiones no se guardó absolutamente nada en su debut porteño. Durante dos horas y media, “Estivi”, como lo saludaba la muchedumbre con cada “Olé olé”, repasó sus clásicos, mechó algunos covers –incluido “The Way You Make Me Feel”, de Michael Jackson–, y hasta estrenó un nuevo tema: “Keep Our Love Alive”, dedicado a Nelson Mandela. “La escribí pensando en él. Si bien luchó contra el apartheid, no entiendo por qué algo así pudo existir”, manifestó Wonder, cuya confesa admiración por el fallecido líder político se remonta a 1985, cuando en la entrega del Oscar de ese año le dedicó “I Just Called to Say I Love You”, lo que le valió el veto en Sudáfrica. Aunque no fue el único tramo del show en el que recordó a su amigo Madiba, a quien conoció poco luego de su liberación, en 1990, pues previamente, antes de que se mandara “Higher Ground”, colectivo sin frenos del ritmo, mientras aparecían en el escenario varias banderas sudafricanas, también le tributó algunas palabras: “Esta noche vamos a celebrar la vida”.
Esas dos maneras de invocar a Mandela sirvieron para demostrar, al mismo tiempo, las facetas de la musicalidad del artista norteamericano. Pese a que hoy las lleva adelante en simultáneo, esas diferencias bifurcaron las aguas no sólo de su carrera, sino de su público. Y de eso no estuvo exento su show en Vélez, en el que saltaron a la luz esos contrastes: curiosamente, la masa joven pedía por el período clásico de la estrella no vidente, comprendido entre 1971 y 1976. El primer tema en honor a Madiba es una balada propia para unos Juegos Olímpicos o para una cinta de dibujitos de Disney, que evidencia el giro sonoro que dio este hijo pródigo de Michigan en los ’80 (tras la inclusión del éxito de la telefonía protocelular en la película Una chica al rojo vivo, en 1984). En cambio, la canción incluida originalmente en el álbum Innervisions (parteaguas de los ritmos afroamericanos dentro de la cultura pop, del que este año se celebró el cuadragésimo aniversario) sostiene su cintura musical rebelde, incitadora y sexual.
Y es que cuando Stevie Wonder groovea, la rompe. No obstante, la ovación aconteció tras el pasaje romántico del recital, que albergó a “Overjoyed”, “Lately”, el ya mencionado “Ribbon in the Sky” (incorporó en éste un pasaje de “Waiting in Vain”, de Bob Marley, lo que mostró su debilidad por el reggae, que ya en el inicio mismo del show dejó patente con su temón “Master Blaster”) y “Love’s in Need Love Today”, en el que presentó a la invitada más inesperada: Fabiana Cantilo. Aunque pudo acabar en un bochorno por lo improvisado del convite, al punto de que la cantante argentina se tuvo que ayudar con un machete durante su interpretación, su intervención fue digna. Así que después de “Golden Lady” comenzó un viaje sin retorno hacia la dimensión del baile, siempre con las canciones de Innervisions a manera de dispositivos de la incitación. El latinazo (con “chévere” incluido y una intro basada en “El pito”, de Joe Cuba) “Don’t You Worry ‘bout a Thing” dio pie para el filoso “Living for the City” y la participación de Illya Kuryaki & The Valderramas en “Do I Do”.
Después de sendas invitaciones a artistas argentinos, no hay dudas de que el músico norteamericano quiere a partir de ahora poner un pie en el país, lo que dejó entrever momentos antes cuando expresó: “Hablo poquito español, pero el año que viene les prometo que sabré más”. Ya cuando de la nada soltó “I Just Called to Say I Love You”, nadie volvió a sentarse, por más que unas señoras en el VIP se quejaran de que habían pagado mucho dinero para tener que verlo de pie. Apoyado por una agrupación impecable, “Isn’t She Lovely”, dedicado a los niños y las madres, antes que significar el inicio de la despedida, redobló la apuesta de la efervescencia, que prosiguió con “Signed, Sealed, Delivered (I’m Yours)” y el profundo “My Cherie Amour”, en el que apeló nuevamente por Las Voces de Stevie en Argentina. Al enfundar los caños de “Sir Duke”, Wonder ya había escrito una página musical memorable en el país, siguiendo los pasos de B.B. King, Ray Charles y James Brown, lo que acentuó con “Superstition”, un clásico que revolucionó a una generación, y en la noche del jueves, a esta ciudad también.
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