MUSICA › EN TECNóPOLIS, EL PROGRAMA IGUALDAD CULTURAL CERRó UN AñO DE INTENSA ACTIVIDAD
La propuesta fue reunir en un mismo espacio a músicos de distintos estilos y escenas con un mensaje esperanzador y, a la vez, celebrar un plan que en un año y medio presentó más de 400 espectáculos culturales vistos en vivo por más de un millón de personas.
› Por Leonardo Ferri
¿Cómo hacer cuajar a la cumbia, el rock, la canción, el folklore y el pop en un mismo evento? Como una suerte de anfitrión musical todoterreno, Lito Vitale aprovechó el cierre del Plan Nacional de Igualdad Cultural –que se realizó el domingo último, en Tecnópolis– para hacer eso que siempre supo hacer: reunir en un mismo espacio a músicos de distintos estilos y escenas, y formar un todo más amplio que la suma de sus partes. Casi como una continuación de Ese amigo del alma, el evento organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación operó de excusa para reunir a músicos como Juanse, Daniel Agostini, Litto Nebbia, Liliana Vitale, Juan Carlos Baglietto, Horacio Lavandera, María Bugallo, Marcelo Moguilevsky (Mogui) & César Lerner, Georgina Hassan, Vox Dei, Sandra Mihanovich, Pedro Aznar, Liliana Vitale, Alejandro Lerner, Palito Ortega, Emme e Hilda Lizarazu, junto a un festín de actividades simultáneas de circo, teatro, exhibiciones de artes visuales y otras performances artísticas.
El calor poco pareció importarles a las (según los organizadores) 30 mil personas que se acercaron al predio de Villa Martelli, que desde la tarde pudieron ver cómo Daniel Agostini abría la ventanita de su amor, para luego regalarle su noche a Juanse, que le puso electricidad rockera a la Nave de la Ciencia, uno de los cuatro escenarios destinados a musicalizar la jornada. Clásicos como “Rock del pedazo” y “Juana de Arco” alcanzaron para despegar a los presentes de sus butacas y transpirar la tarde. Al mismo tiempo, en el pabellón de la Secretaría de Cultura tenía lugar el “Tributo Sinfónico a Patricio Rey, un concierto redondo”, una apuesta que desnudaba a las canciones de la prosa del Indio Solari y hacía hincapié en las melodías armadas por el cantante junto a Skay Beilinson. Mientras las tribus Stones y ricoteras convivían bajo el sol, familias enteras caminaban y disfrutaban de las distintas actividades organizadas. Todo gratis, al igual que la abundante agua que se distribuía entre los presentes.
El Plan de Nacional de Igualdad Cultural, creado hace un año y medio, ha logrado reunir más de 400 espectáculos culturales vistos en vivo por más de un millón de personas, en las 13 estaciones culturales en funcionamiento en todo el país. Una vez entrada la noche –y luego de algunas demoras que con algo de previsión le hubieran evitado al público la sofocante espera en el Pabellón del Bicentenario–, Lito Vitale se calzó el traje de maestro de ceremonias e invitó a Hilda Lizarazu y Emme a darle voz a “Color esperanza”, el hit positivista de Coti Sorokin popularizado por Diego Torres. El primer bloque de este we are the world nacional y popular, titulado “Esperanza”, continuó con “Sólo se trata de vivir”, en un duelo de teclas entre Litto Nebbia y Vitale que apenas fue opacado por algunos problemas de sonido. El optimismo continuó con Liliana Vitale modulando con perfección “Todos los días un poco”, de León Gieco, y con Juan Carlos Baglietto cantando “Tratando de crecer”, de su par rosarino Fito Páez.
Para “Fe” –el segundo bloque, orientado a hacer convivir las distintas religiones en un mismo espacio– los invitados fueron la soprano María Bugallo (“Ave María”), el dúo de música tradicional judía Moguilevsky/ Lerner (“Gipsy hora”), Georgina Hassan (puso voz y guitarra a la canción quechua “Ama sua, Ama lluvia, Ama quella”), el colombiano Alex Campos (“Amor no tiene prisa”) y los eternos Vox Dei, quienes dieron su propia versión de la Biblia con “Libros sapienciales”, lejos de la solemnidad tranquila y reflexiva que propone la Iglesia: a esta altura el aire apenas podía ser enfriado con los abanicos de cartón repartidos en el ingreso. “Este es un concierto muy ecléctico”, explicó (por si hacía falta) Vitale, escondido detrás de sus teclados pero presente desde su sonido y su lugar de figura convocante. Lo hizo antes de presentar a Horacio Lavandera, que ejecutó la “Polonesa Heroica”, de Frederic Chopin. Y el público, en silencio, escuchó.
La parte final tuvo al amor (en sus múltiples formas) como eje, con Sandra Mihanovich cantando “Puerto Pollensa”, Pedro Aznar con “A cada hombre, a cada mujer”, Alejandro Lerner con “Después de ti”, a Juanse con “Rock del gato” y a Palito Ortega con un popurrí de esas que conocen todos: “Corazón contento”, “Despeinada”, “La felicidad” y “Popotitos” (con Juanse otra vez sobre el escenario), como para demostrar que el amor no siempre es profundo ni delicado. El epílogo, casi como un deseo en medio de un diciembre convulsionado, fue con “Noche de paz” que, a pocas horas de otra Navidad, no sonó del todo desubicada, con todas las voces juntas sobre el escenario. Final y saludos. Aplausos y ovación.
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