MUSICA › MIGUEL GALPERIN PRESENTA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
› Por Diego Fischerman
Nació en Buenos Aires y completó su formación como compositor en la Universidad de Davis, California. Ya de regreso, y en un momento en que el Colón prácticamente se había retirado de la escena –durante la malhadada gestión de Horacio Sanguinetti–, Miguel Galperín, junto a otro músico, Ezequiel Grimson, convirtió a la Biblioteca Nacional en un centro de producción y búsqueda artística. Ahora es quien programa uno de los teatros más activos de la escena porteña, Hasta Trilce, y dirige el Centro de Experimentación del Teatro Colón. Y allí presenta, desde ayer a la noche, una obra propia: Inteligencia artificial.
“Derivo una idea de John Cage, donde el tiempo es entendido como parte de la teoría musical, casi como si fuera material de la obra”, dice el compositor sobre esta pieza. “Pero este tiempo estructurador no es el silencio, sino la posibilidad de integrar órdenes diversos. Sobre esta base se da la relación entre música y texto en la obra, el tiempo estructurado los integra.” Con nuevas funciones hoy y mañana, a las 20.30, y el domingo, a las 17, esta obra de teatro musical escrita y dirigida por Galperín cuenta con la inusual participación, como protagonista, de otro compositor, Marcelo Delgado, con la actuación de la notable flautista Patricia Da Dalt y con el diseño escenográfico del grupo SuperUber. “Trata de los límites de la tecnología frente al hombre, a la vez que propone una reflexión sobre la condición humana. Utilizando una narrativa no lineal, que es sostenida por la escenografía, establece una comparación entre los dominios de lo natural y lo artificial”, explica el autor.
“La ópera es el arte escénico más integrador –reflexiona–; al menos históricamente. Si le quitáramos la voz lírica tendríamos un arte performático híbrido entre la música, la narrativa, lo coreográfico, el diseño de espacio, la tecnología. Es decir, sin las estridencias expresivas de la relación música y texto que presupone la lírica, la ópera es el género más representativo de una búsqueda multidisciplinaria que caracteriza muchos de los trabajos más interesantes de la escena actual, aquí y en el exterior. El problema del teatro musical actual es el de la voz.”
Galperín da una importancia fundamental a la puesta en escena. En este caso, dice, “una solución al problema de la relación entre música y texto fuera de la lírica lo da el cuerpo del protagonista, una suerte de conferencista desquiciado. Liana Brazil, creadora junto a Russ Rive y a Super Uber de la puesta visual, pensó en sostener la narrativa de este personaje, muy fragmentada, desde el espacio. El personaje se sumerge entre pantallas traslúcidas que reciben proyecciones que multiplican y discuten su cuerpo y habilitan una expansión del texto hacia lo espacial y lo visual. Delgado es un compositor fascinado por la escena. Y alguien que piensa desde hace bastante tiempo acerca de la lectura como un hecho potencialmente escénico. Hay una trayectoria en la que él, luego de muchas obras, mucho pensamiento, llega como compositor al hecho performático. Esa evolución me interesa.”
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