MUSICA › RODRIGO DE LA SERNA
El actor integra El Yotivenco, un grupo que hoy presenta un CD de tangos y milongas.
› Por Karina Micheletto
Lo viene anunciando desde hace un par de años, y finalmente concretó: Rodrigo de la Serna ahora se anima con el tango y la milonga. Con su quinteto El Yotivenco (léase “conventillo” al vesre) pone voz y guitarra en un recorrido que va de Abel Fleury a Astor Piazzolla, pasando por Manzi, Troilo o Rivero. Lo acompañan Juan Pablo Díaz Hermelo, Blas Alberti, Eduardo Avena y Roberto Seitz. Hoy a las 21, el quinteto presentará oficialmente su primer CD en el teatro ND Ateneo (Paraguay 918).
De la Serna se toma en serio las preguntas sobre su nueva faceta, explica con detalle que la idea es recrear las guitarras de Grela, hacerlas sonar con tambores, buscar ese sonido poco escuchado. Subraya que está aprendiendo, que hace años que estudia guitarra, que lo de cantar es “porque es el que tiene la cara más dura”. Puesto a entonar un género tan complicado, parece haber encontrado un atajo válido con herramientas actorales, que lo llevan por un personaje compadrito y arrabalero. Mientras tanto sigue con su trabajo en televisión y cine. Después del salto que significó en su carrera el personaje de Alberto Granado (el amigo del Che) en Diarios de motocicleta, y de protagonizar Crónica de una fuga, de Adrián Caetano, está grabando la comedia Detective Montero, dirigida por Damián Szifrón, que comenzará a emitirse por Telefé. Y también espera que se termine de escribir el guión que, muy probablemente, lo llevará a personificar al boxeador Ringo Bonavena.
Pero ahora la atención está puesta en la música, y en el ensayo al que siguen cayendo músicos invitados, que también se sumarán en la presentación. “Siempre tuve la ilusión de formar alguna agrupación”, dice De la Serna, y hace un racconto de la gestación de El Yotivenco: “Estudié guitarra de los 19 a los 22 años con Gustavo Mozzi, después mi vida profesional se fue dando para el lado de la actuación. Hace dos años conocí a Juan Pablo y empezamos a ensamblar milongas a dos guitarras, mezclándolo con algo de actuación. Después llegó Blas y nos abocamos estrictamente a lo musical, formamos un trío. Liliana Felipe nos invitó a uno de sus shows y ahí nos vio una productora; surgió entonces la posibilidad de grabar un disco y nos transformamos en quinteto”, detalla.
–¿Por qué el tango?
–¿Y por qué no? La música argentina es muy diversa y rica, y el tango y el folklore son ritmos arraigados en todos nosotros. Quizás uno no se da cuenta, pero están con nosotros desde siempre. Cuando empezás a escucharlos con conciencia, descubrís algo muy fuerte y potente. De chico yo era más del rock, pero a los 19 años empecé a escuchar tango y folklore más a conciencia, a estudiar y a descubrir nuestra música.
–Qué raro. Suele decirse que al tango se llega después de los 30.
–Bueno, yo llegué a los 19. Será que estaba un poco dolido (risas). A esa edad escuché al Polaco y sentí algo que no había sentido nunca antes. Es cierto que hay que haber sufrido algún dolor para llegar a comprender los tangos más dramáticos en todo su dimensión. Pero en mi caso, el Polaco fue una puerta que me llevó a los ritmos argentinos. Lamentablemente no llegué a verlo en vivo. Tras él aparecieron otros referentes: Hugo Díaz, Troilo, Rivero, Magaldi, Gardel, De Caro, Yupanqui, Fleury... cientos.
–Cuando canta, aparece cierto tono de arrabal. ¿Fue buscado?
–No. Más bien buscamos reflejar cómo evolucionó la música de este lado del Río de la Plata: al principio fue la milonga campera, luego se va metiendo en el arrabal de la ciudad y empieza a transformarse de a poco en tango; después evoluciona junto con la ciudad hacia un tango más refinado, el de las grandes orquestas, más tarde se complejiza la metrópoli y aparece Piazzolla... El disco quiere sugerir ese recorrido.
–Sin embargo, hasta cuando canta “Tinta roja” suena compadrito.
–Puede ser, es una forma de interpretar. También buscamos rescatar todo un espíritu festivo y de jolgorio, por eso el “yotivenco”. En estos espacios habitacionales convivían diversas culturas que dieron forma a nuestra identidad musical y cultural, algo que no pasó en otros países. La fusión se dio en el conventillo, por eso queremos reivindicarlo.
–¿En cuánto influye su formación actoral a la hora de cantar?
–Es inevitable que influya, porque soy actor. Todavía no soy cantante, me estoy formando. Tengo herramientas interpretativas actorales, y me apoyo bastante en eso para cantar. Después, todo el tiempo de ensayos, perfeccionamiento, búsqueda de repertorio, del pulso de cada frase, es de una intensidad muy grande. Hacía rato que no tenía ese espacio del ensayo, comparable sólo al del teatro. En el cine es difícil que exista, y en la televisión es casi imposible.
–¿En cuánto ayuda y en cuánto dificulta que haya una cara conocida en el grupo?
–Ayuda a que me estés haciendo esta nota, por ejemplo. Ojalá no dificulte en nada. Vamos a ver, recién estamos empezando. Después te cuento...
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