MUSICA › LA ACTUALIDAD DE LEONOR MARCHESI, A TREINTA AñOS DE PúRPURA
Aquella cantante de hardrock que se hizo conocida en los ’80 vive desde hace tres décadas en España. Con la banda Onliryca acaba de publicar Reloj de arena, un disco en el que cita a Borges y propone versiones de “Juana Azurduy” y “Alfonsina y el mar” en clave heavy.
› Por Cristian Vitale
No te habrá de salvar lo que dejaron,
escrito aquellos que tu miedo implora;
No eres los otros y te ves ahora,
centro del laberinto que tramaron,
tus pasos.
No es poeta ni escritora, pero Leonor Marchesi cita a Borges y pretende que no la asocien solo a lo que fue: aquella cantante hardrock que, al frente del grupo Púrpura, puso cuerpo y voz para sopesar al heavy-macho-argento tipo de principios de los ochenta. “Es un tema nuevo, se llama ‘Para el alma’ y cito a Borges porque se lo dedico a los grandes poetas de Hispanoamérica: a él, a Benedetti, a Neruda, a Machado...”, detalla. Y va por más: lo de tema nuevo tiene que ver con Reloj de arena, flamante disco de Onliryca –banda española que integra hoy, a casi 30 años de su partida– del que no sólo surgen citas a tales poetas, sino también temas intensos de pluma propia (“Somi”, “Banderas de piedra”) y versiones de “Juana Azurduy” y “Alfonsina y el mar”, en clave heavy. Casi un hallazgo. Casi un misterio para el país que la vio nacer. Y casi un éxito en aquel que la acogió cuando, tentada por un productor –y con Púrpura desbandado– cruzó el océano, se integró a otra banda del palo (Santa) y se convirtió en una de las mejores voces femeninas del rock español.
“De algún modo subjetivo sentía el deseo de representar al rock de mi país, y lo hice con total entrega, dejando la piel en los escenarios y trabajando con intensidad. Fue un desafío en todos los sentidos, porque llegás a un país donde nadie te conoce, reemplazás a una cantante totalmente heavy, súper agresiva y decís ‘a por todas Leo’”, dice ella, amparada en un derrotero español que supera largamente al argentino: un disco con Santa (Templario), otro como solista (Encrucijada), presentaciones masivas junto a Barón Rojo, buena llegada a la prensa especializada, varios reconocimientos como mejor cantante de rock y un presente como voz madre de Onlyrica, otra banda clave del género, que comparte con otro pesado del clan: Juan Revilla.
(Risas) –Bueno, mi vida ha sido un torbellino y siempre me están pasando cosas que mi mente no capta al instante. No sé, si me hubiese quedado allí conocerían más de mis tímidas locuras creativas o mis vanguardias musicales rockeras. Muchos me dicen: “Leo, ¿por qué te fuiste?, hubieses roto con los estereotipos en el rock femenino”, pero ahora pienso ¿cómo regresar si uno no se va? En realidad siento que nunca me marché.
–Sí, claro (risas), y fue por mis deseos de explorar, de aprender, de experimentar con otra cultura. Sentí una ilusión tremenda en su momento y un gran desafío a la vez, y esa sensación me agradaba y me agrada. La verdad es que no pensaba quedarme tanto tiempo, pero eché raíces afectivas y, claro, el amor es más fuerte.
–No, para nada. Púrpura fue un grupo de hardrock algo lírico para la época, que llegó a Obras cuando no era fácil. La verdad es que tenía un sonido brillante, poderoso, con una base compacta y guitarra de amplios matices, a lo Deep Purple. Dentro de Púrpura me veía como mujer en el rock.
–Me veía más heavy femenina, dentro del rock... libre en los escenarios y muy contenida por los músicos, porque lo que hacíamos era metal rock, con gran aporte de teclados, guitarras oscuras, temas épicos y cierta cosa vanguardista.
–La verdad es que las categorías nunca me han gustado demasiado, aunque comprendo que la gente debe identificarte con algún estilo. La palabra melódico, a mi entender, proviene de melodías más elaboradas, pero lo que importa, al final, es tener un espíritu siempre rebelde y deseos de aprender algo más. Y ese es un proceso infinito para mí. Ahora, con Onlyrica, me veo como una rockera con tintes heavy, góticos y étnicos... mi voz es como un instrumento que intenta colorear esa fusión, o al menos así lo intento. Trato de moverme bien entre ritmos nativos, voces místicas, metal moderno y sonidos góticos. Entre la oscuridad y la contundencia, digamos.
–Todo bien, pero de todo eso me quedo con la gente que me pregunta ¿cuándo vas a venir a la Argentina?..., lo demás es efímero.
–De sensaciones y visualizaciones. Y del compromiso de pertenecer a este planeta, de vivir en él, ¿no?... en “Reloj de arena” –el tema– pienso en las guerras que perjudican a los niños: “Corazones solitarios que navegan por los siglos y reencarnan sus anhelos en los cuerpos desalmados”. No sé, me paro entre el amor, la esperanza, la rabia ante lo injusto y una épica espiritual que siempre tuve.
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