Vie 10.01.2014
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MUSICA › RINALDO ALESSANDRINI, CLAVECINISTA Y DIRECTOR DEL GRUPO CONCERTO ITALIANO

“Rossini inventó algo, creó un lenguaje”

El estreno de una puesta semimontada de La Cenerentola en el Festival de Cartagena permite que el músico ofrezca una lectura diferente de Gioacchino Rossini, de quien dice que hoy “se lo hace demasiado rápido, con lo que se pierde detalle”.

› Por Diego Fischerman

Desde Cartagena de Indias

Alrededor suena un violín, repitiendo un pasaje lentamente y acelerándolo paulatinamente; las escalas de una flauta. El hotel en Boca Grande, fuera del casco histórico de Cartagena, está ocupado, literalmente, por los músicos de la Filarmónica Joven de Cartagena, que nació como un proyecto social y que hoy será parte del estreno de una puesta semimontada de La Cenerentola, de Gioacchino Rossini. “Son músicos excelentes, realmente virtuosos”, dice Rinaldo Alessandrini, el clavecinista y director que con su grupo, Concerto Italiano, cambió para siempre el paradigma de la interpretación del barroco de su país. “En lo que estamos trabajando es en el hecho de tocar en el foso, de tocar para el teatro, que es algo que estos músicos nunca habían hecho.”

En una pausa entre ensayos, Alessandrini dice que la mayor dificultad, y también el mayor encanto de esta ópera, es “la delgada frontera entre la comedia y lo patético”. Un terreno, por otra parte, que llega hasta el cine y en el que el arte italiano construyó una de sus mejores tradiciones. Y es, además, absolutamente categórico en relación con los méritos del autor. “Rossini inventó algo –asegura–. No es que hizo bien algo de acuerdo con los lenguajes cristalizados en el momento. Creó un lenguaje. Es uno de esos músicos que hicieron algo que nunca había sido hecho antes.” Y en cuanto a su manera de trabajar, con una perspectiva que llega desde ese campo al que se identifica como “prácticas históricamente informadas”, dice: “Yo no me presento como el que viene de otra parte. Y sería un muy mal comienzo, además, ponerse a decirles a los músicos lo que hacen mal. Se trata de trabajar juntos, nada más. En este caso se trata de un elenco sumamente experimentado, que ha hecho esta obra muchísimas veces y la conoce a la perfección. Y, en mi experiencia, cuando se aporta algo nuevo, una manera de frasear, una respiración, un matiz, si está justificado el músico siempre lo agradece. Lo historicista, eventualmente, es más una actitud dispuesta a descartar lo que en general se considera la tradición, para ir en busca de la tradición en serio. A veces se considera una verdad absoluta lo que se ha escuchado en los discos y eso no refleja otra cosa que las prácticas interpretativas de hace veinte, treinta o cuarenta años. En lo personal creo, por ejemplo, que Rossini se hace demasiado rápido. Es una velocidad a la que mucho de lo que escribió con excepcional detalle se pierde. En su época, todavía, Vivace era más lento que Allegro. Y no al revés, como en la actualidad. Y eso casi nunca se tiene en cuenta.”

La Cenerentola subirá al escenario del Teatro Adolfo Mejía, hoy, a las 19, y se repetirá el domingo 12 como cierre de la octava edición del Festival de Cartagena. Con la mezzosoprano Daniela Pini, el tenor Javier Camarena y los barítonos Luciano Di Pasquale y Roberto de Candia en los papeles principales, también participará en las representaciones el Coro de la Opera de Colombia. “Estoy dirigiendo mucho Mozart y tratando de dedicarme bastante al repertorio del siglo XVII, que ha quedado un poco relegado dentro del campo de las interpretaciones del barroco”, dice Alessandrini. “Rossini es un compositor al que me estoy acercando más. Había dirigido varias veces su misa ‘Solemnelle’. Pero en esta ópera, la posibilidad de trabajar con el texto y desde el texto me parece maravillosa.”

Alessandrini, justamente, fue quien, con sus versiones de los madrigales de Monteverdi primero incorporó la idea de teatralidad en ese repertorio. Ahora hay ya otros grupos –La Venexiana, la Compañía de Madrigales–, pero todos provienen de esa cantera. “Hemos hecho recientemente L’Orfeo y el Retorno de Ulises, de Monteverdi. Y haremos La coronación de Poppea. Y en todos los casos insisto en que los cantantes sean italianos. Además me interesa trabajar con intérpretes comprometidos y no con estrellas del mercado de la música clásica. Ultimamente ha sucedido que algunos cantantes muy famosos se han adueñado del mundo de la ópera barroca y se repiten los mismos errores que estandarizaron la interpretación de la ópera clásica y romántica hace cincuenta años. Hay que tener cuidado con el disco, porque fija las cosas de una manera muy difícil de remover. Y los discos son la expresión de la verdad de un momento, no de una verdad inmutable. Mis versiones de los madrigales de Monteverdi, sin ir más lejos, a mí ya no me conforman. Hago ese repertorio teniendo en cuenta cosas que hace veinte años no conocía. Y no me gustaría que allí se quedara fijada la manera de hacer a Monteverdi. Creo que un músico no debe dejar de ser curioso y que el disco, muchas veces, mata esa curiosidad.”

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